DÍA DIEZ Y NUEVE DE CADA MES
Consagrado a la memoria de la portentosísima renovación del Santísimo Cristo, que se venera en la iglesia de Señoras religiosas del convento de Señor San José y Carmelitas descalzas de la antigua fundación de esta norte
CON LICENCIA DEL ORDINARIO
México, 1826
ACTO DE
Oh dulcísimo Padre y redentor mío: con cuanta confusión llego a tu presencia sin atreverme a levantar los ojos al cielo a quien he ofendido. Los fijo en esta alma formada a tu imagen y semejanza, que adornaste con unas potencias nobilísimas, y en las saludables aguas del bautismo la enriqueciste con todas las virtudes, dejándola cual una Ciudad hermosa en donde tu habitabas de asiento como Señor de ella. Los fijo Dios mío, en mi alma, y me estremezco al verla saqueada, despojada del bello adorno de las virtudes, pobre, desolada, cubierta de llagas, y reducida a una vergonzosa esclavitud. Y ¿quién, quién ha podido borra el antiguo esplendor y hermosura que la distinguía? ¿Quién hacerla pagar un detestable tributo al Demonio su mortal enemigo? ¡Quien ha de ser Señor! Mis culpas, la fea y torpe ingratitud con que abandoné traspasando tu santa ley olvidando que eres mi Dios, mi Padre, mi amigo, mi Redentor y el mico dueño de mi alma. Ellas la afean, ellas la envilecieron, y ellas la han conducido al borde de una eterna desgracia. Mas ya que me haces conocer mi locura y estrados, me levantaré é iré a ti. Si, ya me tienes a tus pies, dulcísimo bien de mi vida, para regarlos como Magdalena con mis lágrimas, para que riegues mi alma con esa sangre purificadora que destilan todos los poros de ese cuerpo divino para mi remedio. No dudo, padre mío, de la bondad infinita con que quieres perdonarme, ni tú debes dudar de mi arrepentimiento, porque él es tal, que quisiera arrancarme un corazón que se reveló contra ti; más de hoy en adelante ayudado de tu divina gracia, ni la tribulación, ni la angustia, mi muerte nada bien mío, nada me separará de tu servicio. Añade pues, este nuevo timbre a tus misericordias, perdonando á tan grande pecador como soy yo, para que se alegre el cielo y la tierra por mi conversión; y yo agradecido á tan grande piedad te sirva y ame cómo te lo prometo hasta el último aliento, para cantar eternamente tus misericordias en la gloria. Amén.
Se
rezan cinco credos a las cinco Llagas de N. S. Jesucristo; y luego lo siguiente:
ORACIÓN
Como resplandece, Dios mío, tu infinito poder en esta tu imagen adorable. Consumida casi, y destruida por la voracidad del tiempo, y queriendo darnos en ella una prenda segura de vuestro amor obráis los más estupendos prodigios, la formáis de nuevo, y sale de tus manos esa tan bella copia del original que adora nuestra fé de un Dios paciente y humillado. Bendito sea tu poder y tu misericordia. ¡Qué imagen, Señor, tan bella y tan encantadora! ¡Qué hermoso apareces en esa Cruz, á pesar de que el horroroso semblante de la muerte, y lo agudo de los tormentos han opacado la brillantez de esos ojos bondadosos, y la tersura de ese cuerpo virginal y purísimo y cuan lleno de bondad, pues desde ese Leño sagrado me estás convidando para que renueve mi espíritu consumido por la voracidad de mis pasiones! Renuévalo, tiernísimo Padre y Redentor mío. Obra en mí el prodigio de que venga sobre mí un rayo de esa caridad que forma tu carácter para que prenda en mi corazón el fuego divino que consuma y abrase todos mis hábitos envejecidos y forme un hombre nuevo, para que renovado por tu bondad y misericordia me fije en esa Cruz, y clavado perpetuamente contigo, tu mi Jesús, seas el único objeto de mi amor; tu, mi Padre; tu, mi conductor por el delicioso camino de la penitencia; tu mi consuelo; tu mi guía, tu mi felicidad; tu mi bien, tu mi gloria.
ORACIÓN
A la Santísima Trinidad por haber preservado a María Santísima de la culpa original.
Oh Trinidad augusta y divina: tu sola eres capaz de comprender digna y cabalmente tu infinita misericordia en habernos proporcionado una tan sobre abundante redención en la persona del hijo. Mas si por esto se te debe la más reverente y humilde gratitud, se te debe también en haberle preparado una madre que lo fuese digna de tal hijo, y que siéndolo también nuestra, fuera tan agradable a tus ojos que pudiese ser la medianera entre Dios y los hombres. Así es, Señor. Tu omnipotencia está empeñada en formar una criatura en quien resplandezca es te tu atributo soberano, y llegado el tiempo decretado en tus eternos consejos, formas a María cuidando de libertarla del común contagio, de la culpa, y sale de tus manos criadoras tan llena de gracia, tan pura, tan hermosa, que ella es la imagen de la divinidad, la Arca del testamento, el Santuario de la propiciación, y el objeto de las complacencias de tus tres divinas personas. Alábente pues ¡Oh Trinidad adorable! por este beneficio, los Ángeles y los hombres, los peces y los brutos, los montes y collados; todas las criaturas del ciclo y de la tierra te ensalcen y bendigan: que yo uniendo mi voz con la de todas ellas bendeciré tu augusto nombre por haber criado a María Santísima, Purísima en su alma desde el momento de su Concepción; Purísima, antes, en el parto, y después de él Purísima en su cuerpo, Purísima en todos los mementos de su vida; y te pido me des una tan tierna y cordial devoción hacia esta Reina inmaculada que merezca sea mi intercesora en la vida, que su nombre con el dulcísimo de Jesús se grave en mi corazón, se asome en mis labios, y los pronuncie a la hora de mi muerte para ser feliz en la eternidad. Amén.
Un
credo por la intención de la persona que promovió esta devoción.
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