SEMANA MARIANA
DIVIDA EN DIVERSAS ORACIONES JACULATORIAS
PARA CADA DÍA DE LA SEMANA, MUY PROVECHOSAS PARA LOGRAR POR SU MEDIO BUENA
MUERTE
COMPUESTA EN LATIN.
Por el R. P. Constancio Arsonio, Clérigo
Reglar de San Pablo.
Traducido en castellano
por un devoto esclavo de María.
Con licencia
DOMINGO
Oh Santa María, piadosa Reina de los cielos, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa del Espíritu Santo, noble descanso de toda la Trinidad, elegida del Padre, preservada por el Hijo y amada del Espíritu Santo, alumbrada del Padre, habitada del Hijo, llena de toda gracia por el Espíritu Santo. Bendígame por ti Dios Padre que me crió, bendígame Dios Hijo que con su sangre preciosa me redimió, bendígame Dios Espíritu Santo, que en el bautismo me santificó, y toda la Santísima Trinidad, por su intercesión me reciba mi alma en la hora de la muerte.
Oh Santa María Reina de Clemencia, debajo de tu amparo y al escudo de tu defensa me recojo: quiero vivir, y morir a la sombra de tus alas y maternal protección. Ave María.
Oh Santa María, Madre de la dilección hermosa, en la hora de mi muerte sed mi defensa y firme amparo para que queden confundidos los que buscan mi alma para Perderla. Ave María
Oh Santa María, dulcísima Virgen, bendíceme ahora según vuestra gran misericordia, y en los dolores de la muerte, confortadme y consoladme según toda vuestra gran benignidad. Ave María
Oh Santa María, abogada poderosa, concédeme, que yo si viva en tu maternal bendición, para que debajo de tu virginal custodia, acabe con felicidad la vida. Ave María
Oh Santa María, vida y dulzura mía, derramad sobre mí, Señora, el espíritu de vuestra gracia, recibidme en el seno de vuestro amor, y en el espectáculo de la muerte, bendígame Señora vuestra alma. Ave María
Oh Santa María, Reina de la Gloria Celestial, en abundante e inagotable mar de tus gracias, quiero sumergirme en los brazos de tu inmensa piedad me arrojo, firmísimamente elijo habitar en tu corazón, y allí quiero y deseo morir con felicidad. Ave María
Oh Santa María, Jesús y María sea mi última voz y esta ultima invocación, estad conmigo, oh Jesús, estad conmigo, Oh María, cuando se llegase a la hora de mi muerte y se inclinare el día de mi vida. Ave María
Oh Santa María, Virgen y Madre de Dios, haz que, en la hora de mi muerte, oiga yo tu voz con voz de alegría, y de salud, muéstrame tu rostro, porque es muy suave tu voz y tu cara muy hermosa. Ave María
Oh Santa María, en la hora de mi muerte encomendadme a Dios Padre, reconciliadme con Dios Hijo y preséntame a Dios Espíritu Santo, para que sin cesar puede decir: Bendita sea la Santísima e Individua Trinidad, porque obró su gran misericordia conmigo. Amén.
LUNES
Oh Santa María, Virgen de la Vírgenes, Madre de Dios y de todos los que están en el purgatorio, que me consuelas muchas veces con tu presencia aquellas pobrecitas almas, con tu intercesión las libras, y dándoles la gracia, las llevas del fuego de la aflicción y agua de tribulación, al eterno refrigerio: alcánzame de tu Hijo muy amado un corazón humilde contricción, intercede por mí, para que conciencia buena y limpia de toda mancha, acabe los días de mi vida.
Oh Santa María, Madre de la Divina Gracia, ojalá por ti halle yo misericordia en Dios, y el perdón de todas mis culpas en la hora de mi muerte. Ave María
Oh Santa María, Madre de todas las virtudes, rogad por mí, para que, viviendo siempre en gracia de Dios, sepa morir felizmente. Ave María
Oh Santa María, Castísima Madre, única esperanza mía, después de Dios, en quien tengo puesta toda mi confianza, no me desampares, dueña de mi salvación, para que cuando entrare mi espíritu en las angustias de la muerte, no se burlen de mí mis enemigos. Ave María
Oh Santa María, Madre Virgen, ahora y en la hora de mi muerte, sed la esperanza mía, cuando mis días y años se acabaren con gemidos, cuando la virtud me faltare y la luz de mis ojos me dejare, levantaos entonces Vos para ayudarme. Ave María
Oh Santa María, Madre libre de toda mancha, la plenitud de tu gracia, suplamos los defectos de mi vida, responded por mí, Señora, cuando mi lengua esté pegada al paladar, y mis huesos sean llevados hacia el polvo de la muerte. Ave María
Oh Santa María, Madre muy amable, ruega a tu santísimo Hijo, que cuando fuere más de su gusto, saque a mi alma de mi cuerpo para confesar su santo nombre, y merezca entrar en el sepulcro con tanta abundancia de caridad de Dios, y del prójimo como a su tiempo se llenan de montones de trigo los graneros. Ave María
Oh Santa María, Madre Admirable, dirigid mis pasos hacia la voluntad de vuestro dilectísimo Hijo, para que de tal suerte merezca abundar de buenas obras, que cuando yo faltare en la hora de mi muerte, me reciba en las eternas moradas. Ave María
Oh Santa María, Madre del Criador, dignaos Señora, que, por vuestra intercesión, así se conforme mi alma con la voluntad divina, que hasta el último aliento diga siempre: si quieres que pase mi alma, hágase tu voluntad. Ave María
Oh
Santa María, Madre del Salvador, decid en la hora de mi muerte, que sois mi
Madre, para que todo me suceda bien, y mi alma viva por ti, y si me tocare por
suerte el purgatorio, baje conmigo tu misericordia, que me refrigere en las
llamas y me consuele en los tormentos, para que pueda decir, que según la
mansedumbre de mis dolores en mi corazón, alegraron tus consolaciones a mi
alma. Ea Madre mía, date prisa entonces para ayudarme, no dejes a tu Hijo,
hasta que me eche su bendición y me perdone las deudas, porque tu se lo rogaste.
Amén.
MARTES
Oh Santa María, Reina de los Ángeles, que sola fuisteis digna de concebir en tu vientre, al que todos los Ángeles acompañan, y por cuyo orden los mismos Ángeles nos guardan en todos nuestros caminos, solícitos siempre de nuestra común salvación, para que nunca tropiece nuestro pie con la piedra de la culpa, hasta introducirnos al lugar que el Señor nos preparó. Mandad pues, Señora, a mi Ángel, que tenga cuidado de mí, que con solicitud me guarde mientras morare en esta vida, y partiré de ella a la otra, y que no permita afee d vuestro siervo la mancha de la culpa, y que presente mi alma en aquella santa luz, que en otro tiempo prometió Dios á Abrahán y sus descendientes.
Oh Santa María, dignísima Virgen, mi alma te desea, anhela por Ti, y procura tu custodia ahora, y en la hora de mi muerte, para que s in fin te alabe, y sin fin te ame. Ave María
Oh Santa María, Virgen digna de ser alabada, compadézcase tu piedad de mí y me bendiga, alúmbreme tu rostro, cuando, por todos lados me cercaren las angustias, para que no me mire con ojos terribles mi enemigo. Ave María
Oh Santa María, poderosísima Virgen, suplícoos roguéis a mi Dios, quite de mi cuanto en mi le desagrada, en la angustia de la muerte, ayudadme Vos, Señora, a pelear con las huestes infernales. Ave María
Oh Santa María, Virgen benignísima, mi consuelo, y refugio en todas mis necesidades, sed en la hora de mi muerte, mi virtud y fortaleza contra la cara de mi enemigo. Ave María
Oh Santa María, Virgen fidelísima, que a ninguno desechas, y a todos miras con los ojos de tu clemencia: en tus manos, Señora, encomiendo mi espíritu, que redimió tu Hijo, que es bendecido para siempre. Ave María
Oh Santa María, Espejo de Justicia, ruega a tu Hijo, justo juez, que haga la última gracia de la remisión de mis culpas en el día de la cuenta, para que, amparándome de los réprobos, que han de estar a la siniestra, merezca en aquel día la diestra entre sus escogidas ovejuelas. Ave María
Oh Santa María, Trono de la Sabiduría, que siempre tuviste en la boca las más bien sonantes voces, interceded por mí, para cuando mi alma haya de partir de este mundo, ponga Dios a todos mis enemigos por escabel de tus pies. Ave María
Oh Santa María, causa de nuestra alegría, alegrad mi alma en la hora de mi muerte, y decidle: Hoy estarás conmigo en el paraíso, hoy iremos a la casa del Señor, y nadie nos quitará nuestro gozo. Ave María
Oh
Santa María, Vaso Espiritual, hazme con tu intercesión, vaso digno de elección,
para que mi corazón lleve con fruto el Nombre de tu Hijo Jesús, y en la hora de
mi muerte no sea un vaso de menos precio, vaso de ira y de indignación. Amén.
MIÉRCOLES
Oh Santa María, llena de gracia, contigo está el Señor, que primero estuvo en ti con la santificación, que con el cuerpo. Bendita sea la hora de la Encarnación del Hijo de Dios, bendito y santificado el día, que amaneció para nosotros, cuando las gentes caminaron con su luz, benditos los años del Niño Jesús, benditos los instantes y momentos que crecía y aprovechaba en gracia, espíritu y sabiduría delante de Dios y de los hombres, bendita sea su niñez, con que se sujetó a ti y a José, obedeciendo al hombre, por la inobediencia del hombre a Dios. Ruega por mí a tu Hijo, que, en la hora de mi muerte, no sea para mi severo Juez, sino amable Infante, y que no se desdeñó estar entre bestias en el pesebre, así no me deseche, porque me hice jumentillo en su presencia.
Oh Santa María, Vaso digno de toda honra, ojalá que, con tu gracia, me haga yo también vaso digno de honra y alabanza de mi Dios. Ave María
Oh Santa María, Vaso de insigne de devoción rogad, para que los Angélicos Espíritus, que os aman, corran al oír de la expresión, invocación del nombre suave de Jesús, y me salgan al encuentro con la fragancia del mismo nombre. Ave María
Oh Santa María, mística Rosa del Jardín de Dios, Ruégote que, en la hora de mi muerte, conviertas en rosas las espinas de las zarzas de mi conciencia, y herida de mi alma con las del dolor y contricción de mis culpas, merezca llegar al lugar en donde no punza la rosa y tu amado se apacienta entre los lirios, mientras dure el día de la felicidad eterna. Ave María
Oh Santa María, Torre de David, en la conturbación y horror de la muerte, sed para mí Torre de fortaleza contra mis enemigos, sed en mí, muro, y vuestros pechos me sirvan de torre para hallar la paz y descanso en el día de la tribulación. Ave María
Oh Santa María, Torre de marfil blanca e inmaculada rosa en tu Concepción, sed mi refugio, endulce, Señora tu boca las amarguras de mi alma, cuanto mi espirito se hallará con la hiel de la amargura. Ave María
Oh Santa María, Casa de oro, elegí Señora, ser el desecho en la habitación de los pecadores; hazme como uno de tus jornaleros, para que abunde en mi el pan de tu gracia; con que en el fin de mi vida merezca gozar de aquel Pan Angélico, con cuya fortaleza camine hasta el monte de Dios. Ave María
Oh Santa María, Arca del Testamento y concierto, rogad por mí, para que en la hora de mi muerte diga con gran clamor mi Ángel a vuestro Hijo: Levantaos en mi ayuda Vos, y el Arca de vuestra santificación, para que huyan todos los que piensan mal contra mí, guiad hacia vuestro descanso esta alma, de quien quisisteis que yo tuviese cuidado. Ave María
Oh Santa María, Estrella del mar que nunca supo el censo, de la culpa; en la última hora alúmbrame con la claridad de tu rostro, y fijos en mí, tus misericordiosos ojos, aparto de mi al Príncipe de las tinieblas. Ave María
Oh Santa María, salud de los enfermos; compadécete de mí, Hija de David, cuando mi alma se hallare molestada del demonio, y tu siervo, tendido en el lecho, sea maltratado de los dolores. Haz, o Clementísima Madre que tu Hijo me diga: Yo soy tu salud. Amén.
JUEVES
Oh Santa María, tierra bendita de la cual nació el trigo de los escogidos, y el vino, que engendró vírgenes, verdadera mesa del Pan de Proposición, que bajó del cielo y que encierra en si todo el deleite de la suavidad, haz que, por tu intercesión, cuando me faltaren las fuerzas sea reconfortada mi alma con este saludable manjar, para que con su fortaleza camine hacia donde los Bienaventurados no padecen más hambre ni cae sobre ellos la miseria del Estío.
Oh Santa María, Refugio de pecadores, a ti me acojo; no me olvides, Señora, cuando estuviere en el último conflicto, muestra entonces sobre mi alma y cuerpo la virtud de tu poder, para que, ayudado con el socorro de tu misericordia, borradas, todas mis culpas, no sea borrado del libro de los vivientes. Ave María
Oh Santa María, Consuelo de los afligidos; busque quien me consolara en la hora de mi muerte, y no hallé sino a ti, que pueda reconciliar con tu Hijo, pues te honra sin negarte cuanto le pides: cuando, pues, empezare mi alma a tener pavor, tedio y tristeza, porque la cercan los dolores de la muerte, muéstrame entonces para mi consuelo al Fruto glorioso de tu vientre. Ave María
Oh Santa María, Auxilio de los Cristianos, en la hora de mi muerte alcánzame, que muera como verdadero cristiano en la Fé católica, Apostólica y Romana, y como Soldado de Cristo pelee con esfuerzo contra mis enemigos: levántate entonces señora, para ayudarme, porque viene mi tiempo, y hora para pasar de este mundo. Ave María
Oh Santa María, Reyna de los Ángeles, en la hora delta muerte Socórreme los Ángeles de Dios, recibiendo mi alma, y presentándola en el acatamiento del Altísimo. Vaya delante de mí el Alférez San Miguel, en el Tribunal del justo Juez me espere tu misericordia, que me defiende, y aplaque ti mi dulcísimo Jesús, para que yo no perezca en el tremendo Juicio. Ave María
Oh Santa María, Reyna de los Patriarcas, Fruto bendito de Joaquín y Ana, benditos sean tus Padres, y bendito sea Jesús, Fruto dulce de tu vientre, rogad por mí, Señora, para que en la hora de mi muerte venga a mí el Reyno prometido a Abrahán y sus descendientes. Ave María
Oh Santa María, Reyna de los Apóstoles; así como tu dulcísimo Hijo te. encomendó al Discípulo amada diciendo: Hijo, he aquí tu Madre; de la misma suerte encomendad, Señora mi alma a vuestro Hijo en la hora de mi muerte, diciéndole Hijo he aquí el alma, que con tu preciosa Sangre redimiste. Ave María
Oh Santa María, Reina de los Mártires, excitad en mi un continuo deseo de derramar la sangre por el amor y fé de vuestro Hijo, para que armado con la paciencia de los mártires en la hora de la muerte, si se juntaren contra mí los ejércitos enemigos, no toma mi corazón, adiestrad, os ruego, mis manos para la lucha y mis dedos para la guerra. Ave María
Oh Santa María, Reyna de los Confesores, alcánzame el don de la perseverancia, no sea que echando mano al arado y mirando atrás, no sea propósito para el Reyno de los Cielos: consiga yo por tu intercesión Señora, en la hora de la muerte, que, corriendo sin cesar a las promesas de tu Hijo, merezca alcanzar el premio y galardón de la Gloria. Ave María
Oh Santa María, Reyna de las Vírgenes, cual no vio semejante a Ti la naturaleza, ni tuvo jamás segunda, ruega a mi Dios, que mis lágrimas sean mi pan día y noche para que, cerrándome tu Hijo las puertas del Cielo no me diga, no te conozco, antes merezca oír de su boca: Entra ea el gozo de tu Señor. Amén.
VIERNES
Oh Santa María, más que Mártir, por aquel dolor que sufriste, cuando la espada de la Cruz atravesó tu alma, viendo morir por mi pecado a tu inocentísimo Hijo, que primero te encomendó a San Juan y después su alma en las manos de su Padre, Ruégote me encomiendes en las manos de tu Hijo, para que me esconda en sus Santas Llagas, y mi alma, así defendida de ella y blanqueada con su Sangre, oiga aquellas palabras: Hoy estarás conmigo en el paraíso.
Oh Santa María, Reyna de todos los Santos, interceded por mí, que yo viva y muera en la plenitud de perfección del estado en que estoy puesto; rogad que, en la hora de mi muerte, mi morada, sea en la plenitud de los Santos. Ave María
Oh Santa María, Reyna de la Gloria, de quien se han dicho cosas gloriosas, y cuya gloria es sin fin: mirad a este pecador; no sea que muriendo sin el dolor de tu ofendido Hijo pierda Señora, la eterna gloria. Ave María
Oh Santa María, debajo de tu amparo me recojo: no desprecies mis indignos ruegos, ni tardes en librarme de todos los peligros en la hora de mi muerte. Ave María
Oh Santa María, Madre de nuestra salud, Cuando en la hora de mi muerte mi alma, y corazón clamaren sálvanos, que perecemos, levántese tu Hijo crucificado y mande al mar de las aflicciones y vientos de tentaciones, para que se siga una gran bonanza, con que pueda llegar al Puerto de la felicidad eterna. Ave María
Oh Santa María, no solo llena sino sobreabundante de gracia, tomad con seriedad a vuestro cargo el negocio de mi salvación; y a mi pobrecita alma, cuando salga de este cuerpo, presentadla a vuestro Hijo de manera que, agrade en el acatamiento del Príncipe de la Gloria. Ave María
Oh Santa María, Madre de Misericordia y Reyna de la clemencia, baja sobre mi alma tu virginal compasión, para que se endulcen las amarguras de mi corazón, cuando temiere en el día de mi muerte, sabiendo que mis maldades sobrepujan mi cabeza. Ave María
Oh Santa María, mi gran Patrona para con Dios, volved hacia mí esos misericordiosos ojos, y no apartéis de mi en el fin de mis días ese vuestro corazón lleno de misericordia. Ave María
Oh Santa María, á Ti clamo, por Ti suspiro, á Ti te deseo, y por Ti de lo íntimo del corazón anhelo. Mi alma te desea en la noche de mi muerte, para que con tu guía halle a su amado en el medio día de la Gloria, y con él more mientras dure el día de la Bienaventuranza eterna. Ave María
Oh
Santa María, á Ti dice mi corazón y te habla en el exceso, de tu amor no
hable de tu misericordia, quien invocada en las necesidades no te hallaré
Abogada: considera que se ha quedado para Ti esta pobrecita alma mía, para que
la ampares en aquel momento de que depende la eternidad, no sea, que tan gran
trabajo como tomó por mi tu Hijo (que me buscó fatigado y remedió en la Cruz,
padeciendo) quede frustrado en mí. Amén.
SÁBADO
Oh Santa María, verdadera Luz que fue separada de las tinieblas, séptimo Verdadero día, que comenzó en la mañana de la original justicia, y jamás feneció en la tarde del pecado. Oh felicísima María! El que te crió descansó en el Tabernáculo de tu vientre, ruega a tu Hijo, que cuando le acabaren mis días, me reciba en tos tabernáculos eternos.
Oh Santa María ¡Madre de Dios! Así corno en el Templo volviste a recibir de las manos de Simeón a tu presentado Hijo; así por tu intercesión en la hora de mi muerte me reciba tu Hijo, que con su Sacratísima Cruz me redimió. Ave María
Oh Santa María, así como una madre consuela a su Hijo, consoladme Vos Señora, en el lecho de mi dolor; y aunque sea indigno de que vuestro Hijo entre en la morada de mi pobre corazón, con todo, ruégale, que quiera bajar con su gracia y sanar mi alma. Ave María
Oh Santa María ¡Dulcísima Virgen! Así como en la hora de tu muerte tu alma se derritió al oír que tu amado habló desde el cielo a tu corazón: entra en el gozo de tu Hijo, regad Señor, que mi Redentor Jesucristo, en la agonía de mi muerte no me deje, antes, peleando con fortaleza por la gloria eterna, merezca oír de su boca: ven para ser coronado. Ave María
Oh Santa María, ¡benigna Reyna del Cielo! Así corno tu Hijo, pendiente de la Cruz encomendó la Señora al siervo, y la Madre al Discípulo, diciéndole: he aquí a tu Hijo; y desde aquella hora San Juan te recibió por su Madre; así en la hora de mi muerte, encomiéndame a tu Hijo pare que me reciba por su siervo y al Ángel del Señor guarde mi alma, volviéndola otra vez a su Criador. Ave María
Oh Santa María, así como el Padre Eterno te encomendó a su Hijo hecho hombre, para que naciera de ti y cuidaras de él, de la misma manera te encomiendo Señora, mi cuerpo y mi alma a la partida de este mundo al otro. Ave María
Oh Santa María, de la suerte que la Santísima Trinidad, con gozo de toda la corte celestial, recibió tu purísimo espíritu al salir del cuerpo así mi Dios por tu intercesión, reciba mi alma el Padre que la crió, el Hijo que la redimió, el Espíritu Santo, que por el Bautismo le santificó. ¡Oh Clementísima! ¡Oh piadosa! ¡O dulce Virgen María! Ave María
Oh Santa María, dulzura de mi alma, Fuente de las gracias y Pozo de vivas aguas, a las entrañas de tu piedad encomiendo todo mi corazón en la horade mi muerte. Confío y espero en tu misericordia que cuando mi corazón me dejare falleciere mi virtud, y mis días estarán envueltos en gemidos, y me traerás el socorro del Santo y me defenderás desde Sion. Sed mi Torre fortaleza contra mi mayor enemigo. Ave María
Oh Santa María, graciosísima Hija del Príncipe de la Gloria, que vestida de la luz en el Cielo, todo el lo ilustras con tu gala, preséntame al Eterno Padre, reconcíliame con el Hijo, y ruega por mí al Espíritu Santo. No permitas, oh piadosa Madre mía, que yo me aparte de Ti, defiéndeme del enemigo maligno, y en la hora de mi muerte recíbeme en tu regazo. Ave María
Oh Santa María, gloriosísima Virgen, Madre amantísima de Jesús, cuando mi lengua, pegada a la garganta, no pudiera ya pronunciar palabra, y todo yo me encamine hacia el polvo de la muerte, encomendad vuestro Hijo, mi cuerpo, alma, vida, espíritu, corazón y miembros con todos mis sentidos, y mis fuerzas, para que reciba mi último suspiro y que con corazón y ánimo decir: Jesús, María y José. Amén.
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