sábado, 13 de junio de 2020

DEVOCIÓN PARA TODOS LOS DÍAS A LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO



DEVOCIÓN COTIDIANA A LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

 

Tomado del Devoto del Purgatorio,

Por el R. P. Antonio Donadoni de la Compañía de Jesús

 México D.F. 1951

 

ORACIÓN

Esposas muy queridas del Señor, que, arrojadas en la cárcel de indecibles penas, carecen de la presencia del Amada hasta que sean purificadas, como el oro en el crisol, de las reliquias que dejaron sus culpas; ustedes que desde esas voraces llamas claman con mucha razón a sus amigos “¡Misericordia!”, yo que me compadezco de su dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer su deuda; pero ya que soy más pobre que ustedes mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María Santísima y a la preciosa Sangre de Jesucristo, para que por este medio logren el deseado consuelo, y yo, por su intercesión, gracias para arrepentirme de mis culpas, y al fin de la vida eterna gloria. Amén.

 

Oh Jesús, siempre justo en la sentencia! Por las almas benditas yo te ofrezco todo ayuno, vigilia o abstinencia, y cualquier obra buena en que merezco; todo el rezo, el trabajo, la indulgencia, los trabajos que sufro y que padezco, y ofrezco por alivio de sus quebrantos los méritos de Cristo y de sus Santos.

 


ORACIÓN

¡Dios mío! Tú me has llevado a la persona que más amaba en este mundo; me has privado de ella para siempre; pero Tú lo has dispuesto de esta suerte, cúmplase en toda tu santísima voluntad, así sobre ellas como sobre mí. El grande consuelo que me queda es la esperanza de que Tú la has recibido en el seno de tu misericordia, que te dignarás, algún día, de unirme con ella. Si la entera satisfacción de sus pecados la detiene aún en las penas sin que haya ido todavía a unirse contigo, yo te ofrezco por ella todas mis oraciones y buenas obras, y más principalmente mi resignación en el sentimiento de su pérdida; haced, Señor, que esta resignación sea entera y digna de Ti.

 

¡Arbitrio supremo de nuestra suerte, dueño absoluto de nuestro destino! Dispón soberanamente de nosotros y de nuestros días. No somos de nosotros mismos, sino de Ti sólo; no has hecho sino tomar lo que te pertenecía y me has prestado por algún tiempo. Sean benditas a doradas las disposiciones de tu providencia.


Esta muerte que me hace derramar tantas lágrimas, debe producir en mí un efecto más sólido y saludable; ella misma me advierte que llegará mi hora, que debo prepararme sin dilación y estar pronto en todos los instantes de mi vida; haz ¡oh Dios de bondad! que cuando llegue mi último momento, me encuentre en estado de poder presentarme delante de Ti, y de reunirme a la persona que he perdido, para bendecirte y alabarte eternamente con ella. Amén.

 

Jaculatoria

Si con tu Sangre preciosa,

Señor, las has redimido,

que las perdones te pido

por tu Pasión dolorosa.


 

Colaboración de Wiliam Gómez Pot

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