PIADOSA VISITA A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE
MONSERRAT
Barcelona. 1902.
Hecha la señal de la cruz y arrodillado el devoto cofrade ante la Imagen de nuestra gloriosa Patrona, puede empezarse con el siguiente:
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, que por vuestra singular misericordia y tierno amor a los pobres pecadores habéis querido darles por Madre suya a vuestra propia Madre, y que para hacernos más propicia su intercesión habéis querido tuviese Ella en la tierra tantos tronos donde amorosamente nos escuche, como son los santuarios en que es venerada su devota Imagen; yo, aunque vil pecador, hijo amante de esta dulcísima Señora y cofrade suyo, me presento hoy ante su glorioso trono de Montserrat para visitarla rendido, y presentarle confiado mis súplicas. Por lo cual y para no ser rechazado como indigno de su real presencia, reconozco antes los muchos pecados con que he ofendido a vuestra bondad y manchado mi alma, y os digo de todo corazón que me pesa de haberlos cometido por ser Vos quien sois y por lo que debo a vuestra generosidad infinita. Resuelvo, Jesús mío, con vuestra gracia de nunca más pecar, y deseo me ayude para conseguirlo la poderosísima mediación de vuestra Madre y mía la Virgen de Montserrat, a la que me propongo servir y honrar con la presente visita. Amén.
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
Emperatriz de cielos y tierra, Madre y Señora mía, Reina excelsa de Montserrat, que en este trono de rocas y nubes habéis querido establecer desde lejanos siglos vuestra hermosa y predilecta habitación; ¿Quién no se sentirá movido a amor y confianza al contemplar vuestro soberano rostro y la dulce y serena majestad con que os mostráis en esta santa Imagen? Suave es vuestro mirar, como de madre tiernísima que sólo desea ser suplicada para dispensar toda clase de beneficios; majestuosa vuestra frente, como de reina magnánima que tiene en su poder la llave de los tesoros del mismo Dios. Benévola extendéis vuestra mano con amoroso ademán, para llamar a vuestros pies a justos y pecadores que os aclaman su abogada. Sentada os presentáis como quien no de cualquier modo ni de prisa, sino muy de asiento, desea enterarse de nuestras necesidades. Mostráis en la falda el Hijo divino de vuestras entrañas virginales, no terrible y amenazador, sino sonriente y cariñoso en figura de amable niño, del cual sois a todas horas con indecible amor escuchada. ¿Y qué mayores estímulos necesito yo para acercarme a vuestros soberanos pies? ¿Qué prendas más seguras de no verme desairado en mis peticiones? ¿A dónde y a quién con más aliento acudiré sino a Vos? Ea, pues, Reina y Patrona mía, Madre de mi hermanito Jesús, mostradme con vuestras obras que sois tal para mí como os gozáis en ser aclamada. He aquí mis necesidades y miserias; he aquí mis títulos para ser escuchado. Soy pobre y vengo a Vos, que sois Madre. Del valle de lágrimas de la vida subo a este monte sagrado para que me las enjuguéis; del fondo de mi desventura clamo a Vos para que me deis consuelo. Tocadle dulcemente el Corazón a este vuestro Niño que en la falda os sonríe, para que me mire piadoso y por vuestra recomendación me otorgue lo que os pido. Hacedlo así, vida, dulzura y esperanza mía; hacedlo así, ¡oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María! Madre de Dios y de mí, pobre pecador. Amén.
Aquí
en silencio y con mucha devoción y confianza expondrá cada cual a la Virgen sus
necesidades espirituales o temporales. Después se podrá rezar o cantar la
siguiente:
CORONILLA A LA VIRGEN DE MONTSERRAT
Madre y Señora mía, Reina de Montserrat, a vuestros augustos pies oso presentarme para ofreceros mis pobres alabanzas. Recibidlas, Madre mía, para mayor gloria de vuestro Hijo Jesús, honra vuestra y provecho de mi alma. Amén. Padrenuestro.
Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, en unión de los primeros fieles que veneraron en Barcelona vuestra Santa Imagen, y os pido para mi alma la fidelidad y constancia suya en el divino servicio. Amén. Ave maría
Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, en unión de aquellos angelicales coros que os cantaban en vuestra solitaria Cueva en la tarde feliz de vuestra invención en la santa montaña. Dadme que sean como las suyas gratas a Vos y a vuestro Hijo mis sencillas alabanzas. Amén. Ave maría.
Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con aquellos dichosos pastores y buen Obispo, que por vez primera vieron en Montserrat vuestro agraciado rostro. Concededme la dicha de que con ellos pueda gozar de vuestra vista, no ya en imagen, sino en realidad, en el cielo por eternidades. Amén. Ave maría.
Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los primeros anacoretas que os rindieron cariñoso culto en esta santa montaña y Santuario. Haced que como ellos os sirva con obras de verdadera virtud, únicas que os son gratas. Amén. Ave maría. Gloria Patri.
Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los piadosos monjes, que durante tantos siglos habitan vuestro excelso palacio y forman vuestra corte privilegiada. Dadme que con iguales sentimientos de viva compunción y afecto os acompañe yo en espíritu todos los días de mi vida. Amén. Ave maría.
Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los inocentes escolanes que, como nido de avecillas al pie de vuestro altar, os cantan cada día armoniosas alabanzas. Dadme, oh Madre, que como el suyo sea puro mi corazón y sin mancilla mis labios, para que dignamente puedan emplearse en vuestros loores. Amén. Ave maría.
Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los penitentes ermitaños que durante tantos siglos poblaron esta vuestra soledad hermosísima. Haced que como ellos practique yo la virtud del interior recogimiento y elevada oración. Amén. Ave maría.
Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los Santos innumerables Nolasco, Ignacio, Calasanz y otros, que tantas veces se postraron ante vuestro altar, y os pidieron aquí la bendición para sus cristianas empresas. Dadme que les imite con frutos de verdadera santidad, y que como ellos tenga por único norte de mis trabajos la gloria de Dios y vuestra. Amén. Ave maría. Gloria Patri.
Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los innumerables Prelados, Reyes y pueblos que han subido la cuesta de vuestra montaña y os han ofrecido con singular devoción preciosos regalos. Como ellos os ofrezco, Madre mía, en humilde dádiva mi pobre corazón. Amén. Ave maría.
Os
alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con las cien y
cien devotas procesiones y romerías que os han visitado y os veneran aún con
rezos, cánticos y penosas mortificaciones. Como ellas, hacedme despreciar, oh
Madre, los vanos respetos del mundo, y profesar libremente la fe vuestra sin
desmayar jamás. Amén. Ave maría.
Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con las aves mil que os dan música día y noche en este monte singular, y con las variadas flores y retamas que lo adornan y embalsaman. Como éstas florezca siempre mi vida en obras de piedad perfecta, y como aquéllas os canten sin cesar mi lengua y mi corazón. Amén. Ave maría.
Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con todas las voces de Ángeles y hombres; con todos los latidos de amor de todos los corazones; con todas las armonías del cielo y de la tierra. Dadme, oh Madre piadosísima, que con todos os bendiga y glorifique este vuestro siervo en vida, en muerte y por toda la eternidad. Ave maría. Gloria Patri.
ORACIÓN FINAL
¡Gloriosísima Reina de estas montañas, Patrona nuestra y Madre nuestra, Virgen de Montserrat! Ya que paciente y amable habéis escuchado las preces y alabanzas de este vuestro devoto, oíd bondadosa los últimos suspiros de su amor antes de que por esta vez se separe de vuestra presencia. No me apartaré de Vos, sin que me concedáis antes vuestra maternal bendición. Por mi os la pido, pues, y por mi familia y amigos, trabajos e intereses. Por la Iglesia de Dios hoy tan combatida y por su afligido Pastor universal. Por nuestra patria, tan dichosa un día, cuando fue toda de Vos, y hoy desde que de Vos se quiso alejar, tan profundamente desventurada. Por nuestro clero y pueblo fiel, tan solícitos en amaros, serviros y festejaros. Por este vuestro Santuario y devota Comunidad, que forman los coros de este vuestro cielo de la tierra. Por los infelices pecadores y malos cristianos que tanto de Vos necesitan para volver al camino del bien. Por los enemigos del catolicismo, que con vuestro brazo poderoso los confundáis y los convirtáis en apóstoles de la verdad. Vos podéis hacerlo, Madre nuestra, Vos podéis lograrlo de vuestro Hijo divino, y no nos lo negaréis. ¡Oh Madre celestial! Concedednos finalmente, en pago de esta visita, ser visitados por Vos en la hora de la muerte, y reinar después de ella en la patria feliz con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y con Vos, por los siglos de los siglos. Amén.
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