martes, 2 de junio de 2020

NOVENA A LA VIRGEN DE LA MERCED



NOVENA PARA IMPLORAR LA PROTECCIÓN DE LA VIRGEN DE LA MERCED

ADVERTENCIAS

Lo primero se ha de advertir, que puede hacerse esta Novena en cualquier lugar y tiempo del año, aunque siempre será bueno que se empiezo el 24 de Setiembre, que es el día de la fiesta de Nuestra Señora, y que se haga en las Iglesias de la Merced.

Lo segundo, será muy conveniente, que en alguno de los días del Novenario se reciban los santos Sacramentos, y podrá tenerse con esto gran confianza de conseguir la gracia que se pretenda alcanzar.

Lo tercero, si empezada la Novena, no se pudiere continuar en algún día, no será necesario volver atrás, sino que podrá proseguirse hasta que se verifique que se ha hecho por nueve días.

Lo cuarto, si alguno no supiese leer, podrá hacer la Novena, rezan de cada día tres veces la oración del Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri á honra y gloria de las tres horas que María SSma. estuvo al pie de la Cruz; y al fin una Salve.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Dulcísimo Jesús mío, por ser tan bueno como sois, y porque os amo más que todas las cosas, me pesa en el alma de haberos ofendido, y propongo con vuestra divina gracia no pecar más en adelante.

 

ORACIÓN PARA CADA DÍA DE LA NOVENA

Soberana Virgen María, Reina de los Ángeles, Emperatriz de los Cielos y Corredentora de todo el linaje humano, a quien adoran los Ángeles y rinden veneración los Santos todos, a vuestra presencia llega el más ingrato de los hombres, para rogares, que así como bajasteis del Cielo a, la tierra, para declarar que erais Madre de la Merced y de Misericordia, uséis de piedad con este que es el menor de vuestros devotos: y para obligaros, oh Madre de pecadores, consuelo de afligidos y socorro de todas necesidades, yo me confieso esclavo vuestro. Dirigidme, encaminadme y amparadme Señora, para que acierte a serviros y logre lo que en esta Novena pido, si es del agrado de vuestro Hijo Jesús, que vive y reina con Dios Padre, en unión del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

DÍA PRIMERO

Señor Dios Omnipotente y Misericordioso, que, así como para librar a vuestro pueblo escogido de la esclavitud de Egipto, hablasteis a Moisés en el Monte Horeb, desde una zarza, que entre llamas se conservaba ilesa; asimismo hablasteis en Barcelona al Patriarca S. Pedro Nolasco, para que rescatase a los cautivos cristianos, siendo la mensajera, vuestra Santísima Madre María, que bajó del Cielo, y desde el primer instante de su ser fue Zarza milagrosa; pues jamás la tocó la llama de la culpa, ni perdió los verdores de la gracia, ni su original pureza: Os ruego, que por la intercesión de la misma Santísima Madre vuestra, María, no prenda en mi cuerpo el fuego de la lascivia, ni llegue a mi alma el humo de la sensualidad, para que á imitación de esta celestial Señora, exale mi corazón fragancias de pureza, Amén.

Ahora se rezará tres veces la oración del Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri, por las tres horas, que estuvo María Santísima al pie de la Cruz, como Corredentora y Madre de la Merced, y hará cada cual su petición á la Soberana Reina.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Oh Virgen Santísima María, Madre de la Merced y Misericordia. Os suplico por las entrañas dulcísimas de vuestra piedad, que alcancéis de vuestro Santísimo hijo la gracia que preterido alcanzar en esta Novena; y comuniquéis y alcancéis por Merced, la extirpación de las herejías, aumento de nuestra santa fé católica, paz entre los Reyes y Príncipes cristianos, libertad ti los cautivos, refrigerio a las almas del purgatorio, reducción y conversión a los infieles y pecadores, salud ti los enfermos, consuelo a los afligidos, socorro a los necesitados y amparo a los desvalidos; y os suplico también, oh Madre de Misericordia, que a todos los hombres mostréis vuestro amoroso Patrocinio, dándoles vuestra santa bendición, alcanzándoles resignación perfecta a la divina voluntad, y la gracia final, para que gocemos el ver y adorar a vuestra admirable hermosura, que es la alegría del Cielo. Amén.

 

DÍA SEGUNDO

Rey Soberano, Padre de Misericordias y Dios de todo consuelo, que con la virtud de la vara disteis conocer al Rey Faraón la eficacia de vuestro divino poder, pues con ella fue quebrantada la dureza de aquel perverso ánimo y consiguió la libertad el afligido pueblo vuestro: humildemente os ruego por la intercesión de la portentosa vara de Moisés, María Santísima de la Merced, que doméis mis apetitos, refrenéis mis pasiones y ablandéis la dureza de mi rebelde corazón, para que logrando con vuestros auxilios el quebrantar las cadenas de mis culpas, me vea libre del cautiverio del pecado, concediéndome la merced de vuestra caridad y justicia, y consiga asimismo el don de la santa y final perseverancia, para merecer y lograr la gloria eterna. Amén.

 

DÍA TERCERO

Poderosísimo Señor y Padre compasivo, que a los pobres Israelitas, después de librarlos del cautiverio, les disteis la Columna, que era todo su consuelo; pues que de día en forma de nube les defendía de los rayos y ardores del sol; y de noche en forma de fuego les alumbraba para librarlos del riesgo y tropiezos: humildemente os suplico, por medio de la misteriosa Columna María Santísima de la Merced, que consiga yo el verme libre de los rigores de vuestra justicia, y merezca de vuestra piedad el fuego del divino amor, que abrase mi corazón tibio: como os suplico también, que la misma misteriosa Columna, me sirva de luz, que destierre las sombras de mi ignorancia, para que no yerre el camino de la gloria. Amén.

 

DÍA CUARTO

Dulcísimo Jesús, Dios infinito , Hijo Unigénito de María, pues manifestáis a los hombres, que os es agradable el título de la Merced, con que veneramos a vuestra Santísima Madre María: haced Señor que experimentemos el valor de este celestial, renombre, y que la Reina del Cielo y tierra, cual Judit hermosa y fuerte, nos defienda del enemigo infernal, y de sus asechanzas y tentaciones, para que acertemos a serviros en esta vida, y después os cantemos eternos cánticos de alabanza en la Gloria. Amén.

 

DÍA QUINTO

Clementísimo Señor, Padre amoroso y benignísimo Criador, que mereciendo por nuestros pecados el ser castigados con un diluvio de trabajos, enfermedades, penas y aflicciones, nos concedéis el refugio y recurso de la mejor Arca de Noé, vuestra Santísima Madre María, que nos defiende de las iras de vuestro 'justo enojo; continuad en cuantos la veneramos como á Madre de la Merced y Misericordia vuestras divinas piedades, para que libres de los naufragios y tempestades de este inundo, lleguemos con su segura protección al puerto seguro de la Gloria. Amén.

 

DÍA SEXTO

Señor Dios de las Misericordias, que por medio de la Reina Ester librasteis a los Israelitas de la sentencia de muerte, que había promulgado el Rey Asuero: ruegos piadosísimo dueño de mi vida, que, por la intercesión de la divina Ester, vuestra Santísima Madre María de la Merced, me libréis de la muerte de la culpa, concediéndome la libertad y vida de la gracia, hasta gozaros perpetuamente en la Gloria. Amen.

 

DÍA SÉPTIMO

Omnipotente y Eterno Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que coronáis a María Santísima de estrellas y la vestís de indecible gloria, cuyo poder sujetó al infernal dragón, postrándole a sus purísimas y reales plantas: suplicoos con todo mi corazón, me hagáis el favor de mirarme como ha rendido esclavo y devoto de tan piadosa Señora pues la invoco y aclamo Madre de la Merced y Misericordia, para verme así libre de las astucias del enemigo infernal, ahora y en la hora de mi muerte. Amén.

 

DÍA OCTAVO

Amantísimo Dios y piadosísimo Señor, que para librar del riesgo de ejecutiva muerte a Nabal, dispusisteis bajase del monte á la real presencia de David la prudentísima y hermosa Abigail: suplícoos rendidamente, que por los ruegos de la hermosísima y prudente Abigail María Santísima de la Merced, Madre vuestra, que bajó del monte de la Gloria a la real Ciudad de Barcelona, para dar consuelo todos a los afligidos y libertar a los cautivos cristianos, les libréis de todos los peligros del cuerpo y del riesgo de apostatar, y me concedáis mi segura entrada en vuestra interminable gloria. Amén.

 

DÍA NOVENO

Dios y Señor de todo el universo, que compadecido de nuestras miserias, OS dignasteis bajar por la elevada escala de María á redimirnos de la esclavitud del pecado, haciéndoos hombre en sus purísimas y virginales entrañas: ruegos por esta infinita caridad vuestra, que pues elegisteis a la Virgen Madre tan pura y misericordiosa, hagáis que derrame sus piedades y sus misericordias, sobre todos sus esclavos, sobre todos sus cofrades y sus devotos; para que mereciendo subir por las gradas de virtudes de esta misteriosa escala, dignísima Madre vuestra y de la Merced y Misericordia, consigamos por su poderosa intercesión, la merced y premio de entrar a ver vuestro rostro, para adoraros eternamente en vuestra casa y palacio de la gloria, donde vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

OFRECIMIENTO A MARÍA QUE PUEDE HACERSE EN EL ÚLTIMO DÍA DE LA NOVENA

Virgen Santísima de la Merced, Madre del Verbo Eterno encarnado, Redentora de los pobres esclavos, remedio y asilo de los pecadores: yo N. deseando participar de vuestro poderosísimo Patrocinio, me ofrezco por siervo (O sierva) de vuestra Majestad soberana, y humildemente os suplico, que por tal me recibáis, por aquel contento que experimentasteis, cuando el Divino Verbo se encarnó en vuestras purísimas y virginales entrañas, para librar al género humano de la miserable esclavitud del demonio, y por aquel incomparable beneficio que dispensaste a todos los fieles de la cristiandad, cuando aparecisteis al gloriosísimo Patriarca S. Pedro Nolasco, mandándole fundar la Religión de la Merced, para redimir a los cautivos. Y yo, oh amabilísima y candidísima Señora, prometo serviros como esclavo (o esclava) con todo mi corazón; y en señal de esta mi esclavitud, procurare llevar vuestro santo Escapulario, suplicándoos con todo el afecto de mi alma, que me hagáis participante de aquellas gracias y favores, que tan cariñosamente dispensáis a los que lo visten. Asistidme oh Protectora mía; dadme fuerza en el curso de mi vida para defenderme de los enemigos, que quieren desviar mi alma de los caminos de la salud eterna; en la hora de mi Muerte amparadme el alma y recibidme en vuestros brazos. Por vuestro amor os lo ruego; por vuestros méritos os lo ruego, y os lo ruego por los padecimientos de Vuestro muy amado hijo Jesús mi Dios, mi Padre y Redentor, à quien sea toda honra y gloria. Amén.


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