martes, 14 de julio de 2020

MES DE JULIO A SAN IGNACIO - DÍA CATORCE


DÍA XIV.

Santísimo Patriarca San Ignacio: Yo no acabare jamás de entregarme de veras a Dios, si vos no me asistís con vuestro especial socorro. Todos los días propongo dar me a Dios, y después no aplico los medios que me han de conducir a él. Este mi fingido Quiero, que pronuncio con la boca, es un verdadero No quiero, que digo con el corazón. Bien sabéis vos, cual es la causa de esto. Yo quisiera darme a Dios, más de tal suerte, que no dejase de amar al mundo. ¡Oh que locura! Querer juntar el día y la noche; la santidad y la vanidad; la gracia y el pecado; Cristo y el mundo; Dios y Lucifer. ¿Y qué derecho tiene Lucifer y el mundo sobre mi corazón? ¿No es Dios, por ventura, el Vínico que me ha criado y me colma de bienes y me mantiene la vida? Ha habido otro, fuera de Cristo, ¿que se haya hecho hombre por mí, que haya sido azotado, coronado de espinas y crucificado por mi amor? ¿No fue este mismo quien me dejo en prenda de su amor en la Sagrada Eucaristía todo su cuerpo, toda su sangre, y todo lo que tenía en si como Dios y hombre? ¿Pues como pretendo yo contentarlo, con darle una sola parte de mi corazón? Santo Padre mío, yo quiero ser todo de Dios, y todo entero le ofrezco este mi corazón por vuestra mano y con vuestras mis más palabras: Tomad, Señor, y recibid toda, mi libertad: sea toda vuestra esta mi libertad, que es la cosa más preciosa que puedo ofreceros. Mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad: si, consagraos toda mi memoria, para que jamás me olvide de vuestros beneficios y de mis obligaciones; todo mi entendimiento, para que jamás pierda de vista vuestras excelencias y mis deméritos, y toda mi voluntad para que no se incline jamás a querer otra cosa, que lo que os agrada a Vos y a no querer cosa que os desagrade. Todo mi haber y todo mi poseer: Vos me lo disteis. Confieso que no tengo ni poseo cosa alguna que no sea vuestra, y por eso a Vos, Señor, lo vuelvo: todo es vuestro, disponed según vuestra santa voluntad. Todo os lo restituyo, incluso mi ser, para que hagáis de todo lo que os plazca. Dadme vuestro amor y gracia, que esto me basta. Solo deseo que con vuestra gracia me deis vuestro santo amor y con esto seré tan rico, que no hay otro bien mayor que yo pueda pedir.

Padre nuestro, Ave María, Gloria.

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