viernes, 10 de julio de 2020

LAS CUARENTA AVES MARÍAS


EJERCICIO DE LOS CUARENTA AVE MARÍAS


Yo os ofrezco, Virgen Purísima, estas cuarenta Ave Marías y otras tantas bendiciones con que voy a saludaros, con la intención de ganar las muchas indulgencias que por ellas hay concedidas. Haced, Señora, que salgan de un corazón contrito y fervoroso, para que mi oración suba con olor de suavidad hasta el trono de gloria en que estáis sentada. Aceptadlas en memoria de la dicha que os cupo, cuando os visteis elegida por Madre del Verbo Eterno, de la alegría cuando le visteis nacido, del gozo con que le estrechasteis en vuestros soberanos brazos, y de la ternura con que le alimentasteis con vuestra leche sagrada. Hacedme participante de aquellos vivos deseos con que Vos esperabais su nacimiento, y alcanzadme que, preparando mi alma para recibirle con pureza, merezca celebrar su venida y alabarle con los Ángeles en el pesebre. Amén.

 

 

PRIMERA DECENA

Al fin de cada una de estas diez Ave Marías, con afecto cordialísimo, se dirá la siguiente bendición:

Bendita sea, ¡oh María! la hora en la cual fuisteis consagrada Madre de Dios.

Y en obsequio de su virginal esposo San José puede añadirse:

Y bendita sea, ¡oh José! la hora en la cual fuisteis constituido Esposo de la Santísima Virgen, Madre de Dios.

 

 

SEGUNDA DECENA

Al fin de cada una de estas diez Ave Marías se dirá:

Bendita sea, ¡oh María! la hora en la cual paristeis al Hijo de Dios.

Y bendita sea, ¡oh José! la hora en la que visteis nacido al Niño Jesús, Hijo de Dios.

 

 

TERCERA DECENA

Al fin de cada una de estas diez Ave Marías, se dirá:

Bendito sea, ¡oh María! aquel primer abrazo que disteis al Niño Jesús Hijo de Dios.

Y bendita sea, ¡oh José! la primera adoración que tributasteis al Niño Jesús, Hijo de Dios.

 


CUARTA DECENA

Al fin de cada una de estas diez Ave Marías, se dirá:

Bendita sea, ¡oh María! la primera gota de leche que de vuestro purísimo y virginal pecho gustó el Hijo de Dios.

Y benditos sean, ¡oh José! los sudores y afanes que empleasteis en alimentar a vuestra castísima Esposa y al Niño Jesús, Hijo de Dios.

  

ORACIÓN

Misericordiosísima Virgen María, piadosísima abogada de los pecadores, firmísima esperanza de nuestra eterna felicidad, ayudadnos, Madre clementísima, a rogar al Omnipotente Señor por la paz y concordia entre los Príncipes cristianos, extirpación de las herejías, conversión de todos los pecadores, salud y prosperidad de nuestros católicos Monarcas y su Real familia y sucesos felices del Estado; pero con especialidad por las necesidades, exaltación y fines piadosos de nuestra Santa Madre la Iglesia. Oíd, Padre amorosísimo, nuestras súplicas, y concedednos estas gracias, particularmente la de adoraros eternamente en la gloria por los ruegos de María y por los méritos de vuestro unigénito Hijo y Señor nuestro Jesucristo, que con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Y Vos, poderosísimo José, unid vuestros ruegos a los de vuestra Inmaculada Esposa, para que por vuestra intercesión podamos algún día cantar las divinas alabanzas al divino Jesús en la Patria celestial. Amén.

 

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