NOVENA A CRISTO NUESTRO SEÑOR EN SU
DOLOROSO PASO ATADO A LA COLUMNA
Compuesto por un religioso de la Compañía
de Jesús
Año 1952
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mío, a quien adoro
bañado en sangre, al cruel impulso de más de cinco mil azotes. Ya conozco
Señor, la gravedad de mis culpas, pues no tuvieron otro remedio, que la sangre
derramada de un Hombre Dios, de todas ellas me arrepiento con todo mi corazón
por ser ofensas a Vos, y porque os amo sobre todas las cosas, y con vuestra
divina gracia, propongo firmemente la enmienda, y nunca más pecar. Y confío en
vuestra misericordia infinita, que, por los méritos de vuestra sangre derramada,
me habéis de perdonar y darme gracias para perseverar en vuestro santo servicio
hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Oh
Jesús, Redentor mío, que os dignasteis derramar copiosamente vuestra preciosa
sangre en el paso tiernísimo de los Azotes, para fecundar con ella la tierra
estéril de mi alma y corazón. Haced Señor, que yo me aproveche de esta
celestial lluvia, para arrancar de raíz las malezas de mis vicios y pecados, y
producir abundantes flores y frutos de virtudes, con las cuales consiga por
vuestra misericordia una buena muerte, y después gozaros por toda la eternidad
en la gloria. Amén.
DÍA PRIMERO
Amabilísimo
Señor, que, movido del amor de vuestro Eterno Padre, y del celo de su mayor
honra y gloria, feamente vulnerada con la culpa de nuestros primeros padres, y
demás pecados de los hombres, ofrecisteis en satisfacción copiosa, el tesoro
infinito de vuestra sangre derramada con la cruel carnicería de los azotes, que
padeciste en vuestro delicado y virginal cuerpo: Concédeme Señor, que valiéndome
de este infinito tesoro, vuelva también por la honra de vuestro Padre, arrepintiéndome
de corazón de todas mis culpas, y atendiendo en todas las cosas, a buscar
solamente su mayor gloria, y el favor que os pido en esta novena, si fuere para
el provecho de mi alma. Amén.
Tres
Padres nuestros, Aves Marías y Glorias.
Lloroso y muy afligido
en un Huerto estás orando,
a tu Padre suplicando,
y a su voluntad rendido.
Por tanto, yo arrepentido
exclamo con gran dolor:
Por tus crueles azotes,
Misericordia, Señor.
Preso, atado con cadenas
¡Oh Jesús! Te considero,
y como manso cordero
te conducen ¡oh qué pena!
del Cedrón en las arenas
te arrojan con gran rigor:
Ante Anás te han presentado
como reo conducido,
tu hermoso rostro es herido
de la mano de un malvado;
Mansa respuesta le has dado
lleno de piedad y amor;
En la casa de Caifás
tu discípulo querido
dirá, no te ha conocido
ni nunca te vio jamás.
Más tú te condolerás
de su miseria y temor.
A Pilatos te han llevado
a ejecutar la sentencia,
más mirando tu inocencia
y en que nada estás culpado,
ante Herodes te han mandado,
sufriendo tu gran rubor
Como loco os han tratado
y de blanco os han vestido,
la burla del pueblo has sido,
a Pilatos vas atado.
¡Oh Jesús! que te he costado
de fatigas y sudor.
Con Barrabás sedicioso
¡Oh mi Dios! te han comparado,
mejor que vos, lo ha juzgado
ese pueblo revoltoso;
Más tú lo sufres con gozo,
de mi alma Redentor.
A una columna ligado
por seis feroces sayones,
con cadenas y cambrones
tu cuerpo es despedazado.
Perdón te pido postrado
de mi culpa y de mi error;
De espinas es coronada
tu sacrosanta cabeza,
Se burlan de tu grandeza
con una ropa encarnada;
Recibes mil bofetadas
en tu semblante ¡qué horror!
ORACIÓN FINAL
Oh
Virgen Dulcísima, por los gemidos y lágrimas que lloraste, cuando viste a tu Santísimo
Hijo, presentarse ante el juez y cruelísimamente azotado, alcánzanos dolor de
nuestros pecados y ayúdanos Señora, para que el enemigo no pueda a su voluntad,
azotarnos con las tentaciones, y presentarnos vencidos al Juez terrible y
supremo, si no que acusemos y juzguemos a nosotros mismos de nuestros excesos,
y nos castiguemos con la disciplina de la verdadera penitencia, y así
consigamos el perdón y gracia en el tiempo de la necesidad y tribulación, por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
DÍA SEGUNDO
Amabilísimo
Señor, que compadecido de la miseria de los hombres y movido de ardientísimo
amor que les teníais, ofrecisteis de grado por su salvación y remedio todo el
tesoro infinito de vuestra sangre, atado ignominiosamente a una columna:
Concededme por esta misma sangre preciosa, que, si amor con amor se paga, os
retorne yo con un amor fino y verdadero, cuya prueba sea la perfecta
observancia de vuestros Santos Mandamientos, y el amar a mis prójimos como
hermanos, y el favor que os pido en esta novena si fuera para mayor gloria
vuestra y provecho de mi alma, Amén.
DÍA TERCERO
Amabilísimo
Señor, que, aborreciendo infinitamente el pecado, no reparasteis para borrarlo,
en derramar atado a una columna copiosamente vuestra sangre. Gravad, oh buen
Jesús en mi corazón un semejante aborrecimiento, con el cual este siempre
dispuesto a derramar toda la sangre de mis venas, y aún a perder la vida, antes
que cometer un pecado mortal, y concédeme también el favor que os pido en este
septenario, si fuere para mayor gloria vuestra, y provecho de mi alma. Amén.
DÍA CUARTO
Amabilísimo
Señor, que desnudo en el atrio de Pilatos, y atado a una columna no disteis
maravillosas lecciones de verdadera humildad; sustentando, siendo Rey y Señor
del Universo, al castigo vil y afrentoso de los azotes. Ya veo que así lo
merecía mi soberbia y ambición; pero por vuestra preciosa sangre os pido, me
concedáis la humildad de corazón, que es la señal y marca de vuestros escogidos
y el favor que os pido en este septenario, si fuere para mayor gloria vuestra y
provecho de mi alma. Amén.
DÍA QUINTO
Amabilísimo
Señor, que despojado de vuestras sagrados vestidos, y a vista de todo el
pueblo, manifestáis el desprecio que hacéis de la honra y bienes del mundo; concededme,
Señor, por vuestra desnudez y afrenta, que solamente aprecie la cándida
vestidura de la gracia, que me merecisteis con vuestros azotes, y que solo
ponga mi honra en serviros de veras, y el favor que os pido en este septenario,
si fuere para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
DÍA SEXTO
Amabilísimo
Señor, que, por darnos ejemplo de invicta paciencia, sufristeis el doloroso
tormento de los azotes, tanto más terrible cuanto eran vuestras sagradas carnes
más tiernas y delicadas, sin queja alguna, ni señal de impaciencia o turbación.
Haced oh Jesús mío, que aprendiendo de vos esta doctrina celestial, lleve con
paciencia y fortaleza todos los trabajos de esta vida, dolores, injurias y desprecios,
uniéndolos con los vuestros, y concededme el favor que os pido en este
septenario, si fuese para mayor gloria vuestra, y bien de mi alma. Amén.
DÍA SÉPTIMO
Amabilísimo
Señor, que junto con el dolor intensísimo, que en el exterior del cuerpo padecisteis,
con el rigor y crueldad de tanto azotes, padecías en lo interior del alma y
corazón, mucho mayor dolor y mortificación por los pecados de los hombres,
conociendo, cuan poco se habían de aprovechar de vuestra misma sangre para el
remedio de sus almas: concededme, Señor, que por medio de una heroica
mortificación de mi carne, apetitos y pasiones, consiga vuestra perfecta
imitación: y el favor que os pido en este solemne septenario, si ha de ser para
mayor gloria vuestra y provecho de mi alma. Amén.
DÍA OCTAVO
Amabilísimo
Señor, que os sujetásteis a la afrenta, y dolor de los azotes, por saber que
esta era la voluntad absoluta de vuestro Eterno Padre, que así lo quería para
satisfacción de la Divina Justicia y redención del género humano: Concededme
Señor, una perfecta resignación en vuestras divinas manos y conformidad con
vuestra Santísima voluntad en todos mis trabajos, recibiéndolos todos con
paciencia y alegría, por ser así vuestro gusto; y el favor que os pido en este
septenario, si fuera para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
DÍA NOVENO
Amabilísimo
Señor, que bastando una gota de vuestra sangre para el remedio de millones de
mundos, la derramasteis a arroyos perseverando constante mucho tiempo atado a
la Columna, hasta que se cumpliese el número de azotes determinado por vuestro
Eterno Padre: Concededme Señor, por vuestras afrentas y dolores la virtud de la
perseverancia en vuestro divino servicio: pues ella es perfección y corona de
todas las virtudes; y el favor que os pido en este septenario, si fuere a mayor
gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
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