NOVENA PARA IMPLORAR LA PROTECCIÓN DE LA VIRGEN DE LA MERCED
ADVERTENCIAS
Lo primero se ha de advertir, que puede
hacerse esta Novena en cualquier lugar y tiempo del año, aunque siempre será
bueno que se empiezo el 24 de Setiembre, que es el día de la fiesta de Nuestra
Señora, y que se haga en las Iglesias de la Merced.
Lo segundo, será muy conveniente, que en
alguno de los días del Novenario se reciban los santos Sacramentos, y podrá
tenerse con esto gran confianza de conseguir la gracia que se pretenda
alcanzar.
Lo tercero, si empezada la Novena, no se
pudiere continuar en algún día, no será necesario volver atrás, sino que podrá
proseguirse hasta que se verifique que se ha hecho por nueve días.
Lo cuarto, si alguno no supiese leer,
podrá hacer la Novena, rezan de cada día tres veces la oración del Padre
nuestro, Ave María y Gloria Patri á honra y gloria de las tres horas que María
SSma. estuvo al pie de la Cruz; y al fin una Salve.
ACTO DE CONTRICIÓN
Dulcísimo Jesús mío, por ser tan bueno
como sois, y porque os amo más que todas las cosas, me pesa en el alma de
haberos ofendido, y propongo con vuestra divina gracia no pecar más en
adelante.
ORACIÓN PARA CADA DÍA DE
LA NOVENA
Soberana Virgen María, Reina de los
Ángeles, Emperatriz de los Cielos y Corredentora de todo el linaje humano, a quien
adoran los Ángeles y rinden veneración los Santos todos, a vuestra presencia llega
el más ingrato de los hombres, para rogares, que así como bajasteis del Cielo
a, la tierra, para declarar que erais Madre de la Merced y de Misericordia, uséis
de piedad con este que es el menor de vuestros devotos: y para obligaros, oh
Madre de pecadores, consuelo de afligidos y socorro de todas necesidades, yo me
confieso esclavo vuestro. Dirigidme, encaminadme y amparadme Señora, para que
acierte a serviros y logre lo que en esta Novena pido, si es del agrado de
vuestro Hijo Jesús, que vive y reina con Dios Padre, en unión del Espíritu
Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.
DÍA PRIMERO
Señor Dios Omnipotente y Misericordioso, que, así como para librar a vuestro pueblo escogido de la esclavitud de Egipto, hablasteis a Moisés en el Monte Horeb, desde una zarza, que entre llamas se conservaba ilesa; asimismo hablasteis en Barcelona al Patriarca S. Pedro Nolasco, para que rescatase a los cautivos cristianos, siendo la mensajera, vuestra Santísima Madre María, que bajó del Cielo, y desde el primer instante de su ser fue Zarza milagrosa; pues jamás la tocó la llama de la culpa, ni perdió los verdores de la gracia, ni su original pureza: Os ruego, que por la intercesión de la misma Santísima Madre vuestra, María, no prenda en mi cuerpo el fuego de la lascivia, ni llegue a mi alma el humo de la sensualidad, para que á imitación de esta celestial Señora, exale mi corazón fragancias de pureza, Amén.
Ahora se rezará tres veces la oración del Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri, por las tres horas, que estuvo María Santísima al pie de la Cruz, como Corredentora y Madre de la Merced, y hará cada cual su petición á la Soberana Reina.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS
Oh Virgen Santísima María, Madre de la
Merced y Misericordia. Os suplico por las entrañas dulcísimas de vuestra
piedad, que alcancéis de vuestro Santísimo hijo la gracia que preterido
alcanzar en esta Novena; y comuniquéis y alcancéis por Merced, la extirpación
de las herejías, aumento de nuestra santa fé católica, paz entre los Reyes y
Príncipes cristianos, libertad ti los cautivos, refrigerio a las almas del
purgatorio, reducción y conversión a los infieles y pecadores, salud ti los
enfermos, consuelo a los afligidos, socorro a los necesitados y amparo a los
desvalidos; y os suplico también, oh Madre de Misericordia, que a todos los
hombres mostréis vuestro amoroso Patrocinio, dándoles vuestra santa bendición,
alcanzándoles resignación perfecta a la divina voluntad, y la gracia final,
para que gocemos el ver y adorar a vuestra admirable hermosura, que es la alegría
del Cielo. Amén.
DÍA SEGUNDO
Rey Soberano, Padre de Misericordias y
Dios de todo consuelo, que con la virtud de la vara disteis conocer al Rey Faraón
la eficacia de vuestro divino poder, pues con ella fue quebrantada la dureza de
aquel perverso ánimo y consiguió la libertad el afligido pueblo vuestro:
humildemente os ruego por la intercesión de la portentosa vara de Moisés, María
Santísima de la Merced, que doméis mis apetitos, refrenéis mis pasiones y ablandéis
la dureza de mi rebelde corazón, para que logrando con vuestros auxilios el quebrantar
las cadenas de mis culpas, me vea libre del cautiverio del pecado, concediéndome
la merced de vuestra caridad y justicia, y consiga asimismo el don de la santa
y final perseverancia, para merecer y lograr la gloria eterna. Amén.
DÍA TERCERO
Poderosísimo Señor y Padre compasivo, que a
los pobres Israelitas, después de librarlos del cautiverio, les disteis la
Columna, que era todo su consuelo; pues que de día en forma de nube les defendía
de los rayos y ardores del sol; y de noche en forma de fuego les alumbraba para
librarlos del riesgo y tropiezos: humildemente os suplico, por medio de la
misteriosa Columna María Santísima de la Merced, que consiga yo el verme libre
de los rigores de vuestra justicia, y merezca de vuestra piedad el fuego del
divino amor, que abrase mi corazón tibio: como os suplico también, que la misma
misteriosa Columna, me sirva de luz, que destierre las sombras de mi
ignorancia, para que no yerre el camino de la gloria. Amén.
DÍA CUARTO
Dulcísimo Jesús, Dios infinito , Hijo
Unigénito de María, pues manifestáis a los hombres, que os es agradable el
título de la Merced, con que veneramos a vuestra Santísima Madre María: haced
Señor que experimentemos el valor de este celestial, renombre, y que la Reina
del Cielo y tierra, cual Judit hermosa y fuerte, nos defienda del enemigo
infernal, y de sus asechanzas y tentaciones, para que acertemos a serviros en
esta vida, y después os cantemos eternos cánticos de alabanza en la Gloria. Amén.
DÍA QUINTO
Clementísimo Señor, Padre amoroso y benignísimo
Criador, que mereciendo por nuestros pecados el ser castigados con un diluvio
de trabajos, enfermedades, penas y aflicciones, nos concedéis el refugio y
recurso de la mejor Arca de Noé, vuestra Santísima Madre María, que nos
defiende de las iras de vuestro 'justo enojo; continuad en cuantos la veneramos
como á Madre de la Merced y Misericordia vuestras divinas piedades, para que
libres de los naufragios y tempestades de este inundo, lleguemos con su segura protección
al puerto seguro de la Gloria. Amén.
DÍA SEXTO
Señor Dios de las Misericordias, que por
medio de la Reina Ester librasteis a los Israelitas de la sentencia de muerte,
que había promulgado el Rey Asuero: ruegos piadosísimo dueño de mi vida, que,
por la intercesión de la divina Ester, vuestra Santísima Madre María de la
Merced, me libréis de la muerte de la culpa, concediéndome la libertad y vida
de la gracia, hasta gozaros perpetuamente en la Gloria. Amen.
DÍA SÉPTIMO
Omnipotente y Eterno Dios, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, que coronáis a María Santísima de estrellas y la vestís de indecible
gloria, cuyo poder sujetó al infernal dragón, postrándole a sus purísimas y
reales plantas: suplicoos con todo mi corazón, me hagáis el favor de mirarme
como ha rendido esclavo y devoto de tan piadosa Señora pues la invoco y aclamo
Madre de la Merced y Misericordia, para verme así libre de las astucias del
enemigo infernal, ahora y en la hora de mi muerte. Amén.
DÍA OCTAVO
Amantísimo Dios y piadosísimo Señor, que
para librar del riesgo de ejecutiva muerte a Nabal, dispusisteis bajase del monte
á la real presencia de David la prudentísima y hermosa Abigail: suplícoos
rendidamente, que por los ruegos de la hermosísima y prudente Abigail María
Santísima de la Merced, Madre vuestra, que bajó del monte de la Gloria a la
real Ciudad de Barcelona, para dar consuelo todos a los afligidos y libertar a
los cautivos cristianos, les libréis de todos los peligros del cuerpo y del
riesgo de apostatar, y me concedáis mi segura entrada en vuestra interminable
gloria. Amén.
DÍA NOVENO
Dios y Señor de todo el universo, que
compadecido de nuestras miserias, OS dignasteis bajar por la elevada escala de
María á redimirnos de la esclavitud del pecado, haciéndoos hombre en sus purísimas
y virginales entrañas: ruegos por esta infinita caridad vuestra, que pues
elegisteis a la Virgen Madre tan pura y misericordiosa, hagáis que derrame sus
piedades y sus misericordias, sobre todos sus esclavos, sobre todos sus
cofrades y sus devotos; para que mereciendo subir por las gradas de virtudes de
esta misteriosa escala, dignísima Madre vuestra y de la Merced y Misericordia,
consigamos por su poderosa intercesión, la merced y premio de entrar a ver
vuestro rostro, para adoraros eternamente en vuestra casa y palacio de la
gloria, donde vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo, Dios, por todos
los siglos de los siglos. Amén.
OFRECIMIENTO A MARÍA QUE
PUEDE HACERSE EN EL ÚLTIMO DÍA DE LA NOVENA
Virgen Santísima de la Merced, Madre del
Verbo Eterno encarnado, Redentora de los pobres esclavos, remedio y asilo de
los pecadores: yo N. deseando participar de vuestro poderosísimo Patrocinio, me
ofrezco por siervo (O sierva) de vuestra Majestad soberana, y humildemente os
suplico, que por tal me recibáis, por aquel contento que experimentasteis,
cuando el Divino Verbo se encarnó en vuestras purísimas y virginales entrañas,
para librar al género humano de la miserable esclavitud del demonio, y por
aquel incomparable beneficio que dispensaste a todos los fieles de la
cristiandad, cuando aparecisteis al gloriosísimo Patriarca S. Pedro Nolasco, mandándole
fundar la Religión de la Merced, para redimir a los cautivos. Y yo, oh amabilísima
y candidísima Señora, prometo serviros como esclavo (o esclava) con todo mi corazón;
y en señal de esta mi esclavitud, procurare llevar vuestro santo Escapulario, suplicándoos
con todo el afecto de mi alma, que me hagáis participante de aquellas gracias y
favores, que tan cariñosamente dispensáis a los que lo visten. Asistidme oh
Protectora mía; dadme fuerza en el curso de mi vida para defenderme de los
enemigos, que quieren desviar mi alma de los caminos de la salud eterna; en la
hora de mi Muerte amparadme el alma y recibidme en vuestros brazos. Por vuestro
amor os lo ruego; por vuestros méritos os lo ruego, y os lo ruego por los
padecimientos de Vuestro muy amado hijo Jesús mi Dios, mi Padre y Redentor, à
quien sea toda honra y gloria. Amén.
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