DÍA X.
Santísimo
Patriarca San Ignacio: No me contento con la resolución que hice ayer, de no
querer servir más a Luzbel: recibid hoy esta otra, que es mi intención
renovarla todos los instantes de mi vida; quiero servir fielmente a aquel Dios
que me dio el ser, haciéndome a su imagen y semejanza y me hizo capaz de loarlo
y servirlo en esta vida, para gozarlo después en la otra. Quiero amar a aquel
Dios, que viendo todas mis rebeldías y pudiendo con un soplo echarme al
infierno por sola su infinita bondad, me mantiene la vida y me ofrece
benignamente el perdón. Quiero militar debajo la bandera de aquel Dios, que,
para sacarme del poder de Satanás, bajo del cielo a la tierra, se hizo hombre
por mi amor y padeció por mi causa desprecios, pobreza, fatigas, persecuciones,
dolores, y por fin una muerte afrentosa en el madero de la cruz. Este ha de ser
mi amo, mi capitán, mi rey, a quien yo me obligo a obedecer: este será mi fiel amigo,
mi guía segura, mi verdadera fortaleza: este será mi maestro, mi padre, mi vida
y mi amor. ¡Y ojalá hubiera yo empezado a servirlo desde aquel tiempo en que amaneció
el primer uso de mi razón! Por lo menos quiero ahora obrar como sabio
negociante; quiero servirlo, alabarlo y amarlo cien mil veces más de lo
que he dejado de hacerlo en lo pasado, para que así vaya a toda prisa
restaurando las perdidas vergonzosas que he tenido.
Padre nuestro, Ave María, Gloria.
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