jueves, 16 de julio de 2020

DÍA OCHO DE MES A LA VIRGEN DE LA CUEVA SANTA


EJERCICIO DEVOTO QUE PODEMOS PRACTICAR EL DÍA OCHO O EL SÁBADO PRIMERO DE CADA MES, EN HONRA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CUEVA SANTA

Puestos de rodillas delante de alguna Imagen de María Santísima, y hecho el Acto de Contrición, se dice la siguiente:

ORACIÓN

¡Oh Virgen preclarísima! ¡Oh Madre de pecadores! ¡Oh María! Tú a quien bajo la advocación de la Cueva Santa, elegimos por Protectora nuestra, para asistirnos en el trance terrible de la muerte, mírame y atiéndeme como al menor de tus esclavos, como al más pequeño y necesitado de tus hijos. Tú que venerada en la milagrosa Imagen de la Cueva Santa sabes ablandar los corazones más duros de los pecadores, haz Señora que hasta el momento ultimo de mi vida sean mi continuo alimento y mi sustento las lágrimas con que de día y de noche llore las manchas de mi alma. Tu gozas también la singular prerrogativa de alcanzar a tus devotos la gracia de una confesión dolorosa y fluctuosa de sus culpas; no permitas pues Madre mía, que llegue mi muerte sin que haya precedido una entera y verdadera confesión de mis pecados, una confesión que vaya acompañada de un intenso dolor, de un firme propósito y de una condigna satisfacción. En fin, Patrona mía y Madre mía, tú obras el continuo y singular milagro de conservar entera y hermosa tu Soberana Imagen, siendo formada de una materia tan deleznable como el yeso, sin que la mucha humedad de la Cueva haya podido deshacerla ni desfigurarla, y sin que los golpes que ha sufrido hayan podido quebrarla. Ya sabes pues, Señora, que mi alma estando en gracia es imagen admirable de Tu Hijo de quién eres verdadera copia; pero ya sabes que es imagen frágil y quebradiza, y que en la última hora me rodearán los espíritus infernales, y que trabajarán en afearla, ofuscarla y desgravarla; no permitas pues, Señora mía, el que estos perversos espíritus consigan sus diabólicos intentos; no des lugar a que con algún golpe de tentación se quiebre esta delicada imagen de Dios y tuya, esta mi pobre alma, y sea por los enemigos arrastrada por el suelo y llevada al fuego del abismo. Resplandezca tu gran poder y misericordia en sacarme libre de los peligros de la muerte; gloria y honra tuya es no permitir la perdición de este amante siervo tuyo; no vean Señora mis ojos el horno de aquella triste Babilonia del Infierno, sea su fuego para los Ángeles malos que hacen guerra al Todo Poderoso. Y compadécete Señora de todas aquellas almas que en este mes tuvieren la suerte de salir de este Valle de lágrimas; desde ahora te pido por ellas, y te las entrego como prendas de tu amor, prevenías con bendiciones de dulzura y gracia, inflámalas con el fuego del Divino amor, y confunde con la virtud de tu nombre y de tu Hijo Jesús a todos los espíritus infernales que intentaren perturbarlas en el trance de la muerte, y no las dejes ni las desampares hasta que las tengas seguras con una feliz muerte. En fin, haz que todos en la hora de la muerte logremos paso franco para llegar a la vista y gloria de tu Hijo, con quien vives y reinas por eternidad de eternidades. Amén.

Ahora se dan gracias a la Beatísima Trinidad, por la muerte tan preciosa que concedió a Nuestra Señora, con la siguiente:

 

ORACIÓN

Trinidad Beatísima, Dios mío y Señor mío, en quien creo como primera é infalible verdad, en quien espero como poderoso y fiel en cumplir las promesas, a quien amo sobre todas las cosas como la suma e infinita hermosura: Yo miserable pecador, postrado humildemente ante vuestro divino acatamiento, os adoro, os bendigo, os alabo y os doy infinitas gracias con toda la Corte Celestial en nombre de la Virgen María, mi Madre y Señora, por todos los dones, prerrogativas y favores que la hicisteis en todo el tiempo de su Santísima Vida; pero con especialidad por el sumo poder, elevada sabiduría y encendida caridad con que la enriquecisteis en su feliz Tránsito y Asunción gloriosa a los Cielos: esperando de Vos por los méritos é intercesión poderosa de esta Soberana Reyna el que comuniquéis parte de estos dones a mí, a mis prójimos, y singularmente a los que estuviesen señalados por vuestra Soberana providencia a dar en este mes el gran salto de este mundo al otro, para que cuanto antes lleguen a vuestra Divina presencia, y unidos con los Coros de los Ángeles y Bienaventurados canten eternamente Santo, Santo, Santo. Amén.

Aquí se rezan tres Padre nuestros y Ave Marías con Gloria Patri a la Beatísima Trinidad en honra de Nuestra Señora, y se aplicarán por los que sabe el Señor han de morir en el mes.


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