jueves, 2 de julio de 2020

ASPIRACIONES AL CORAZÓN DE JESÚS


TREINTA Y TRES

ASPIRACIONES A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Y SU SACRATÍSIMO CORAZÓN

O JACULATORIAS EN REVERENCIA DE LOS TREINTA Y TRES AÑOS DE SU VIDA MORTAL

 

 

I. ¡Oh Corazón amabilísimo de mi Jesús! inflamad mi corazón en vuestro amor.

 

II. ¿Cuándo empezará, Jesús mío, cuando empezará éste mi corazón a imitar la humildad y mansedumbre del vuestro? ¡Ojalá empiece desde este instante!

 

III. Sí, sí, empiece desde hoy mi corazón a mostrar que os ama, siguiéndoos siempre aún entre penas y trabajos.

 

IV. Muera una vez mi corazón al mundo, y a la carne, y viva solamente a Vos, o vida de mi alma.

 

V. ¡O Corazón de mi Jesús! que tanto me habéis amado y me amáis, haced que yo os ame una vez de veras, y sea premio del amaros así, el amaros cada vez más. Quiero amaros cada vez más, Jesús mío, Bien mío.

 

VI. Seáis Vos, o Corazón amoroso de mi Jesús, el reparador de mis faltas, el protector de mi vida, y mi refugio en la muerte. Todo lo espero de Vos, esperanza mía, Jesús mío.

 

VII. Oh Corazón bendito de mi Jesús, todo amor para conmigo: no quiero de hoy más tener corazón sino para amaros, bendeciros, y alabaros. ¡Así tuviera yo mil para hacer con todos lo mismo!

 

VIII. Jesús mío, yo os ofrezco éste mi corazón: hacedlo semejante al vuestro en amar a la Divina Majestad, y a todos mis próximos, hermanos míos en Vos, que sois nuestro Dios, y nuestro Padre.

 

IX. Purificad, Jesús mío, mi corazón de todo aféelo desordenado, para que no ame ni aborrezca, sino lo que ama y aborrece el vuestro, y lo muestre en las obras.

 

X. Inflamad, benignísimo Jesús, en vuestro amor mi corazón y el de todos los hombres, para que todos nuestros corazones os amen como merecéis.

 

XI. Oh buen Jesús, haced que yo cierre el último de mis días con un acto fervorosísimo de amor, espirando el alma en vuestro Corazón. ¡Oh que dichoso espirar!

 

XII. A vuestro beneficentísimo Corazón soy deudor, Jesús mío, de todo el bien que tengo: yo os doy las gracias, y para hacerlo más dignamente os ofrezco en acción de gracias vuestro mismo Corazón: él os ruegue por mí, pobrecito y miserable.

 

XIII. Oh Corazón de Jesús, que con dolor continuo lloraste mis pecados, haced que yo también continuamente los llore, y que me enmiende de ellos para nunca más desagradaros.

 

XIV. Amorosísimo Jesús mío, ¡oh qué mal os he correspondido! Vos me habéis amado con incomprehensible, amor, y yo con incomprehensible ingratitud os he ofendido. ¡Oh cuánto me pesa! Quisiera que el corazón se me rompiese de dolor.

 

XV. Oh dulce Jesús, quisiera tener en mi corazón la contrición de todos los corazones que han Horado sus pecados. Con el corazón de todos los penitentes os pido perdón. Haced, Jesús mío, misericordia de mí. ¡Misericordia, misericordia!

 

XVI. Tesoro es de todas las gracias vuestro Divino Corazón, oh amado Jesús, abridle sobre mi pobre alma, y derramad sobre ella aquellas gracias de contrición perfecta, que la hagan cada vez más dolorida de haberos ofendido, y más solícita en satisfacer con digna penitencia a vuestro ofendido Corazón.

 

XVII. Jesús mío, yo me arrepiento de haberos ofendido, y por vuestro amor me quiero doler y arrepentir cada vez más. Resuelto estoy a daros de aquí adelante gusto en todo y a ese fin os ofrezco en unión de vuestro Santísimo Corazón todos mis pensamientos, palabras y obras.

 

XVIII. O Corazón de mi Jesús, yo os ofrezco mi alma, mi cuerpo, todo yo mismo: quiero ser siempre todo vuestro, sed Vos siempre todo mío. Siempre, siempre mío.

 

XIX. Me pedís el Corazón, Jesús mío: ¡ah! Señor, me avergüenzo de haberlo manchado con tantas culpas. ¿Pero quién si no Vos lo puede limpiar? Yo os lo doy para que lo purifiquéis de tantas manchas, y lo hermoseéis con vuestros dones. Hermoseadlo, Jesús mío, cada vez más.

 

XX. Oh Sangre preciosísima, que corriste del Corazón herido de mi Jesús, lava todas las manchas de mi corazón, y ponlo más limpio que la nieve. Plagueos, Jesús mío, hacer que mi corazón os agrade cada vez más.

 

XXI. Oh pacientísimo Jesús, que tuvisteis siempre el Corazón anegado en un mar de quebrantos, y todo lo sufristeis con resignación perfectísima en la voluntad de vuestro Eterno Padre, dadme gracia de amaros y alabaros en cualquiera adversidad. A Vos me encomiendo, y de Vos me fio en todos los trances de mi vida.

 

XXII. Corazón generosísimo de mi Jesús, que jamás quisisteis si no lo que quería vuestro Divino Padre haced que yo no quiera otra cosa sino el cumplimiento de su divina voluntad y vuestra. Así sea, así sea.

 

XXIII. Mansísimo y humildísimo Corazón de Jesús, dadme gracia de ser, como Vos, humilde y manso de corazón.

 

XXIV. Jesús mío, vuestro corazón fue siempre las delicias de vuestro Divino Padre, haced que el mío os agrade á Vos y a vuestro Padre siempre, siempre, y en todo.

 

XXV. Deseo agradaros cada vez más, o Jesús mío, y a fin de agradaros os ofrezco todos mis pensamientos, afectos, palabras y obras en unión de vuestro amabilísimo Corazón.

 

XXVI. ¡Oh, si mi corazón supiese como el vuestro, amado Jesús, buscar en todas las cosas la gloria de Dios a todo trance, y a cualquiera costo!

 

XXVII. ¡Corazón dulcísimo de mi Jesús! ¡Jesús mío de mi corazón! ya que yo no puedo ni honraros ni amaros como merecéis, os honro y os amo con los corazones de todos los Santos, con el de vuestra Santísima Madre, y con vuestro mismo Corazón. Alegrándome del amor que os tiene vuestro Eterno Padre, y del que Vos le tenéis a él, lo hago como mío, y os lo ofrezco.

 

XXVIII. Sí, sí, Jesús mío, confirmo y ratifico la resolución tomada de promover en mí y en otros a toda costa, y según toda mi posibilidad, la devoción a vuestro santísimo y amabilísimo Corazón.

 

XXIX. Jesús mío, Dios mío, no resista yo jamás a lo que quisiereis de mí, sea yo aquel hombre según vuestro Corazón, resplandezca en mi vida la práctica de vuestra soberana doctrina, y la imitación de vuestros divinos ejemplos.

 

XXX. Yo me escondo, Jesús mío, en vuestro Divino Corazón, para amaros allí olvidándome de mí.

 

XXXI. Jesús mío, Vos elegisteis, que erais venido en busca de pecadores, aquí tenéis uno, no permitáis que me huya de vuestras manos: cerradme y guardadme en vuestro corazón.

 

XXXII. Jesús mío, a vuestro piadosísimo Corazón me encomiendo a mí y a todos mis próximos. Dad perseverancia a los justos, penitencia a los pecadores, buena muerte a los moribundos, consuelo a los afligidos y lleguemos todos á alabaros y daros eternas gracias en el Cielo. ¡Dichoso yo si llego allá, aunque sea por medio de cuchillos y navajas!

 

XXXIII. Jesús mío, os ofrezco vuestro Corazón, por mí, y por todos, pero singularmente en sufragio de las Almas del Purgatorio, porque deseo que cuanto antes vayan a daros en el Cielo aquella gloria que no sé yo daros en la tierra. Y todo esto entiendo pediros todas las veces que mi corazón respire.


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