DÍA VEINTISÉIS A SANTA ANA
Por la señal de la santa cruz + de
nuestros enemigos + líbranos Señor Dios nuestro + en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor
mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, me pesa de todo corazón haberte
ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones
de pecado, confesarme y cumplir la penitencia. Te ofrezco, Señor, mi vida,
obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Amén.
ORACIÓN
Vengo
ante tu imagen, gloriosísima Santa Ana, para alabar a Dios, que te concedió
privilegios excepcionales. Tu infancia, tu juventud, toda tu vida, estuvo
consagrada al Señor. Él te dio padres piadosos que sembraron en tu alma la
simiente de la virtud que cultivaste y te elevo hasta el altar en que te
venero. Sufriste penas muy grandes, fue tu corazón víctima de tormentos que el
Cielo permitió, espinas torturantes se clavaron en tu frente; pero en el dolor,
en la tribulación, en las tristezas clamaste a Dios; y Dios aumento el raudal
de sus carismas para tu espíritu acongojado. ¡Qué comunicaciones tan íntimas
tuviste con la más santa de las criaturas, la inmaculada Virgen María, que fue
tu verdadera hija! La concebiste en tu edad madura por un milagro del
Omnipotente, y fue ella tu delicia, tu encanto, tu santificadora, tu todo como
Madre de Dios. Después de tu vida inocente y de tu muerte preciosísima, ocupas
en el cielo esplendido sitial cerca de María. La iglesia te venera, tus devotos
te aclaman, agradecidos a tus beneficios las multitudes llegan hasta tu altar.
Vengo también yo atraído por el irresistible imán de tu patrocinio, vengo a
pedirte favores, a invocarte en mis penas y necesidades, a comunicarte mis
dolores. Mira como el dragón infernal pretende mi condenación, mira que soy
débil y que son muchos los peligros que me amenazan. Consígueme vencer las
tentaciones, cumplir con mis deberes, aumentar las virtudes que quiero y debo
tener. Te pido por mis necesidades temporales: la salud de mi cuerpo, el
arreglo de mis negocios, el éxito de mis empresas, sino se oponen a los eternos
intereses de mi alma. Extiende tu manto protector sobre mi familia. Protege mi
hogar, bendice a los amados de mi corazón, hazlos vivir en la santa paz
cristiana. Ruega por mis amigos y enemigos, por los pobres que sufren, por los
encarcelados, por los peregrinos, por los que agonizan. Auxilia a la Iglesia;
que los prelados, sacerdote y fieles, cumplan con sus deberes sacratísimos para
honor de Dios y bien de las lamas. Alcanza toda clase de bienestar para mi
patria, que tanto te venera y ama, porque es la patria de María, de tu hija
santísima que quiso escogernos como hijos de su maternal predilección. Confío
en que me escuchas y que los ecos de mí plegaria lleguen hasta los cielos, en
donde eres feliz mirando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos
de los siglos. Amen.
(Con licencia eclesiástica)
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