NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL CARMEN
EN LA QUE SE REFIEREN MARAVILLOSOS PORTENTOS DE ESTA DULCÍSIMA MADRE, PARA GLORIA SUYA Y CONSUELO DE SU AMANTES HIJOS Y DEVOTOS
Escrita por el R. P. Lector Fray Juan Manuel
de Olmedo de la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced de Lima
Con Licencia Eclesiástica
Guatemala, 1913
ACTO DE
Jesús
amabilísimo, a quien ofendí. Mi dulce Salvador, contra quien peque, yo soy
aquel ciego que horrorizado de mis gravísimas culpas, temiendo caer en manos de
vuestra justicia, apelo con tiempo al tribunal de vuestra misericordia: y.
Viendo que en figura de tierno y delicado niño, habéis colocado en María Santísima
del Carmen este solio, confiada recurre mi alma, por el perdón y el remedio,
acierta que nada me negara mediando tan eficaz y poderoso patrocinio, Vos Señor,
la constituisteis vida, dulzura y esperanza nuestra, Vos la destinasteis con el
singular título del Carmen para Madre y Abogada especial de vuestro pueblo, con
tan excelente prerrogativa que aún no había venido al mundo en realidad y ya la
favorecías en figura, pues el Santo Profeta Elías diviso su sombra en aquella pequeña
nube, como la huella de un hombre que subía del mar trayendo consigo la deseada
fertilidad para la tierra. Jesús piadosísimo, mi corazón perverso es la tierra
reseca, infructífera y pésima que hay en todo el mundo. Dadle mi Dios, un riego
de vuestra misericordia. Descienda hasta mi la piadosa nube de María Santísima
del Carmen, vuestra querida Madre, y se verificara lo que dijo por boca de Salomón:
Penetre lo profundo del abismo. Desde aquí clamo a vos, mi dulce Jesús, oíd las
voces de mi dolor, angustia y arrepentimiento. Atiendan a mis ruegos vuestros
piadosos oídos. Tened misericordia de nosotros, y perdónanos, único bien
nuestro, que os damos la palabra de enmendarnos y serviros fielmente toda la
vida. Amén.
Padre
nuestro y Gloria.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh
María, dulcísima Virgen y Madre de Dios! Carmen suavísimo, que, entre
lamentaciones de mis culpas y severas amenazas de la Divina Justicia, mediáis
como Iris de clemencia, mejor que al profeta Ezequiel en un libro se le mostro
escrito. Gloria especial del Líbano, y graciosa hermosura del Carmelo, que solo
con vuestra vista consoláis, con vuestra presencia alumbráis, con nombraros encendéis
las almas, y con solo vuestra memoria endulzáis todas las tribulaciones de los
fieles, Reina y Señora universal de todas las criaturas, cuyo poderoso cetro, ejercitáis
en el cielo, tierra e infierno, y como lo tenéis probado con la célebre Bula Sabatina
y comprobado con admirables portentos. Abogada especial de las almas que tratan
de la oración, cuyo ejercicio celeste, es el carácter de vuestra profética
Orden Carmelita. Postrado humildemente ante el sublime Trono de vuestra
grandeza, os venero, como verdadera Madre de Dios, os amo y estimo como Madre,
amparo y refugio de los pecadores, y con todas las veras de mi corazón os
suplico, me admitáis en el número dichoso de vuestros amantes hijos, fervorosos
devotos, para que amparado de tu protección amorosa merezca yo los especiales
favores de vuestra misericordia, para salir de mí y vivir en Dios, para agradar
con todas mis acciones , palabras y pensamientos a Jesús, mi Padre y único dueño
de mi amor, y finalmente para perseverar en su santa gracia, hasta la última
hora de mi vida. Amén.
Ahora
se rezarán cinco aves marías en reverencia a las cinco excelencias de la Virgen
del Carmen.
1ra.
Es tener el alma más santa, después de la de Jesús su Hijo, llena de Gracia y
del Espíritu Santo. Ave María.
2da.
Es ser la verdadera Madre de Dios, que es una dignidad infinita. Ave María.
3ra.
Es ser corredentora de los hombres. Ave María.
4ta.
Su Asunción al cielo en los brazos de Jesús. Ave María.
5ta.
Fue su coronación por Reina soberana de todas las criaturas. Ave María.
DÍA PRIMERO
Cedro eres de santidad
Que en pureza a nadie cede
Y en la dignidad excede
A toda otra dignidad.
ORACIÓN
Misericordiosísima Virgen María, consuelo de los afligidos, Madre compasiva de los atribulados y milagroso amparo de tus devotos. Mar inagotable. De piedades que a fuerza de prodigios sabéis conducir a la gloria a vuestros devotos, no desdeñándoos de ocurrir propicia a sus ruegos, aun cuando positivamente desmerecen vuestros favores. ¡Oh Madre Amabilísima! Ya sé que es temeridad confiar en vuestra protección y vivir en pecado. Se que vos nos hicisteis este y otros prodigios, no para asegurar a vuestros devotos en el cautiverio del demonio, sino para alentaros con vuestro dulce patrocinio a sacudir el infame yugo de este cautiverio. Esto es lo que principalmente te pido muy rendido, ayúdame dulcísima Madre a confesarme bien hoy, por ser el primero de tu novena. Logre yo confesarme para vivir cumpliendo con las obligaciones de mi estado y para agradar solamente a Dios. Así lo espero de vuestra piedad, con lo que particularmente os suplico. Amén.
(Ahora
pida la gracia que solicita, luego se recitaran las letanías y las siguientes
oraciones)
ANTÍFONA
Santa
María, socorred a los necesitados, ayudad a los de tibio y pequeño corazón,
consolad a los dignos de lágrimas, rogad por todo el pueblo, interponeos a
favor del estado eclesiástico, interceded por el devoto género femenino, y experimenten
vuestro socorro todos los que celebran vuestra solemne conmemoración.
L/: Rogad por nosotros Santa Madre de
Dios.
R/: Para que seamos dignos
de las promesas de Cristo.
ORACIÓN:
Oh Dios que honrasteis la Orden de la dichosísima Siempre Virgen María, nuestra
Madre, con el Titulo del Carmen, conceded benigno que fortalecidos con las
defensas de la que hoy celebramos, merezcamos últimamente llegar a los gozos de
la gloria. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
GOZOS
Pues eres lluvia del cielo
Que copiosa se derrama
Aplaca la ardiente llama
Bella nube del Carmelo.
En aquel monte tu amor
Al santo profeta Elías
En sombra le prevenías
Bellas glorias del Tabor
Y pues de tanto esplendor
Noticia le diste al suelo.
Quien con devoción rendida
Solicita complacerte
Halla después de la muerte
En tu patrocinio vida
Y pues tienes prometida
Esta dicha desde el cielo.
Campo de fertilidad
Propicio el cielo te hizo
Porque fuese paraíso
Donde vivió la deidad
Y pues de la Trinidad
Fuisteis el cuidado y desvelo.
En este Monte o Pensil
Donde lucio tu esplendor
Fuiste del Carmelo flor
Mas bella que Abigail
Y así pues tu redil
Vamos todos con anhelo.
Del bello Carmelo has sido
Árbol de gracia mayor
Puesto que fruto mejor
Por ti el mundo ha conseguido
Y pues de Dios has tenido
Un riesgo sin paralelo.
Aquel que vive ceñido
Con tu escapulario santo
Deja al reino del espanto
En nuevo error confundido
Y pues para el hombre ha sido
Firme escudo en este suelo.
Entre todas las mujeres
Eres tú bendita y santa
Y siendo tu gracia tanta
Solo menos que Dios eres
Y pues en tus hijos quieres
Amor, devoción y celo.
L/: Ruega por nosotros, Madre de Dios y
Reina del Carmelo.
R/: Para que todos logremos
la felicidad del cielo.
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA DEL CARMEN POR
LA ALMAS DEL PURGATORIO
¡Oh
Santísima Virgen María del Carmen! Dulcísima medianera entre Dios y los
hombres, cuya protección, abogacía y maternidad, os confirió en el árbol de la
Cruz, antes de expirar entre angustias mi amabilísimo. Salvador, postrado
humildemente a vuestros pies, os pido, con todo el afecto de mi corazón, interpongáis
vuestro poderoso valimiento ante el trono de la Santísima Trinidad a favor de
las almas de los justos, que padecen las terribles penas del purgatorio. Logren
Señora, por vuestro omnipotente ruego, conseguir en breve su último fin,
aplicadles piadosa Madre, los infinitos méritos de la Sangre de Cristo, que es
tan vuestra, juntad también para mayor abundancia vuestros excelentísimos
merecimientos. Pedid a Jesús vuestro Hijo, que aplaque ya su justicia, para que
se apiade su corazón tiernísimo de aquellas pobres almas, hijas y esposas
amantes, que en esta vida fueron vuestras devotas y que vistieron muchas de
ellas vuestro sagrado escapulario, para que libres de las cárceles del
purgatorio, donde padecen más que los mártires, vuelen dichosas a la gloria, y
gocen de la dulcísima vista de Dios eternamente. Amén.
DÍA SEGUNDO
En gracia eres decoro
Amenísimo ciprés
De la cabeza a los pies
Bellísimo pino de oro.
ORACIÓN
Purísima
azucena de la gloria, cándido jazmín del Carmelo, cuya suave fragancia y
hermosura, del seno del Eterno Padre atrajo al Verbo Eterno, de vuestras
perfecciones enamorado, que nos sufrís manchas en vuestros siervos y devotos, y
si estos obstinadamente no las dejan, permitís que se desnuden antes de la
preciosa gala de vuestro Santo Escapulario, en pena de sus culpas y principio
de su infinita desgracia. No me quitéis, Señora, esta prenda de mi filiación, señal
de paz y alianza sempiterna. ¡Oh María Santísima del Carmen! Mi madre y todo mi
amor, de las guerras del demonio y de su sangrienta boca libradme, que para
esto yo os prometo no dejar jamás vuestro Santo Escapulario, y enmendarme del
sucio y feísimo pecado de la lascivia. Sed pues Vos Señora, mi defensa, mi
abogada y mi fuerte escudo: así lo espero de vuestra piedad con lo que
particularmente os suplico. Amén.
DÍA TERCERO
En ti, perfecta victoria
No puede alcanzar el alma
A todas lleva la palma
Y en todas lleva la gloria.
ORACIÓN
Poderosísima
Emperatriz del Cielo y Tierra, Madre Santísima del Carmen: Señora absoluta de
todas las creaturas, cuyos rendimientos humildes a vuestra obediencia, son irrefragables
testimonios de vuestra soberanía para quien pierde sus fueros la naturaleza
toda, dispensando en sus leyes, cuando ocurren estas con la necesidad de
favorecer a vuestros devotos. Madre amantísima, que sabéis conservar la vida de
vuestros hijos entre las jurisdicciones de la muerte. Concédeme benigna María,
que yo también logre vuestras piedades en vida y en muerte. Haced que descienda
un rayo de amor Divino a mi corazón, que penetre mis huesos, como el Profeta Jeremías
y me ensene y alumbre el modo de obedeceros, amaros y serviros, no me neguéis
lo que en particular os suplico en esta rogativa, si fuere para Gloria de Dios
y bien de mi alma. Amén.
DÍA CUARTO
Oliva tan generosa
Eres, que en un solo ungido
Todo el óleo das vertido
Madre misericordiosa.
ORACIÓN
Piadosísima
Madre de Dios y de los hombres, Reina del Carmelo, Divina tesorera de las
riquezas de Dios, y limosnera mayor de sus erarios infinitos. Vos sois dulce y
regalada Madre mía, la mujer fuerte que Salomón pintaba, abriendo la mano para
el necesitado, y extendiendo las palmas al pobre desvalido. El Escapulario
precioso que en vuestra mano liberal venero, es el vestido doble que a vuestros
domésticos abriga figurado en la capa de Elías, en que participo Eliseo su espíritu
doblado, y es también bendita limosna con que su grandeza remedia mi miseria.
Bien se confirmó esta verdad en Sevilla con una pobre mujer que se mantenía con
criar gusanos de seda, un ano que solo tenía poca semilla, porque os ofreció
vestir vuestro Escapulario, si echabais vuestra bendición a la cosecha, al
logro abundantísimo. Hacedme, pues Madre amantísima, como un pobre gusanillo
por humildad. Sea yo como un gusano de la seda que nazca y viva al calor de
vuestro amoroso pecho que ni oír pueda los ruidos y estrépitos del siglo. Que
en la clausura de mi corazón de mi corazón os labre un precioso escapulario
donde grabe la cruz de mi estado, y las estrellas de las virtudes con el
estandarte ajustado de la vida mística, y concédeme piadosa lo que os pide hoy
mi rendimiento. Amén.
DÍA QUINTO
Cual plátano tu clemencia
En frescura, agua y verdor
Sombra hace al pecador
Que busca la penitencia.
ORACIÓN
¡Oh
María del Carmen! Bendita y agraciada: Judit valiente que, contra el infernal
Holofernes, esgrimís vuestra espada vencedora para defender a los dichosos que
en vuestra maternal sombra buscan el amparo. Bajo esta celeste sombra, sea
tomar asiento mi alma para tener verdadera quietud y gozar de mi dulce Jesús,
fruto bendito de tu vientre. Ya veo divina Madre, que no se logra esta paz y
esta serenidad interior, sin pasar antes muchos conflictos de guerra
espiritual, más para estos lances fuertes y peligrosos debates, os convida e
invoca a mi débil corazón. Ea pues, valerosa María, venced a mis enemigos
invisibles. A ellos Señora sepan todos sois mi Madre, mi tutela y amparo, y que
no sin misterio una mano empuñando una espada, es parte de vuestro carmelitano
escudo. Ponedme pues, junto a vos, y aunque todo el infierno pelee contra mí,
nada temo si vos me patrocináis, con lo que especialmente os pido si me
conviene. Amén.
DÍA SEXTO
Eres árbol que del suelo
Por su humildad no se empina
Y de fragante resina
Llena la tierra y el cielo.
ORACIÓN
Sacratísima
Madre nuestra del Carmen, Ciudad de Refugio para todos los fieles y muro
inexpugnable de vuestros devotos. Abogada de los pecadores en las causas más
desesperadas, si estos ocurren con verdad a vuestras misericordiosas puertas. ¡Los
triunfos de vuestra maternal misericordia, cuantas veces los habéis repetido
con mi pobre alma! Que fuera de mí, Santísima María, ¿sino fuera de vos? ¡Cuántas
veces sacasteis mi alma del infierno inferior, y me defendisteis del enemigo
que me iba a llevar! Ea Señora, abra los ojos algún día, y sea hoy antes que mañana,
alumbradme si voy en el error, para salir de mi yerro y confesarme bien, concédeme
lo que os pido si fuere para mayor honra y gloria de Dios. Amén
DÍA SÉPTIMO
Sacro incienso destilaste
Cual Líbano de incisión
Él se abrazó en la pasión
Y tú la herida llevaste.
ORACIÓN
Serenísima
Aurora de la Gracia, Virgen y Madre de Dios, Tesoro de la Jerusalén celestial,
donde se reciben no solo las cuantiosas ofrendas de heroicas virtudes que os
ofrecen los santos, sino también las monedillas cortas que os dedican los
pobres pecadores. Llenos están los libros de vuestros portentos: unos con que
premiasteis los méritos de que os sirvieron, y otros con que ensenasteis a
conseguir los méritos de vuestros servicios. Yo deseo tener lugar entre los
segundos, ya que no puedo seguramente contarme entre los primeros. Quisiera ser
vuestro verdadero devoto para tener de mi salvación este dichoso signo, y entre
los riesgos de mi perdición tener seguro asilo. El corazón se enternece cuando
os considero eficaz auxilio de los cristianos. Oh María, toda misericordia,
toda caridad, que, sin aceptación de personas, derramáis para todos, vuestro
dulce amor! A vos pues recurro, yo por mi remedio. ¡¡¡Al cielo, al cielo!!!
Tiradme de vuestro Escapulario mi querida Madre, y especialmente cuando la
tiranía cruel de mis pasiones me quiera precipitar a los abismos. Así lo
espero, con lo particular que os suplico. Amén.
DÍA OCTAVO
Terebinto, eres María
A cuya planta fiel
La más hermosa Raquel
Sujeta la idolatría.
ORACIÓN
¡Oh
Ciudad mística de Dios, de la que se han dicho tan gloriosas maravillas! A
quien la Trinidad Santísima honro con privilegios nunca vistos, y de quien
comienzan y no acaban, encomios todos los santos. Prodiga de peregrinos favores
que a dos manos derramáis vuestras mercedes, y cual impetuoso desatado rio, alegráis
la Iglesia Toda, con infinitos prodigios. Gritan el vivía de vuestros loores no
solo una Marcela de la Turba, sino la Iglesia, toda en ella significada. Vivid
pues, enhorabuena, dulcísima María, y entre tantas maravillas, cuéntese otra. Dadme
vuestro amor, dadme vuestra devoción, dadme vuestra gracia para celebrar mañana
el día de mi mayor gusto, y conseguir un jubileo plenísimo de todos mis
delitos, y lo particular que en esta rogativa solicito. Amén.
DÍA NOVENO
Quede yo Virgen en Ti
Como en su vid el sarmiento
No salga de ti un momento
Y aunque este fuera de mí.
ORACIÓN
Santísima Virgen María del Carmen, Triclinio sagrado de la Trinidad Beatísima: bendita sois entre todas las mujeres con todas las bendiciones que se dieron en el mundo por todos los Santos Patriarcas y Profetas. Santa sois con santidad incomparable. Paloma de Dios, su hermosa, su Inmaculada y entre millares elegida honra y gloria de la humana naturaleza y muy particular de vuestra amada Orden Carmelita, cuyos felices religiosos sucesores de los Santos Patriarcas Elías y Eliseo, merecieron la fortuna de los que hubierais visitado en carne mortal antes de vuestra gloriosa Asunción al cielo, quienes entonces y varias veces después honrasteis con el título de hermanos vuestros. Madre sois, divina Señora, y hermana también nuestra, pues los favores. Con que nos regaláis, son dulces ejecutorias de estas prendas. Como Madre os portasteis cuando os aparecisteis al Sumo Pontífice Honorio III, y le mandasteis que confirmase vuestra religión que entonces estaba perseguida. Como Madre hicisteis que el Papa Juan XXII concediese la plausible Bula Sabatina, que la confirmaron después Siete Sumos Pontífices. Como Madre, en fin, os aparecisteis a San Simón Stok y vistiendo en persona a todos los carmelitas el Escapulario, le dijisteis: "Recibe muy amado hijo, el Escapulario de tu Orden, que para ti y todos los carmelitas, será de singular privilegio, el que muriere con el no padecerá el fuego eterno" Dad amorosa María, a nuestras almas la fortuna de ser vuestros verdaderos hijos. Alimentadnos con el dulce néctar de la gracia. Participadnos de la celestial fragancia de vuestro amor, para que a Vos corramos atraídos de las unciones de vuestro espíritu y volemos fervorosos hasta la cumbre de la Unión con el Divino Esposo, para lograr vivir solo en el creador que es la verdadera vida, y en fin, llegar a veros al cielo y besar vuestros pies, que será la mayor felicidad de nuestra gloria. Amén.
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