SIETE VIERNES EN HONOR A SAN VICENTE FERRER
Tomado del Libro “Sacro novenario ossia Raccolta di coroncine da recitarsi nelle novene di apparecchio alle festività di Maria santissima, dell'arcangelo Raffaele, coll'aggiunta di altre orazioni”, Impreso en la Tipografía de Saverio Giordano, Nápoles, Italia, 1834
En
cualquier época del año se pueden celebrar los Siete viernes, o sino la Novena
en Honor a San Vicente Ferrer según la necesidad espiritual o temporal de cada
uno. Los particulares devotos del Santo suelen celebrar siete viernes antes de
que comience la novena de su fiesta, que se celebra en la Iglesia el día 5 de abril.
Modo de rezar los Siete Padrenuestro, Avemaría y Gloria en Siete viernes que preceden la Fiesta de San Vicente Ferrer y en su novena. (Las siguientes siete deprecaciones deben rezarse todas durante siete viernes consecutivos)
L/: Dios mío ven en mi auxilio
R/: Señor, date prisa en
socorrerme
L/: Gloria al Padre, y al Hijo y al
Espíritu Santo
R/: Como era en el
Principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amen.
I.
Oh Glorioso protector mío San Vicente, te pido el don de la Sabiduría, que
obtuviste del Espíritu Santo, para que me concedas la gracia de trabajar
siempre por mi salvación.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
II.
Oh Glorioso protector mío San Vicente, te pido el don del intelecto, que
recibiste del Espíritu Santo, para que me concedas la gracia de entender las
inspiraciones que me lleguen de Dios.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
III.
Oh Glorioso protector mío San Vicente, te pido el don de consejo, que recibiste
del Espíritu Santo, para que me concedas la gracia de caminar según los
consejos del Evangelio.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
IV.
Oh Glorioso protector mío San Vicente, te pido el don de fortaleza, que
recibiste del Espíritu Santo, para que me concedas la gracia de ser fuerte
contra mis enemigos espirituales.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
V.
Oh Glorioso protector mío San Vicente, te pido el don de ciencia, que has
recibido del Espíritu Santo, para que me concedas la gracia de obtener la
ciencia de los santos, que es el saber amar a Dios.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
VI.
Oh Glorioso protector mío San Vicente, te pido el don de la piedad, que has
recibido del Espíritu Santo, para que me concedas la gracia de ejercitarme
voluntariamente en el empleo de la piedad cristiana.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
VII.
Oh Glorioso protector mío San Vicente, te pido el don del temor a Dios, que
recibiste del Espíritu Santo, para que me concedas la gracia de temer los juicios
de Dios y caminar de tal modo en el camino de los divinos preceptos, que en
aquel día terrible del mundo yo sea colocado a la derecha del Juez eterno, mi
Redentor y mi Dios.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
Sean alabados Jesús, María y San Vicente,
hoy y por siempre!
Tres Padrenuestro, Avemarías y Glorias.
ORACIÓN DEVOTA PARA OBTENER LA PROTECCIÓN DEL GLORIOSO APÓSTOL DE ESPAÑA SAN VICENTE FERRER, PARA RECITARSE EN EL DÍA DE SU FIESTA Y EN CUALQUIER OTRO DÍA, PARA IMPLORAR LA AYUDA DEL SANTO.
Apóstol
de España, Sol gloriosísimo del Mundo, San Vicente Ferrer, que por todas
partes, mientras viviste, haz esparcido y ahora en el Cielo no dejas de
esparcir los esplendores de vuestra gracia, y maravilla; aquí postrada ante
vuestra clemencia el alma mía, la cual humildemente os ruega vuestro
eficacísimo patrocinio, sabiendo cuán poderoso Abogado sois ante el Sumo Juez
Jesucristo; puesto que Él te envió cual Ángel del Apocalipsis a anunciar a
todos los Pueblos, Gentes y Naciones el próximo Juicio, el cual tú predicaste
con tanto fruto, convirtiendo a la Fe más de ochenta mil mahometanos, más de
veinticinco mil hebreos, y con tus penitencias a más de cien mil pecadores
públicos movidos por la gracia, concedida a ellos por vuestras oraciones,
juntamente con vuestra prédica, y convencidos por los innumerables milagros
vuestros. Por cantidades a vos eran conducidos los enfermos, los cuales al
contacto de vuestras manos recibían pronto su sanación, a vos recurrían los
sordos y recuperaban la audición; venían los mudos y recuperaban el habla; y
para hacer salir los demonios de los cuerpos de los poseídos sólo bastaba un
gesto vuestro; y hasta los muertos devolviste a la vida, comenzando a
resucitarlos a la tierna edad de apenas diez años. Oh mi gran Abogado, obtenedme,
os lo suplico, el Temor de Dios, con el cual yo dirija mi vida de tal forma que
merezca en el tremendo Juicio la sentencia de los justos. Bien conozco que por
mis pecados merezco ser condenado por el Sumo Juez, pero de corazón te ruego
que me obtengas el perdón, lamentando mucho el haber ofendido tantas veces la
Divina Majestad con tantos pecados, y resuelto a cambiar mis costumbres y
perseverar en el bien desde este momento hasta mi muerte. Y a fin de que los
halagos del Mundo no me impidan cumplir con este deseo mío, yo me entrego en
tus manos paternales, oh mi protector Taumaturgo, esperando que me protegerás y
ayudarás en todas las necesidades, enfermedades y miserias de esta vida, siendo
Vos el Padre de los Pobres, Consolador de los Afligidos, Salud de los enfermos,
Refugio de los Atribulados; cómo mismo nos dan pleno testimonio los continuos
estupendos milagros que por todas las partes del Universo, donde has sido
conocido e invocado, has obrado en favor de vuestros dichosos y felices
devotos; en el número de los cuales te pido que me recibas, para poder junto
con ellos y a mayor gloria vuestra, y provecho del alma mía, venerarte desde
ahora aquí en la tierra, para que me sea concedido honrarte mucho más allá
arriba en el Cielo por toda la eternidad. Amén.
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