martes, 23 de junio de 2020

DÍA DIEZ Y SEIS A SAN ATENÓGENES


OBSEQUIO PARA CELEBRAR MENSUALMENTE EN EL DÍA DIEZ Y SEIS LA GLORIOSA MEMORIA DEL GRAN SAN ATENÓGENES, Y DE SUS SANTOS COMPAÑEROS

 

Dispuesto por el Br. D. José Manuel Sartorio, Presbítero de este Arzobispado.

México, Oficina de Don Alejandro Valdés, año 1819.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Yo creo en vos, alabo y adoro vuestro santísimo nombre. Admiro en vos toda la grandeza, toda la gran magnificencia que poseéis. Nada es comparable, por inmenso que sea a vuestra divina clemencia y misericordia. ¡Oh!, qué dichoso fuera si pudiera comprender mi corazón tanto como comprendió el glorioso Obispo y mártir, San Atenógenes respecto de vuestra Sagrada Pasión y Muerte. Pero Dios mío, estoy a vuestras plantas arrojando con firmeza mis pasadas culpas, y proponiéndome al mismo tiempo morir verdaderamente contrito y arrepentido. Así os lo prometo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

ORACIÓN A SAN ATENÓGENES

¡Oh gran San Atenógenes!, que, llegando al lugar de tu suplicio, levantando al cielo tus ojos, encomendando al Señor tu alma y todo penetrado de caridad y de gratitud, le diriges tiernas plegarias a favor de todos aquellos que en los tiempos futuros hicieran memoria de ti y de tus Santos compañeros. Socorro pronto en sus peligros, remedio en sus necesidades, un juicio misericordioso, perdón cumplido de sus pecados, protección contra todo mal y concesión de todo bien; tanto es, ¡oh piadosísimo Atenógenes!, lo que ya próximo a morir pediste para tus devotos; ¡dichosos éstos!, pues una voz bien clara bajó de los cielos, se oyó que dijo. “Alégrate, valeroso luchador Atenógenes, elector mío, hoy te verás conmigo en el Paraíso en compañía de tus discípulos; te otorgaré todas tus súplicas y en conmemoración de ti, sean libres de toda aflicción y necesidad, y pondré en olvido todos sus pecados, siempre que ellos se arrepientan”. La espada entonces atraviesa y tu alma bienaventurada vuela hasta un altísimo trono. Ahora, pues que esta anegado en un piélago de delicias, mira desde allí a los que hacemos tierna memoria de ti y de tus santos compañeros. Acuérdate de tus peticiones; ten presente el despacho que se les dio, y ruega con instancia que gocemos el fruto de aquellas tus plegarias, y nos hagamos dignos de las promesas del Señor.

Un Padre nuestro y un Ave María por la persona que solicitó la impresión de esta oración

 

OTRA ORACIÓN

¡Oh gran mártir y gloriosísimo obispo San Atenógenes!, a ti, que fuiste perseguido en tiempo de la tiranía del Imperio Romano, bajo la impía dirección del Emperador Diocleciano y por quien fuiste sacrificado en  medio de un irresistible fuego y devoradoras llamas, en unión de tus fieles compañeros, a ti repito, con todo el fervoroso aliento de mi alma, seas intercesor con su Divina Majestad, a fin de que al llegar el último trance de mi vida, pueda entregarle mi alma con toda la pureza y santidad que deseo, para ocupar un lugar digno en sus divinas regiones. Espero, ¡oh, Santo mío!, San Atenógenes, que por tu intercesión será salvada mi alma, invocando conmigo Jesús, María y José, me acompañen a la hora de mi muerte. Amén.

Nueve Padre nuestros y nueve Ave Marías

 

ALABANZAS A SAN ATENÓGENES

Sois alabado y bendito

En la corte de los Santos,

Porque entre duros quebrantos

Venciste al genio maldito.

 

Tus grandes virtudes marcó

En el tiempo y en la historia,

Pues fue sagrada tu gloria

Al peso de Filomares.

 

Esta vil te torturó

Con mala e inicua asechanza

Y por eso en tu alabanza

Himnos el mundo cantó.

 

El bárbaro Diocleciano

Del mundo te arrebató,

Y tu cuerpo destrozó

Como traidor inhumano.

 

Alabado sea tu nombre

Atenógenes bendito,

Y que tu nombre sea escrito

En la frente de cada hombre.

 

Cual rosas de Jericó

A mil mártires formaste,

Pues a todos conquistaste

Que para eso dios te crió.

 

Alabado sea este santo

Que triste y enflaquecido,

Y contrito y conmovido

Sufrió el más duro quebranto.

 

Entre los viles sayones

Fuiste a un triste monasterio,

Por mandato de un imperio

Lleno de difamaciones.

 

Como devorantes fieras

Tu cadáver destrozaron

Y más te martirizaron

Por ser cristiano de veras.

 

Alabado sea tu nombre,

Santo digno idolatrado,

Que tu nombre venerado

A todo el mundo le asombre.

 

 

ÚLTIMA ORACIÓN

Señor San Atenógenes, por los innumerables beneficios que el Señor te concedió en el largo transcurso de tu vida, y por los Prodigiosísimo milagros que por todo el mundo hiciste, te suplico que seas mi medianero, para con su Divina Majestad, a fin de alcanzar una tranquila y feliz muerte, y que al implorar tu santo nombre te acompañe la familia Sagrada de Jesús, María y José, en unión de mi glorioso Patriarca San Camilo de Lelis, abogado eficaz para la hora de la muerte. Oh glorioso San Atenógenes, no olvides que mi alma se encomienda con todas veras de mi corazón. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Colaboración de Carlos Villaman

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