VISITA DIARIA A LA VIRGEN DEL CARMEN
Tomado del Florilegio Carmelitano para uso
del Cofrade Carmelita
Burgos, 1914
ORACIÓN
¡Madre mía dulcísima, Virgen del Carmen! aquí vengo a tus virginales plantas fatigada y sedienta para que tú temples la sed interna que me devora. Sí, Madre mía amabilísima, te amo con todo mi corazón, con todas mis potencias, con cuanto soy y puedo. Bien quisiera, Reina del Carmelo, que todos te amasen, que todos te adorasen, que todos te rindiesen el homenaje debido a tu celestial hermosura y a tus inefables suavísimas virtudes. Oh, Madre mía, no te conocen; son ciegos y no ven la angélica belleza de tu rostro; son sordos y no oyen el suave acento de tu voz. Yo quiero, Madre mía, gozar de todos tus encantos y que todo el mundo participe de este gozo mío. Yo quiero darte gracias por los beneficios que de tu larga mano he recibido y que todo el mundo se asocie a este hacimiento mío de gracias. Yo quiero extender tu gloria y cantar tus altísimas virtudes y que todo el mundo me haga coro en este canto mío. ¡Oh qué dicha, si todos los hombres se uniesen y te proclamasen madre, reina, emperatriz de todo lo criado! ¡Qué gozo, si todas las criaturas, animadas e inanimadas, entonasen un himno a la criatura más excelsa y preeminente, más bella y santa que jamás existió; a la que es gloria de Jerusalén, ¡alegría de Israel y honor de nuestro pueblo! Dame, abogada mía, tu gracia para pasar unos momentos en dulces coloquios contigo.
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