EJERCICIO PIADOSO DE LOS MIL JESÚS
Esta
devoción consiste en invocar el Nombre de Jesús mil veces para derrotar de las
casas a las huestes del mal. Como testimonio del triunfo del bien sobre el mal
se hace una cruz de madera o de ramos de olivo o utilizamos alguna que tengamos
en casa. El poder de intervención y la majestad de este Nombre es milagroso,
porque está sobre todo nombre y ante el cual se arrodilla todo ser, en los
cielos, en la tierra y en los infiernos. Para venerar este Nombre Sagrado, se
hace un altar pequeño, con una cruz en el medio, dos velas, flores y un poco de
agua bendita.
Podemos rezar los mil Jesús de la siguiente manera:
Por la señal de la Santa
Cruz...
ACTO DE CONTRICCIÓN
Señor
mío Jesucristo, Dios y Hombre
verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os
amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; porque
eres infinitamente bueno y digno de ser amado. Propongo firmemente nunca más
pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y, cumplir la
penitencia que me fuera impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en
satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en
vuestra bondad y misericordia infinita, que los perdonareis, por los méritos de
vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para
enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio, hasta el fin de mi
vida.
Amén.
Amén.
Rezar el
Padrenuestro.
Al empezar la decena se dice:
Santísima
Cruz, mi abogada has de ser, en la vida y en la muerte me has de favorecer. Si
a la hora de mi muerte el demonio me tentare, le diré: Abominable
Satanás, en mi poder no tendrás, porque en el día de la Cruz dije mil veces Jesús.
Se pasan todas las cuentas del rosario
diciendo Jesús, Jesús, Jesús... (50 veces) y cuando haya terminado de contar un
rosario completo se dice un Gloria, un Padrenuestro y la oración final.
Cuando se hayan contado los 20 rosarios, se terminan los mil Jesús.
ORACIÓN FINAL
Te
adoramos, oh, Cristo, y te bendecimos,
que, por tu Santa Cruz,
redimiste al mundo.
Jesús, Jesús, Jesucristo.
Jesús, mi Jesús por siempre.
Jesús, Jesús en mi vida, Jesús, Jesús en mi muerte.
Dulce Jesús, sé mi Jesús y sálvanos.
Jesús, Jesús, Jesucristo.
Jesús, mi Jesús por siempre.
Jesús, Jesús en mi vida, Jesús, Jesús en mi muerte.
Dulce Jesús, sé mi Jesús y sálvanos.
Oremos: Oh, Dios, que, al recordar hoy el descubrimiento de la verdadera cruz, renovaste los milagros de tu pasión, concédenos que por el valor de aquel sagrado leño de vida alcancemos eficaz socorro y ayuda del cielo para la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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