NOVENA A LA PORTENTOSA IMAGEN DEL
SEÑOR DEL HUERTO
QUE SE VENERA EN SU SANTUARIO DE LA
PARROQUIA DE ATLACOMULCO
DISPUESTA POR UN DEVOTO DE LA MISMA IMAGEN
AÑO DE 1948
Devoción de: Roberto Pérez
Arrodillado
ante la Imagen del Señor del Huerto, y hecha la señal de la cruz, se dice lo
siguiente:
ACTO DE CONTRICCIÓN
Divino
Redentor mío, a vuestras plantas acude el mayor de los pecadores, implorando el
perdón de sus gravísimas culpas. No habéis venido al mundo a buscar a los
justos, sino a los pecadores: no me desechéis, ya que arrepentido, corro a
buscaros. Vos sois el buen pastor, yo la oveja descarriada, llevadme sobre
vuestros hombros para que forme parte de vuestros escogidos. No desprecies,
Jesús mío, no desprecies las lágrimas que brotan de mis ojos, recibid también
el sincero dolor que en estos momentos quebranta mi corazón. ¿en qué pensaba
yo, cuando preferí el bajo amor de las criaturas a vuestro amor más dulce que
la miel y más agradable que el perfume de las flores? Pequé Señor, contra el
cielo y contra vos, ya no soy digno de llamarme hijo vuestro. He sido un vil y
un ingrato, pero no quiero serlo en adelante. Perdón Señor, perdón de mi
vileza, perdón de mi ingratitud, perdón os pido por la angustiosa agonía que sufriste
en el Huerto de los Olivos, perdón por el copioso sudor de sangre que brotó de
vuestro sacratísimo cuerpo, perdón por la oración que hiciste a vuestro Eterno
Padre. ¡Si! Concédeme el perdón, y yo entre tanto os prometo, ayudado de
vuestra gracia, seros fiel hasta la muerte. Prefiero morir antes que volveros a
ofender, vengan, sí, vengan mil muertes a cortar el hilo de mis días, y no el
pecado a manchar mi corazón. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Señor,
que no contento con habernos sacado de la nada, únicamente por vuestra bondad y
sin ningún mérito de nuestra parte, lleno después de infinita misericordia,
bajasteis del cielo a padecer en esta tierra de infortunio, os hicisteis
hombre, nacisteis en un pesebre, sufriste el hambre, la sed, el cansancio y
sudasteis sangre, en fuerza de la terrible angustia que os causó el pensamiento
de nuestra ingratitud llena de malicia, por todos estos trabajos, os pido que
iluminéis nuestro entendimiento para que os conozca como es debido, que mováis
nuestro corazón para que ya no os ofenda, que los pecadores vuelvan al camino
de la virtud, que los justos perseveren en el cumplimiento de vuestra santa
ley, que nuestros hermanos que desprecian la verdad vuelvan al seno de la
Iglesia que habéis fundado con vuestra sangre preciosa. Vos, Jesús mío,
conocéis nuestras necesidades espirituales y temporales, redimidlas todas,
bendecidnos, bendecid a nuestra familia, bendecid nuestras casas, bendecid este
pueblo, devoto vuestro, haced que seamos felices en esta vida, teniendo en el
corazón vuestra gracia, y en la otra, poseyéndoos para nunca jamás perderos,
por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA PRIMERO
JACULATORIA
Jesús mío, por el sudor de sangre que
vertiste en el Huerto de Getsemaní, tened misericordia de nosotros.
MEDITACIÓN
Entra,
alma mía, siquiera por un momento, en el corazón atribulado de Jesús, y
considera allí unida con él, la mayor de las angustias, la aflicción más grande
capaz de quitar la vida al más fuerte de los hombres. Comenzó Jesús a
atemorizarse y estar triste. ¡ay! Y que ¿todo un Dios permite en su corazón la
tristeza? Si, porque solo se hizo hombre para salvarnos por medio de sus
sufrimientos. Postrado en tierra, comenzó a orar a su Eterno Padre, y era tan
grande la congoja, que de su Divino Rostro brotaban gotas de sangre, que iban a
regar el suelo del huerto donde se hallaba, y exclama: “triste esta mi alma
hasta la muerte” haced oración para enseñaros a que en todas nuestras
aflicciones debemos acudir con la oración a nuestro Padre que está en los
cielos. Después dice: “Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz. Mas no
se haga mi voluntad si no la tuya” ¡Que santa conformidad! ¡que lección tan
sublime! Abandonado de todos, aún de sus queridos discípulos, no quiere otra
cosa si no que se haga la voluntad de su Padre. ¿Y haces tú lo mismo? ¿Vez con
resignación las desgracias que Dios te envía y que sólo han de servir para tu
bien? Finalmente se queja dulcemente a sus discípulos, diciendo: “¿ni una hora
habéis podido velar conmigo? Velad y orad para que no entréis en tentación”
¿esta amorosa queja puede dirigírsete, alma mía? ¿haces tú oración todos los
días para que no caigas en tentación? Considera una de las causas porque el
Señor sufrió tanto en el huerto de Getsemaní, fue le representante de la
amargura de su pasión. Se ocurrieron en esos tristes momentos a la mente de
nuestro Redentor, la traición de Judas a quien el mismo había escogido para su
discípulo y para que lo ayudara en la predicación del evangelio, el
prendimiento por aquellos a quienes solo había hechos beneficios, los
cruelísimos azotes que aquellos a quienes había predicado su celestial
doctrina, descargarían sobre su inocente cuerpo, la corona de espinas que
pondrían sobre su delicada cabeza, el camino del Calvario, el peso de la cruz y
la muerte ignominiosa que tendría que sufrir. Otra razón que causó la tristeza
de Jesús fue el poco fruto que una gran parte de los cristianos sacaría de sus
padecimientos. Veía el cumplimiento de la profecía de Simeón que al ver a María
Santísima presentarse al templo con su Divino Hijo en los brazos, dice: “Este
niño está puesto para salvación de muchos y para ruina de no pocos” y en
efecto, quizá tú mismo tampoco has aprovechado, que has tenido en olvido esos
mismos padecimientos. Cuántas veces, lleno de dolor, has llorado los pecados
que los causaron, ¿No es cierto que entretenido con los negocios del mundo, has
borrado de tu imaginación la pasión de tu Señor? Más, desde ahora, toma seria
resoluciones por tu bien.
ORACIÓN
¡Oh
alma mía! ¿no te sientes sobrecogida de temor ante la majestad de Dios que con
solo su querer hizo de la nada los mundos incontables que puebla el espacio?
¿no sientes un profundo respeto ante el Dios que borró al hombre de la faz de
la tierra por medio del diluvio y promulgó su ley entre brillo del relámpago y
el ruido de los rayos? ¡Sí! Más ahora, acércate con confianza porque sólo
quiere colmarte de beneficios. Aquí estoy Señor, después de haber derramado
lágrimas de verdadera penitencia. No tengo que ofreceros sino lo que vos mismo
me habéis dado, vuestro cuerpo, vuestra sangre, si queréis el mío, aquí está,
“romped mis venas, sellad con ellas la promesa que os hago de seros fiel” y de
amaros más y más. Apiadaos de mí, según vuestra infinita misericordia. Yo me
acerco a vos, Dios mío y Padre mío, me acerco con la confianza del que no es
nada al que lo es todo, de un hijo a su amoroso Padre, y os pido, por el amor
con que por nosotros sufristeis en el huerto y por la profunda humildad que
animó siempre los actos de vuestra vida, que me concedáis la virtud de la
humildad, que quebrantéis en mí el monstruo de la soberbia que tantos estragos
ha hecho en mi corazón, que apartéis de la vanidad del mundo y todo respeto
humano, para serviros y amaros como vos lo merecéis. Amén.
Petición
y Credo, y luego:
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Señor,
yo os ofrezco esta novena en recuerdo de vuestros sufrimientos en el Huerto. No
atendáis a mis palabras pobres e insignificantes como yo, ved si los tiernos
afectos de mi corazón. Ya mi corazón os ama y ya nada puedo temer, soy vuestro.
Jesús mío, recibid nuestras oraciones, nosotros las unimos a las fervorosas
súplicas que hicisteis en el Huerto, y como vos diremos siempre: “Que no se
haga nuestra voluntad, sino la vuestra”. Jamás olvidaremos vuestros favores y
procuraremos corresponder a las gracias que bondadoso nos concedáis. Amén.
DÍA SEGUNDO
MEDITACIÓN
Mientras
que Jesús velaba y oraba por nuestra felicidad, el ingrato Judas se había
ofrecido ya a ser el vil instrumento de la ruina del Salvador de los hombres,
por medio de la más pérfida traición. “¿que me queréis dar?” les decía a los
príncipes de los sacerdotes, ¿qué queréis darme que yo os lo entregaré?
Ofreciéronle treinta monedas de plata y Judas consintió. ¡Treinta monedas! ¿por esa pequeñez Oh Judas, entregas a tu
Divino Maestro? Si por todo el mundo lo entregaras, aun pudiera decírsete: “¿Qué
aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?” se pone al frente
de una turba de soldados diciéndoles: “Aquel a quien yo besare, el es,
aprehendedlo”. Horrible hipocresía que
convierte el ósculo de la amistad en señal de la traición más negra. Pero el
mansísimo Jesús todavía se compadece de Judas, y con suma ternura le dirige
estas palabras: “¿Amigo, a que as venido?” ¡Oh Judas! ¿no sientes acaso la
dulzura que destilan estas palabras de tu Maestro, que no quiere tu perdición,
sino que te conviertas y vivas? Considera lo que sufriría el Señor al verse
traicionado por uno de aquellos a quienes, según su propia expresión: “ya que
no llamaba siervos sino amigos”, por aquel ante quien pocos momentos antes se
había postrado para lavarle los pies, a quien le había dado a comer su propio
Cuerpo y a beber su Sangre. ¡Ah! Para un corazón que sabe sentir, no hay cosa
más sensible que la ingratitud y el desprecio, y si se añade la traición,
entonces querría mejor la muerte. Pues considera, alma mía, al más tierno y
sensible de los corazones, al amoroso Corazón de Jesús, objeto de la mayor
ingratitud porque amaba mucho y había colmado de inmensos favores a Judas,
blanco del más grande de los desprecios, porque siendo Dios y valiendo todo,
fue vendido por un puñado de monedas, y considéralo, finalmente, sufriendo la
más alevosa traición. Considera, alma mía, tu propia conducta para con Jesús, y
verás como puede compararse con la del inicuo Judas. Sabes muy bien que te ama
mucho más que la gallina a sus polluelos, mucho mas tiernamente que una madre a
sus hijos, y tú ni siquiera recuerdas de Él, eh aquí tu ingratitud semejante a
la de Judas. Este le puso en manos de sus enemigos por treinta monedas de
plata, y tu le ofendes por un miserable deleite y le expones a la burla del
demonio, y de todos sus enemigos por el pecado que cometes, este es el
desprecio ¡Cuantas veces lleno de hipocresía dices que le amas, y tus palabras
son el ósculo de paz, esta es tu traición y esta es la ingratitud, el desprecio
y traición que repites tantas veces ¡Jesús mío, perdón, perdón…!
ORACIÓN
Jesús
mío, vos habéis dicho para animar nuestra confianza: “Pedid y recibiréis,
buscad y hallareis, llamad y se os abrirá”. “Hoy, alentado de esa confianza, os
pido que me concedáis el verdadero desprecio de las cosas del mundo, y que el
horrible vicio de la avaricia, jamás anide en mi corazón porque solo quiero que
sea vuestro, y guardar en el la riqueza de vuestro amor”. A vos busco, tesoro
divino, manantial perenne de la felicidad más pura haced que os halle y que
nunca os pierda por el pecado. A Vos llamo, Jesús mío, abrid vuestro corazón
para que yo entre en el para gustar las delicias de vuestro amor, a Vos llamo,
abrid vuestra mano y derramad sobre mi alma las gracias que tenéis reservadas a
vuestros hijos predilectos, a Vos llamo, abridme las puertas del cielo, donde
os vea y ame, donde os alabe y bendiga por eternidad de eternidades. Amén.
DÍA TERCERO
MEDITACIÓN
Considera
que la turba de soldados esperaba sólo la señal de Judas para aprehender a
Jesús, pero el mismo se entrega a ellos voluntariamente, porque al preguntarles
a quien buscan y habiendo respondido los soldados que, a Jesús Nazareno, el
Divino Maestro replicó: “Yo soy” y añade: “Habéis venido a buscarme con palos y
lanzas como a un ladrón, ¿no he estado todos los días en medio de vosotros?”
pusieron todos sus manos sacrílegas en el cuerpo adorable de Jesús. Considera
los malos tratamientos de aquella gente, más dura de corazón que las mismas
fieras, y al mansísimo Jesús, dejándose atar y llevar como el Cordero al
sacrificio. Considera la blasfemias y risotadas de los soldados, y a Jesús
elevando su corazón al cielo para dar gloria a su Eterno Padre, y ofrecerse
ante el excelso trono de la divina Justicia, como víctima de propiciación y
como precio de nuestro rescate. Da cabida, alma mía, a los más fervorosos
sentimientos considerando a Jesús en este amarguísimo paso de su Pasión. ¿Qué
había hecho para ser así tan cruelmente tratado? Solo había dado vista a los
ciegos, oído a los sordos, habla a los mudos, había vuelto el movimiento a
miembros paralizados, había llevado la salud a los enfermos desesperados de
todo humano remedio y había arrebatado a la muerte sus despojos, en una
palabra, solo había hecho el bien. ¿Porqué, pues, un odio tan implacable? ¿Por
qué tan crueles tratamientos? ¿a tanto llega la maldad del corazón humano que
pague mayores beneficios con los mayores males? Llora alma mía, llora amargamente
tus culpas, ellas son la verdadera causa de los padecimientos de Jesús. ¿Y a
ti, alma cristiana, que mal te ha hecho nuestro buen Dios, para que le ofendas?
¿no es el que te crió y te redimió, el que te conserva y vela constantemente
por tu bien? El abrió os ojos de tu inteligencia a la luz de la fé, el abrió
tus oídos para que escucharas las santas doctrinas que se dignó revelarnos, él
te ha dado el habla para que le bendigas, te ha facilitado el paso en el recto
camino de la justicia, con innumerables gracias, si alguna vez te has sentido
enfermo por los recios golpes de la tentación, el te ah dado vigor y salud
completa. Si por desgracia estuviste muerto por el pecado, el te resucito con
la penitencia. Si solo bienes has recibido de Jesús, ¿Por qué le maltratas con
más crueldad que los judíos? Llora de nuevo tus maldades y pide perdón por
ellas.
ORACIÓN
Las
Vírgenes son las que en el cielo siguen al Cordero Inmaculado por donde quiera
que va, los limpios de corazón poseerán el reino de los cielos. Señor,
concédeme esta limpieza de cuerpo y alma, haced que jamás consienta ningún
pensamiento menos casto ni menos conforme a la santidad que de vuestros
servidores exigís. Concededme que presente a vuestro santo tribunal, el último
día de mi vida, un alma y cuerpos limpios de toda mancha, puros como el
cristal. Nada manchado entrará en el Reino de los cielos, yo quiero conservarme
sin las abominables manchas del pecado, por eso a Vos ofrezco mi alma con sus
potencias, mi cuerpo con sus sentidos, no permitáis que, de oído al demonio,
sino, que cumpla fielmente vuestros preceptos, a Vos me entrego durante el día,
a Vos durante la noche, a Vos durante el tiempo de mi vida. Amén.
DÍA CUARTO
MEDITACIÓN
Considera
que examinando Pilatos la causa de Jesús y no hallando en el motivo alguno para
castigarle, pretendió mover al pueblo presentándolo con el cuerpo hecho pedazos
por los azotes. Dió este juez su orden injusta y atado que fue el Salvador a
una columna, comenzaron los verdugos a descargar sobre Jesús cruelísimos
azotes, luego que uno descansaba el otro proseguía, el santo cuerpo estaba ya
tan destrozado que se cumplió fielmente el vaticinio del profeta, que nos lo
presenta hecho una llaga, desde la coronilla de la cabeza hasta la planta de
los pies. ¿Cómo, ¡Oh Pilato! No hallas en el causa y por contentar al pueblo le
castigas? ¿mejor quieres dar gusto al pueblo que conservar la tranquilidad de
tu conciencia? ¿Quieres estar más bien con el César que con Dios? ¡A que
excesos llega nuestra depravada naturaleza! Una de las causas que movieron a
nuestro Divino Salvador a sufrir el tormento de los azotes, fue nuestra
sensualidad, es decir, ese amor extremado al lujo y a todo lo que
agradablemente afecta a nuestros sentidos. A pesar de las pruebas que tenemos
todos los días de que tarde o temprano ha de llegar la muerte a poner fin a
nuestra existencia, a pesar de que sabemos que nuestro cuerpo ha de llegar a
ser pasto de gusanos en el sepulcro, siempre estamos empeñados en satisfacer
sus apetitos. No olvidemos que una sola cosa es necesaria y es la salvación de
nuestra alma, si esta la perdemos, todo lo hemos perdido y nuestro cuero tendrá
que servir de pábulo a las llamas del infierno, al contrario, si la salvamos,
todo hemos ganado y nuestro cuerpo resucitará glorioso el último día y será
compañero fiel del alma en los goces eternales. ¿Y tu conoces debidamente esta
verdad y conociéndola obras conforme a ella? ¿Has castigado tu cuerpo con la
penitencia por una parte tan merecida por tus pecados, y por otra tan agradable
a Dios Nuestro Señor? Mucho me temo que sea todo lo contrario, es decir, que
vivas como si nunca hubieras de morir, que des gusto a tu cuerpo como si fuese
la parte principal de nuestro ser. Si es cierto que nosotros fuimos creados
para Dios, todo se lo debemos a Él y todo debemos emplearlo en su servicio,
esto es lo único que nos aprovechará. Dios mío, que mal he usado de vuestras gracias,
Vos siempre bueno para conmigo, yo siempre rebelde para con Vos. Os prometo
mirar por mi salvación castigando mi cuerpo y sujetándolo al espíritu.
ORACIÓN
Señor,
Vos sois santo, tenéis odio al pecado y amáis a los que siguen vuestra ley, en
vuestra augusta presencia renuncio al pecado y prometo grabar vuestros
preceptos en mi corazón, Vos sois mi ayuda y mi refugio, todo lo puedo con Vos,
y sin Vos soy menos que la misma nada. Miradme siempre con ojos de misericordia
y seré salvo. Hoy especialmente os pido Señor, que reprimáis en mí el
movimiento de ira, porque quiero aprender de Vos a ser manso y humilde de
corazón, quiero tener caridad con mis hermanos, quiero tenerla conmigo mismo,
quiero con la caridad, alcanzar a todas las virtudes y hacerme digno del cielo.
Amén.
DÍA QUINTO
MEDITACIÓN
Ya
estaba el sagrado cuerpo de Jesús hecho mil pedazos por los azotes, estaba ya
desfigurado a causa de los terribles golpes y de la mucha sangre que brotaba de
sus llagas todas. Y que ¿ya se compadecerán los inhumanos judíos? No, su duro
corazón tiene sed de venganza y aún no se sacia su crueldad que no conoce
límites. Hicieron a Jesús rey de burlas, y al afecto pusieron una clámide de
púrpura, el cetro de caña y una corona de espinas. ¡Oh! Que tormento nunca oído
¡que sentirías, Jesús mío, cuando las agudas espinas iban traspasando tu
cabeza! ¿Por qué permites que de tal modo te martiricen? Dirás que por mi amor.
¡Ah! Señor, es que yo no merezco nada, es que solo merezco el infierno.
Jesucristo nuestro Señor, sufrió el dolor de su coronación de espinas, para
desagraviar a la Justicia Divina de los malos pensamientos de los hombres. Dios
nos hizo racionales para que le conociéramos, para que recordáramos de su ley y
beneficios, pero no lo hacemos así por culpa nuestra, cuantos y cuantos malos
pensamientos se forjan en la cabeza de los mortales. Unos para alimentar la mas
refinada soberbia, otros para cumplir deseos de venganza, estas son declaradas
injusticias para adquirir oro y saciar la avaricia, aquellos con modos
escogitados para denigrar la fama del prójimo contra quien se dirigen los tiros
de la envidia. Examina muy atentamente tu conciencia y ve lo que te dice acerca
de tus pensamientos y de tus intenciones. De tus pensamientos ¿puede decirse
que son de un cristiano fervoroso que no solo conforma a Dios sus acciones y
sus palabras si no que su mismo pensamiento nunca se aparta de la presencia de
Dios? ¿tus intenciones son siempre rectas, obras según las palabras de
Jesucristo? ¿si tu ojo fuere sencillo todo tu cuerpo lo será, es decir, si tu
intención fuere recta todas tus obras serán rectas? ¿Por desgracia eres de
aquellos que procuran cohonestar sus malas acciones, no rectificando su
conciencia, sino acallando su voz con argumentos especiosos que engendra la
malicia y no la sencillez?
ORACIÓN
Divino
Salvador mío, por el rigurosísimo ayuno que durante cuarenta días hicisteis en
el desierto, y por los dolores todos de vuestra Pasión, humildemente os pido me
concedáis que llegue yo a vencer mi carne que es el enemigo domestico de mi
alma, que sujete esta carne siempre rebelde contra el espíritu, que los
alimentos me sirvan solo como un medio de conservar la vida que me habéis dado
para labrar mi felicidad eterna, que nunca el apego a mi cuerpo impida que con
entera libertad pueda volar a la mansión de los bienaventurados. Si, Jesús mío,
haced que ponga en practica el consejo del Apóstol San Pablo; ya sea comamos,
ya sea que bebamos o hagamos otra cosa cualquiera que sea para gloria de Dios.
Por mi parte, os ofrezco todas mis acciones, el alimento que he de tomar y los
pasos que he de dar. Amén.
DÍA SEXTO
MEDITACIÓN
Nos
refiere el santo Evangelio que, después de la resurrección de Lázaro, se
reunieron los príncipes de los sacerdotes y dijeron: “¿Qué hacemos porque este
hombre hace muchos milagros y se llevará tras si a todo el pueblo?” pero que,
¿era justa causa para perseguir a Jesús, a aprehenderlo, condenarlo a muerte y
dársela de hecho? No encuentro causa en él, dijo Pilatos, y con razón. ¿por
cuales de mis obras me queréis dar muerte? Había preguntado Jesús a los
fariseos, ellos contestaron “`porque te haces hijo de Dios” y Jesús replicó:
“no creáis mis palabras, creed las obras, el verdadero móvil de la conducta de
los jueces fue la envidia que le tenían a Jesús por su poder sobrehumano,
porque les había echado en cara los vicios que cubrían bajo el manto de la
hipocresía. También nosotros imitamos la conducta de aquellos fariseos, a
nuestros propios ojos no somos sino santos, pasamos sobre nuestros defectos
como si no existieran, entre tanto que hacemos sufrir la virtud con nuestros
malos juicios y con el arma de la maldición, somos con nuestra lengua como
ciertos insectos venenosos que vierten su ponzoña en el cáliz de las flores mas
puras, ponemos malas intenciones en las almas que practican la virtud y
cambiamos los nombres llamando hipocresía la verdadera piedad, encogimiento y
vileza, la modestia y la humildad. Esto nace de que los buenos con acciones
virtuosas son una reprensión viva de nuestros malos hábitos. Piensa bien y
enmienda tu conducta, aun es tiempo. Considera finalmente tu conducta farisaica
con relación a los defectos del prójimo, quizás podrían aplicársete las
expresiones del Salvador: “Ves la paja en el ojo de tu hermano y no vez la viga
que tienes en el tuyo” No existe tal vez en ti la verdadera caridad que se
duele de los efectos ajenos, pide a Dios por la enmienda de los demás. También
conocerás si tienes caridad por el modo con que recibes la reprensión de tus
faltas ¿Las reconoces? ¿te humillas delante de Dios? ¿las lloras amargamente?
¿Lloras el escándalo que das a tus hermanos? Examínalo y pide a Dios esta
importante virtud de la caridad. Graba en tu memoria las preciosas sentencias
de “No hagas a otro lo que no quieres para ti. No juzgues para que no seas
juzgado”.
ORACIÓN
Inocentísimo
Cordero de cuyos labios solo salieron palabras inflamadas de la caridad más
ardiente, del amor más tierno y de la más acendrada compasión a vuestros
hermanos. “Perdonadlos, decías en la cruz, perdonadlos porque no saben lo que
hacen” Yo también por amor vuestro ya amo a mis hermanos, les perdono de todo
corazón las ofensas que me han hecho y uno mis padecimientos a los vuestros.
Perdonad Señor, a mis enemigos, yo los perdono, perdonadme a mí. No permitáis
que alguna vez me deje llevar la envidia, ni de la ligereza en juzgar mal las
acciones de los demás. Haced que solo respire caridad, que enmiende mis
defectos hasta ser un santo y que mi buena conducta repare los escándalos que
eh dado durante mi vida. Así sea.
DÍA SÉPTIMO
MEDITACIÓN
Como
el inocente Isaac llevó en sus hombros la leña preparada para el sacrificio,
así el divino Jesús camino hasta la cumbre del Gólgota llevando el madero de la
Cruz en que había de ser clavado. Era inocente, pues era impecable, era Dios,
pero cargaronse sobre si nuestras culpas y su Eterno Padre le recibió como
víctima por nosotros. El peso de la cruz era enorme y el delicado cuerpo de
Jesús pudo soportarle solo por la fuerza sobrenatural que le comunicaba su
divinidad. Era mucho lo que había sufrido y mucho aun le restaba que sufrir.
Cayó tres veces bajo el peso de la Cruz y tres veces tuvo que seguir el camino
del Calvario ¡Oh! Señor, ¿Cómo es que de dolor no muero por mis gravísimos
pecados que son la cruz que os martirizó? Mandadme la cruz de los padecimientos
porque quiero hacer penitencia por mis culpas, quiero también ir, como vos,
triunfaste a los cielos. Si quieres entrar, alma mía en el numero de los justos
y con ellos poseer el reino de los cielos, toma tu cruz del sufrimiento, porque
el reino de los cielos sufre fuerza y se le arrebata con violencia, el camino
mas estrecho es el que allá conduce, toma tu cruz y sigue al salvador. El que
le sigue, no anda en tinieblas, el es el camino de la verdad y la vida, si te
unes con Jesús no extraviarás en tu camino porque el mismo lo ha trazado y va
delante de nosotros procurando que nada nos falte y alentándonos cuando estamos
a punto de desfallecer. Es la verdad o sea la luz de nuestro entendimiento, el
que conoce a Jesús, todo lo conoce, es la vida, por eso el que lo posee, jamás
morirá, sino que vivirá eternamente. Alma mía, tú siempre has huido la cruz del
sufrimiento, no has seguido deveras al Salvador que es la luz verdadera que
ilumina a todo hombre que viene a este mundo, y por eso las tinieblas del pecado
han cegado tu corazón. Aún hay remedio, resuélvete a padecer, pero de un modo
tan firme, que exclames con Santa Teresa: “Señor, o padecer, o morir, no, no
morir sino padecer.” ¿Qué importa padecer, si el premio que se nos dará será
infinitamente mayor? según san Pablo, que dice: “No son comparable los
padecimientos de esta vida a la gloria que después se nos dará” Desde este
momento abandona los gustos y placeres del mundo, y toma tu cruz con el
Salvador del calvario, muere allí con el para que con el resucites glorioso y
reines para siempre.
ORACIÓN
Hasta
ahora, Señor, he sido muy perezoso en vuestro servicio a causa del amor
desordenado que me he tenido a mí mismo, ocupado en los negocios del siglo, he
descuidado lo que me importa que es el servir a mi Dios para conseguir mi
santificación. ¡Cuantos remordimientos de mi vida pasada tengo en mi
conciencia! Pero ya con la frente puesta en el polvo de que me formasteis, tomo
la resolución firmísima de buscar en todo vuestra voluntad y cumplirla con
diligencia, aunque sea contra mis naturales inclinaciones. Vos, dadme gracia
para poner fielmente en práctica estos santos propósitos. ¡Oh Cruz Santa de la
tribulación! Ven, ven, no te temo si no que te bendigo y abrazo porque ya estoy
con mi Jesús, y el me ayudará a llevarte. Amén.
DÍA OCTAVO
MEDITACIÓN
Llega
Jesucristo al Calvario, le desnudan de sus vestiduras, le ponen sobre la cruz,
le elevan en ella, tiene sed y le dan de beber hiel y vinagre, pide perdón por
sus enemigos que le han puesto en tal estado y muerte. El Dios hombre muere,
sujeta a la muerte el autor de la vida, el Creador de los cielos y de la
tierra, el verbo eterno, aquel por quien todo se ha hecho y sin el cual nada,
entrega su espíritu en manos de su Eterno Padre. En tan solemnes instantes se
rasgó el velo del templo, denotando que la ley antigua había terminado y que
empezaba la ley de la gracia, la tierra se estremeció, los muertos resucitaron,
el solo y la luna negaron su luz, Jesucristo, con su muerte puso fin a su
pasión, todo lo consumó, es decir, dio exacto cumplimiento a las profecías que
de el se habían escrito, terminó la ley escrita y dio principio la ley
evangélica, la grande obra de nuestra redención tocaba su fin. Las mismas rocas
donde se efectuó la muerte del Salvador, parece que sintieron tal
acontecimiento, los que ya dormían el pesado sueño de la muerte se levantaron
las pesadas lozas que cubrían sus restos, el sol y la luna se obscurecieron, y
tú, alma mía, ¿eres mas insensible que las rocas? ¿no te moverá la muerte de tu
Dios? ¿será mas fácil que un muerto resucite que el que tu despiertes del
letargoso sueño del pecado? El Sol y la Luna cubrieron su rostro, ¿y tu no
cubres el tuyo de vergüenza? Si, si, Señor, me avergüenzan mis pecados y os
pido que me perdonéis el atrevimiento con que tantas veces os ofendí. La muerte
de mi alma causó vuestra muerte, resucitadme ya a la vida de la gracia. Piensa
en este día algo sobre el infinito amor de Jesús. Él ha dicho: “Yo soy el buen
Pastor que da la vida por sus ovejas” y así lo hizo, pero tú, ¿Cómo le has
correspondido? Has sido, de seguro, la oveja mil veces descarriada por el
pecado, has sido el pródigo que abandono la casa de su padre para vivir mal,
dando rienda a tus pasiones y apetitos. Ven ahora, que Jesucristo te recibe con
amor, dile, no soy digno de llamarme hijo vuestro y el te recibirá. Conviértete
y le darás un gusto muy grande porque así verá que su preciosa sangre no se
vertió en vano por ti. El cielo se alegrará porque hay mas gozo por un pecador
que se convierte que por noventa y nueve justos que hagan penitencia. Esta ya
resuelto aún a morir por tu Dios, si necesario fuese. Toma esta preciosa
resolución.
ORACIÓN
¡Oh
Señor! Que, aunque Omnipotente e infinito escuchas a vuestras miseras
criaturas, que no desdeñasteis de tomar nuestra humana naturaleza para ser
nuestro hermano, aquí tenéis al ser mas despreciable de todos implorando
vuestra clemencia, solo quiero que me admitáis de nuevo en vuestro amor y
decididme ¿Qué prefieres de mí? Hablad, que vuestro siervo escucha. Quiero
corresponder el infinito amor que me tenéis.
Vos recibisteis gustoso la muerte por mí y yo quiero morir por vos.
Dadme fortaleza de espíritu, para resistir todas las tentaciones del demonio,
del mundo y de la carne, os lo pido Señor por vuestra muerte preciosa, por la
gloria que con ella recibió la justicia eterna. Amén.
DÍA NOVENO Y ÚLTIMO
MEDITACIÓN
De
la oración deben sacarse resoluciones prácticas, dicen los maestros de la vida
espiritual y en efecto ¿de que serviría preciosas especulaciones tratándose de
una cosa eminente práctica cual es la vida de la virtud? Dios exigirá una
estrechísima cuenta a los que conocen la verdad y que no obran conforme a ella.
Un siervo del Evangelio exclama: “Señor, nada hice porque es mucho lo que
exiges” “Siervo necio, respóndele su Señor, te juzgo por tu propia boca, sabías
que yo era muy exigente y tu nada hiciste”. También nosotros oiremos estas
terribles palabras del Supremo Juez, sino enmendamos nuestra vida. El fruto que
debes sacar de esta novena es la fidelidad en el cumplimiento de las santas
resoluciones que a los pies del Señor del Huerto has tomado. Te determinaste a
ser humilde, comienza desde ahora a huir de la soberbia. Resolviste apartarte
de las vanidades y locuras del mundo, comienza a hollarlo y remontar tu vuelo
al lugar donde Dios habita con sus escogidos. Prometiste ser puro en tu cuerpo
y en tu alma, conságrate de nuevo a Dios y pídele gracias para domar tu carne.
Quisiste ser manso de corazón, jamás te dejes llevar de los movimientos de la
ira. En fin, renueva tus propósitos y empieza a cumplirlos. Acaba con dar a
Dios las más rendidas gracias por las inspiraciones que te ha concedido durante
el tiempo de esta novena, ofrécele tus resoluciones, dile que siempre que veas
este augusto templo donde se venera la imagen del Señor del Huerto, recordarás
sus favores y renovarás el acto de amor que ahora estás haciendo.
ORACIÓN
Señor,
ya pongo término a estos actos de mi devoción. Todos los pongo a vuestras
plantas, dignaos recibirlos, si algo he merecido por vuestra infinita bondad,
unidlo a vuestros méritos y que sea en descuento de lo que os debo por mis
culpas. Que vos me perdonéis es mi único deseo, coronad la obra concediéndome
el perdón, ayudándome en la vida, asistiéndome en la hora de la muerte y
llevándome al cielo a gozaros eternamente. La gracia que hoy os pido es una
buena muerte, porque de ella finalmente, depende la felicidad eterna en ese
momento, tenedme en vuestros brazos, ahuyentad al demonio, traed a la tierna
abogada de los pecadores, María Santísima, al protector de los moribundos el
Señor San José y en vuestras manos desde hoy para entonces pongo mi espíritu.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario