domingo, 26 de julio de 2020

MES DE JULIO A SAN IGNACIO - DÍA VEINTISÉIS


DÍA XXVI.

Santísimo Patriarca San Ignacio: Si deseáis que yo adelante mucho en el camino del cielo, alcanzadme la verdadera devoción a la Santísima Virgen María, Madre de Dios; pues es muy cierto, que Dios le ha dado las llaves de los tesoros de todas sus gracias. ¡Oh, que bien hicisteis en poneros todo debajo de su patrocinio, así a Vos, como a toda la Compañía de Jesús! Disteis principio a vuestra vida espiritual, defendiendo la perpetua virginidad de María contra un moro que la negaba, y colgando en trofeo delante de su altar de Monserrate las armas de caballero. Os obligasteis con voto a defender su inmaculada Concepción, de cuantos quisiesen impugnarla: la honrasteis con especiales obsequios todos los sábados; le dedicasteis vuestra Compañía como cosa propia suya; extendisteis su devoción y sus glorias por todo el mundo; jamás hicisteis cosa alguna sin haberla antes invocado e implorado sus luces, que para esto llevabala siempre su imagen en el pecho sobre el corazón. ¿Pero cuan liberalmente os correspondió? Vino del cielo a visitaros más de veinte veces, tratando familiarmente con Vos, e introduciéndoos alguna vez al solio de la Santísima Trinidad. Os concedió el don singularísimo de una pureza angelical: os dicto en gran parte las constituciones de vuestra religión y los ejercicios espirituales; y ha favorecido a vuestros hijos y devotos en todos tiempos, ya mostrando tenerlos debajo su manto, ya asistiéndolos en todas sus necesidades; ya defendiéndolos de los demonios y demás enemigos de la virtud. ¡Oh Santo Padre mío! si no me veis hoy entre los que están debajo el manto de la Reina del cielo, rogadle por mí, y haced que, ya que se goza de ser Madre de pecadores, no se desdeñe de aceptarme por siervo suyo. Hacedme Vos participante de la verdadera devoción que a ella tuvisteis, como también a su esposo San José y a sus santísimos Padres Joaquín y Ana, y a su santísimo hijo adoptivo San Juan Evangelista: pues quien no es también devoto de estos gloriosísimos santos tan amados de ella, no puede ser jamás verdadero devoto de la Madre de Dios.

Padre nuestro, Ave María, Gloria.


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