SEMANA DEVOTA AL ANGÉLICO SAN LUIS GONZAGA
BARCELONA, 1842
ACTO DE CONTRICIÓN
Dulce
Jesús mío, contristado en el ara santa de la cruz por mis enormes y grandes pecados,
de estos me pesa con todas las veras de mi corazón; y ya que no puedo aborrecerlos
con aquel odio implacable con que miráis a los réprobos en el infierno, los
detesto con toda mi alma, y espero en vuestra sangre preciosísima, en los
dolores de vuestra Santísima Madre, y en la intercesión poderosa de mi amado protector
San Luis Gonzaga, me los perdonaréis, y me daréis gracia para enmendarme de
todos, apartarme de sus ocasiones, y perseverar en vuestro santo servicio hasta
el último instante de mi vida. Amén.
Un Padre nuestro y Ave María Gloriado que se dirá en cada día.
DOMINGO
O angélico joven San Luis Gonzaga: Suplicóte, con todo rendimiento, me des aliento y fervor para bendecir y alabar al Todo-Poderoso, por el singular beneficio que recibiste al nacer, siendo libre del peligro de la muerte; y también tu desconsolada madre, por medio del voto que esta hizo a la Santísima Virgen María, de ir en persona a visitar la santa casa de Loreto, por quien te pido me favorezcas en todos los instantes de este día, y me alcances con tus ruegos su verdadera y cordial devoción, y que sea yo un perfecto imitador de tus virtudes. Amén.
LUNES
Oh angélico joven San Luis Gonzaga: favorézcame en todos los instantes de este día tu poderosa intercesión, librándome de todo mal, así en el alma como en el cuerpo, moviendo mi lengua para que alabe y bendiga la sabia y amorosa providencia de Dios nuestro Señor, quien te concedió fueses bautizado antes de acabar de nacer al mundo. Por este singular favor que lograste, por los ruegos de su Santísima madre, te pido me alcances su verdadera y cordial devoción, y que sea yo un perfecto imitador de tus virtudes. Amén.
MARTES
Oh angélico joven San Luis Gonzaga: purifica mis labios para que alabe dignamente a Dios nuestro Señor, quien movió tu lengua en alabanzas de Jesús y de María, queriendo fuesen estos sagrados nombres las primeras palabras que proferiste. Por este singular favor, te ruego humildemente me alcances un recato cristiano en todo cuanto hablare, arrepintiéndome como me arrepiento de lo mal que hubiere hablado en contra de Dios, y de mis prójimos; y que me favorezcas en todos los instantes de este día, concediéndome la verdadera y cordial devoción de Jesús y de María; y que sea un perfecto imitador de tus virtudes. Amén.
MIÉRCOLES
Oh angélico joven San Luis Gonzaga: inflama mi corazón, para que este se derrita en tiernos coloquios y alabanzas al criador de todas las cosas, por el particularísimo beneficio que de su liberal mano recibiste, consagrándote perfectamente a su Majestad, y amándole con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu entendimiento, desde el primer instante que te alumbró el uso de la razón. Por este extraordinario favor, te pido me alcances un dolor intensísimo, y cual corresponde al enorme delito que cometí luego que tuve uso de mis potencias, apartándome de Dios, por convertirme a las criaturas, y que me acompañes en todos los instantes de este día, concediéndome también la verdadera y cordial devoción a la Santísima Virgen María; y que sea un perfecto imitador de tus virtudes. Amen.
JUEVES
Oh angélico joven San Luis Gonzaga: haz con tus ruegos, que, apartando mis pensamientos de todo lo terreno, solo anhele á alabar las divinas misericordias, y principalmente la que el Señor te concedió, librando tu cuerpo de todo movimiento sensual, y a tu alma de todo pensamiento impuro, por lo que mereciste justamente el renombre de ángel. Por este raro y extraordinario privilegio, te suplico, con todos los afectos de mi alma, la libres de toda torpeza, dándome aquella pureza correspondiente a mi estado; asistiéndome en todos los instantes de este día, principalmente en mis tentaciones; concediéndome también una verdadera y cordial devoción a la Santísima Madre de Dios, y que sea yo un perfecto imitador de tus virtudes. Amén.
VIERNES
Oh angélico joven S, Luis Gonzaga: mi devoción te contempla en aquel dichoso aposento, testigo ocular de tus heroicas virtudes, principalmente las que practicaste en el dilatado tiempo de casi tres meses que duró tu molesta y prolija enfermedad, contraída para servir a los enfermos contagiados. Allí, pues, te contemplo recostado en un pobre y humilde lecho, caído el aliento, falto de fuerzas, exhausto desangre, consumidas tus carnes, hundidos los ojos; pero devotamente inclinados a un crucifijo de bronce que empuñan tus ya trémulas manos, y contemplándolo atentamente, después de haberte descubierto la cabeza, para que la falta de abrigo agitase más tus dolores, en memoria de los que pasó en la coronación de espinas nuestro amabilísimo redentor; después de haber tomado con estudiosa y prolija demora un vaso de bebida la más asquerosa y amarga; después de haber pedido con instancia a los superiores te mandasen azotar desde los pies hasta la cabeza, o que a lo menos te dejasen morir en el duro suelo; después de recibidos por repetidas veces con el mayor fervor los santos sacramentos, sacrificaste, en fin, tu vida en obsequio de tus prójimos, entregando tranquilamente tu espíritu en manos de Jesús y de María, por cuyos sagrados nombres te pido me asistas en todos los instantes de este día; pero principalmente en el postrero de mi vida, para la cual te convoco, cito y llamo desde ahora; pues tú Santo mío, tú has de ser quien ahuyente a los demonios, quien recomiende mi alma, y la saque en paz de esta miserable vida. En el entretanto, o Luis amabilísimo, inflama mi corazón en el amor de mis prójimos, en el de Jesús y María, para que por este medio consiga ser perfectamente imitador de tus virtudes, y eternamente feliz. Amén.
SÁBADO
Oh
angélico joven San Luis Gonzaga: ya que no puedo comprender el eminente trono
de gloria en que estás colocado, quisiera a lo menos, convocar y llamar a todas
la criaturas angélicas y humanas, para que me ayudasen a alabar y bendecir al
Señor que te lo concedió, en cuya divina esencia te recreas y complaces. Me
alegro y regocijo, ó Luis del alma mía, y me da saltos de gozo el corazón cuando
te contemplo cercado con tantos resplandores de gloria, desde donde repartes
con imponderable liberalidad todo género de gracias a los que con fe te invocan.
Animado de esta tengo por cierto, que algún día seré partícipe de tu bienaventuranza,
y para conseguirla, te ruego y suplico, enciendas mi corazón en la verdadera y
cordial devoción de María Santísima, por cuyo medio seré perfecto imitador de
tus virtudes, y participante del premio que eternamente gozas. Amén.
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