TREINTA Y TRES
ASPIRACIONES A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Y
SU SACRATÍSIMO CORAZÓN
O JACULATORIAS EN REVERENCIA DE LOS
TREINTA Y TRES AÑOS DE SU VIDA MORTAL
I.
¡Oh Corazón amabilísimo de mi Jesús! inflamad mi corazón en
vuestro amor.
II.
¿Cuándo empezará, Jesús mío, cuando empezará éste mi corazón a imitar la
humildad y mansedumbre del vuestro? ¡Ojalá empiece desde este instante!
III.
Sí, sí, empiece desde hoy mi corazón a mostrar que os ama, siguiéndoos siempre
aún entre penas y trabajos.
IV.
Muera una vez mi corazón al mundo, y a la carne, y viva solamente a Vos, o vida
de mi alma.
V.
¡O Corazón de mi Jesús! que tanto me habéis amado y me amáis, haced que yo os
ame una vez de veras, y sea premio del amaros así, el amaros cada vez más.
Quiero amaros cada vez más, Jesús mío, Bien mío.
VI.
Seáis Vos, o Corazón amoroso de mi Jesús, el reparador de mis faltas, el
protector de mi vida, y mi refugio en la muerte. Todo lo espero de Vos,
esperanza mía, Jesús mío.
VII.
Oh Corazón bendito de mi Jesús, todo amor para conmigo: no quiero de hoy más
tener corazón sino para amaros, bendeciros, y alabaros. ¡Así tuviera yo mil
para hacer con todos lo mismo!
VIII.
Jesús mío, yo os ofrezco éste mi corazón: hacedlo semejante al vuestro en amar a
la Divina Majestad, y a todos mis próximos, hermanos míos en Vos, que sois
nuestro Dios, y nuestro Padre.
IX.
Purificad, Jesús mío, mi corazón de todo aféelo desordenado, para que no ame ni
aborrezca, sino lo que ama y aborrece el vuestro, y lo muestre en las obras.
X.
Inflamad, benignísimo Jesús, en vuestro amor mi corazón y el de todos los
hombres, para que todos nuestros corazones os amen como merecéis.
XI.
Oh buen Jesús, haced que yo cierre el último de mis días con un acto
fervorosísimo de amor, espirando el alma en vuestro Corazón. ¡Oh que dichoso
espirar!
XII.
A vuestro beneficentísimo Corazón soy deudor, Jesús mío, de todo el bien que
tengo: yo os doy las gracias, y para hacerlo más dignamente os ofrezco en
acción de gracias vuestro mismo Corazón: él os ruegue por mí, pobrecito y
miserable.
XIII.
Oh Corazón de Jesús, que con dolor continuo lloraste mis pecados, haced que yo
también continuamente los llore, y que me enmiende de ellos para nunca más desagradaros.
XIV.
Amorosísimo Jesús mío, ¡oh qué mal os he correspondido! Vos me habéis amado con
incomprehensible, amor, y yo con incomprehensible ingratitud os he ofendido.
¡Oh cuánto me pesa! Quisiera que el corazón se me rompiese de dolor.
XV.
Oh dulce Jesús, quisiera tener en mi corazón la contrición de todos los
corazones que han Horado sus pecados. Con el corazón de todos los penitentes os
pido perdón. Haced, Jesús mío, misericordia de mí. ¡Misericordia, misericordia!
XVI.
Tesoro es de todas las gracias vuestro Divino Corazón, oh amado Jesús, abridle
sobre mi pobre alma, y derramad sobre ella aquellas gracias de contrición perfecta,
que la hagan cada vez más dolorida de haberos ofendido, y más solícita en
satisfacer con digna penitencia a vuestro ofendido Corazón.
XVII.
Jesús mío, yo me arrepiento de haberos ofendido, y por vuestro amor me
quiero doler y arrepentir cada vez más. Resuelto estoy a daros de
aquí adelante gusto en todo y a ese fin os ofrezco en unión de
vuestro Santísimo Corazón todos mis pensamientos, palabras y obras.
XVIII.
O Corazón de mi Jesús, yo os ofrezco mi alma, mi cuerpo, todo yo mismo: quiero ser
siempre todo vuestro, sed Vos siempre todo mío. Siempre, siempre mío.
XIX.
Me pedís el Corazón, Jesús mío: ¡ah! Señor, me avergüenzo de haberlo manchado
con tantas culpas. ¿Pero quién si no Vos lo puede limpiar? Yo os lo doy para
que lo purifiquéis de tantas manchas, y lo hermoseéis con vuestros dones.
Hermoseadlo, Jesús mío, cada vez más.
XX.
Oh Sangre preciosísima, que corriste del Corazón herido de mi Jesús, lava todas
las manchas de mi corazón, y ponlo más limpio que la nieve. Plagueos, Jesús mío,
hacer que mi corazón os agrade cada vez más.
XXI.
Oh pacientísimo Jesús, que tuvisteis siempre el Corazón anegado en un mar de
quebrantos, y todo lo sufristeis con resignación perfectísima en la voluntad de
vuestro Eterno Padre, dadme gracia de amaros y alabaros en cualquiera
adversidad. A Vos me encomiendo, y de Vos me fio en todos los trances de mi vida.
XXII.
Corazón generosísimo de mi Jesús, que jamás quisisteis si no lo que quería
vuestro Divino Padre haced que yo no quiera otra cosa sino el cumplimiento de
su divina voluntad y vuestra. Así sea, así sea.
XXIII.
Mansísimo y humildísimo Corazón de Jesús, dadme gracia de ser, como Vos,
humilde y manso de corazón.
XXIV.
Jesús mío, vuestro corazón fue siempre las delicias de vuestro Divino Padre,
haced que el mío os agrade á Vos y a vuestro Padre siempre, siempre, y en todo.
XXV.
Deseo agradaros cada vez más, o Jesús mío, y a fin de agradaros os ofrezco
todos mis pensamientos, afectos, palabras y obras en unión de vuestro
amabilísimo Corazón.
XXVI.
¡Oh, si mi corazón supiese como el vuestro, amado Jesús, buscar en todas las
cosas la gloria de Dios a todo trance, y a cualquiera costo!
XXVII.
¡Corazón dulcísimo de mi Jesús! ¡Jesús mío de mi corazón! ya que yo no puedo ni
honraros ni amaros como merecéis, os honro y os amo con los corazones de todos
los Santos, con el de vuestra Santísima Madre, y con vuestro mismo Corazón.
Alegrándome del amor que os tiene vuestro Eterno Padre, y del que Vos le tenéis
a él, lo hago como mío, y os lo ofrezco.
XXVIII.
Sí, sí, Jesús mío, confirmo y ratifico la resolución tomada de promover en mí y
en otros a toda costa, y según toda mi posibilidad, la devoción a vuestro
santísimo y amabilísimo Corazón.
XXIX.
Jesús mío, Dios mío, no resista yo jamás a lo que quisiereis de mí, sea yo
aquel hombre según vuestro Corazón, resplandezca en mi vida la práctica de
vuestra soberana doctrina, y la imitación de vuestros divinos ejemplos.
XXX.
Yo me escondo, Jesús mío, en vuestro Divino Corazón, para amaros allí
olvidándome de mí.
XXXI.
Jesús mío, Vos elegisteis, que erais venido en busca de pecadores, aquí tenéis
uno, no permitáis que me huya de vuestras manos: cerradme y guardadme en
vuestro corazón.
XXXII.
Jesús mío, a vuestro piadosísimo Corazón me encomiendo a mí y a todos mis
próximos. Dad perseverancia a los justos, penitencia a los pecadores, buena
muerte a los moribundos, consuelo a los afligidos y lleguemos todos á alabaros
y daros eternas gracias en el Cielo. ¡Dichoso yo si llego allá, aunque sea por
medio de cuchillos y navajas!
XXXIII.
Jesús mío, os ofrezco vuestro Corazón, por mí, y por todos, pero singularmente
en sufragio de las Almas del Purgatorio, porque deseo que cuanto antes vayan a
daros en el Cielo aquella gloria que no sé yo daros en la tierra. Y todo esto
entiendo pediros todas las veces que mi corazón respire.
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