DÍA XVII.
Santísimo Patriarca San Ignacio: Ya que deseáis verme con la divisa verdadera de los discípulos de Jesucristo, alcanzadme la caridad para con el prójimo, virtud que en Vos fue verdaderamente heroico, como nos testifican los hechos; pues servisteis en Paris a un apestado, limpiándole con vuestras manos las llagas, de lo que recibisteis en premio grandes dolores y algunos efectos del contagio. En los hospitales aplicasteis más de una vez la boca a las ulceras de los enfermos más asquerosos, limpiándolas con heroica fortaleza. Con razón os dieron el apellido de padre de los pobres, porque a ellos repartíais lo mejor de las limosnas que para vuestro sustento recibíais. Haced ahora cuenta que yo soy, como en verdad así es, uno de los pobres espirituales más necesitados que hay en el mundo. Os pido de limosna la caridad para con mis prójimos, que es una de las más ricas perlas del paraíso. ¿Otorgádmela abundante, sabiendo el grande aprecio que de ella hace el mismo Jesucristo, quien, mandándonosla con un precepto, lo llama precepto suyo? Hoc est preceptum meum, ut diligatis invicem. (Joan. 15.) ¡Oh Santa Caridad, cuanto os he ofendido en lo pasado! Santo Padre mío, haced que en lo porvenir no la ofenda más ni con el pensamiento, juzgando o sospechando mal de los hechos ajenos; ni con la lengua murmurando, o ultrajando a mis hermanos; ni de ninguna otra manera falte al amor que debo a mis prójimos.
Padre
nuestro, Ave María, Gloria.
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