martes, 19 de mayo de 2020

MEDIA HORA ANTE EL SEÑOR DE SANTA TERESA



MEDIA HORA

ANTE LA SAGRADA IMAGEN

DEL

SEÑOR DE SANTA TERESA

Afectos propios para alcanzar su misericordia, puestos por el Presbítero José María Sánchez Espinosa.

 

ORACIÓN

QUE EL ALMA DIRIGE AL SEÑOR

Si este infeliz que se halla en vuestra presencia, alcanza que le otorguéis un momento de oírle escuchareis, Señor, más bien sus sollozos que sus palabras, porque al recuerdo que va a hacer, necesariamente sus ojos se convertirán en mares, y el llanto entorpecerá sus labios: no podrá hablar. ¿Me oís, Señor? Pero ¿cómo pregunto, cuando sé que siempre estáis dispuesto a escuchar a vuestras criaturas? Pues escuchadme, amante Padre.... ¿me veis? Aun no me arrojéis de vuestra presencia: ¡merezco el castigo! Pero, piedad, Dios mío; piedad con el infeliz; misericordia con el desgraciado. Un pecador es el que espera. . . atendiendo a su iniquidad, la muerte; pero mirando vuestra piedad, la vida. Sí, buen Jesús, yo viviré: yo cantaré vuestras misericordias: yo publicaré vuestras ternuras, y las acciones generosas que hacéis conmigo. Padre, Padre, ¿desecháis mis ruegos? Padre Jesús, ¿no miráis mis lágrimas? ¡Qué miseria, qué infelicidad es la mía! ¿No soy digno de vuestras gracias? . . . Señor, yo soy la oveja perdida: habéis dicho que dejareis las noventa y nueve por buscar una: pedís el parabién por la conversión del pecador; pues Señor, daos la enhorabuena, porque yo he de morir en vuestra presencia, al recuerdo de haberos ofendido. Yo estoy cierto de alcanzarla, pues sois Dios de clemencia; y esta media hora que aquí estoy reflexionando mi ser, y vuestra presencia, me hará conocer quién sois vos y quién soy yo... Yo, pobre criatura concebido en pecado, nacido en pecado, todo lleno de miseria y fatalidad; y vos... ¡ah! ¡Hablen los cielos y la tierra, y se publicará lo que mudos dicen. . . Vuestro poder. . . vuestra majestad. . . vuestra misericordia! Mi entendimiento. . . se halla en otra esfera. Quiero acercarme a vos… Espíritu divino, ilumíname, aliéntame, confórtame... ¡Oh abismo de la bondad de Dios! Sostén mi debilidad. Dios mío, no me abandones . . . Yo me siento arrobar. . . Luz divina, Luz santa.... Padre. . . Padre Jesús, piedad. . . ¿Quién soy yo? ¿Quién sois vos?

(Se medita)

¡Alma mía! . . . Dios. . . el Criador. . . Tú… ¡la criatura! . . . ¡Alma mía! ¡Dios conservándote! . . . tú viviendo. . . ¡Alma mía! Dios llenándote de favores... tú recompensando con ultrajes sus finezas. . ..

Al terminar la meditación.

¿Me atreveré, Señor a negar los favores que nuevamente he recibido? No: yo siento un dulce y suave bálsamo que corre por mis venas: yo he sentido vuestro espíritu: él me ha hecho ver todo mi deber: él me ha hecho conocer vuestros afanes en hacerme salvo. Cristo Renovado, renueva mis entrañas. No apartes tu Espíritu de mí. ¡Yo soy feliz! Señor, te renovaste, y todo lo que pasó en tu admirable Renovación, me enseña el amor que tienes a tus pobres criaturas. Pobre corazón mío, ¿cómo es posible que no nos haya amado? No debió separarse un solo instante de vos. . .. Tantos años de ofenderos, y tantos años de tolerarme. ¡Por qué conservar mi existencia! ¡Por qué no haberme confundido eternamente! ¿Por qué? Porque no queréis la muerte del pecador, queréis que se convierta y viva; porque queríais estos treinta minutos en que yo he estado postrado delante de vuestra adorable Imagen; porque queríais hacer las paces con mi rebelde pecho. Gracias, Señor, gracias porque aún concedes lágrimas a mis ojos y suspiros a mi corazón. Yo en debida gratitud, vendré todos tos días; y si me es posible, todos los instantes, a rendiros los afectos de mi pecho. Yo bañaré con lágrimas vuestros altares, y yo no cesaré de publicar y decir; Esta Soberana Imagen de Jesús Crucificado, ha sido mi felicidad. Señor, con vuestra licencia me retiro; pero vos no os apartéis de mí. En el momento en que me dejéis, perezco: acordaos, Señor, que no tengo otro Dios: y si bien os he ofendido, siempre os he llamado mi Dios y mi Señor: siempre os he pedido, como hoy, piedad, misericordia. Compasión, Señor, compasión: cubridme, Señor, sostenedme. Decid al aire contagiado que no turbe mi aliento: decid a mis enemigos que vos sois mi fortaleza. Temblores, rayos, tempestades, incendios, muertes repentinas, hambres, miserias, todo parará y me respetará, porque os he invocado, porque os he dicho poderoso, compasivo, misericordioso: y porque con lágrimas os he demostrado mi infelicidad, y estoy cierto que no os podéis negar al llanto de vuestras criaturas. Aquí, al pie de vuestro altar, hallé la vida; aquí hallaré lágrimas, aquí tendré la dulzura de llamaros Padre y de repetir: Misericordia, misericordia, piedad con este infeliz. Amén.

 

JACULATORIA

Permitid a un pecador

Que á vuestras plantas se arroje,

Y que con lágrimas moje

Vuestros pies, Padre y Señor.

Misericordia. . . favor:

No desechéis á mi pecho,

Miradme en llanto deshecho;

Y pues sois Dios de clemencia,

Beso con vuestra licencia

La llaga del pie derecho.

Padre nuestro.

 

JACULATORIA

En el pie izquierdo tenéis

Otra llaga. . . á ella llego,

Porque en ella encuentro el fuego

Que me alienta; . . . ¿y negareis

Lo que os pido, cuando veis

Que me hallo en mi sano acuerdo,

Que á vuestras plantas recuerdo

El hecho de Magdalena?

Pues sea bálsamo a mi pena

Esta llaga del pie izquierdo.

Padre nuestro.

 

JACULATORIA

Esa Mano poderosa

Que todo crió de la nada,

En la cruz se vió clavada

Por mi alma infiel, orgullosa.

Pero hoy esa alma llorosa

Aquella mano se estrecha,

Esta mano sea la flecha

Que me hiera el corazón:

Piedad, Señor, compasión,

Por vuestra mano derecha.

Padre nuestro.

 

JACULATORIA

Y pues a esa mano izquierda

También mi arrojo clavó,

Me acojo a esa mano yo,

Porque mi alma no se pierda.

Dulce Jesús, hoy recuerda

Que un infeliz pecador,

Llorando alcanzó el favor

De que lo hayas perdonado.

Jesús, Cristo Renovado,

Misericordia, Señor.

Padre nuestro.


JACULATORIA

La llaga de tu costado

Ya es mi eterna habitación,

Y pues, de la eterna Sión,

Habitante soy nombrado,

Repito, en ese costado,

Donde hallé mi reducción,

Morará mi corazón

En vuestro amor en la cruz,

Duélete de mí… Jesús,

Padre Jesús, compasión.

Padre nuestro.

Señor, ya que me habéis permitido oírme y acercarme a vuestras preciosísimas llagas, ya que eh tenido la felicidad de humedecerlas con más lágrimas, otorgadme otra gracia, de levantar mis ojos para ver vuestro Rostro. ¡Que apacible! ¡Que afable! Solo respira piedad, y en cada una de sus facciones, parece se encuentra esta palabra… no temas, soy tu Dios: ven a mí, serás salvo. ¡Ah, seré salvo! Rostro de mi Jesús, líbrame de todo mal. Rostro de mi buen Jesús, cubre con tu poder mi pobre existencia. . . Padre Eterno, por ese hermoso rostro de tu Hijo santo, perdóname: ya no recuerdes mi maldad: soy tu pobre barro, tu miserable barro: misericordia. Y por este rostro divino, muda mi corazón. Amén.

Una Salve…


Madre de Jesús, he dado

Palabra a vuestro Hijo santo,

De no ofenderle. . . y mi llanto

A su bondad ha obligado.

Desde hoy quedo a tu cuidado:

Ampárame, Madre mía,

Sé tú mi norte, mi guía,

Pues siendo Jesús mi Padre,

Y tú Madre mía, mi Madre,

Soy feliz en todo día.

 

                            Una súplica al Señor, por el autor de este Devocionario.

LAUS DEO

 

 


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