lunes, 27 de julio de 2020

NOVENA AL SEÑOR DEL BUEN SUCESO DE RIOBAMBA


NOVENA EN HONOR AL SEÑOR DEL BUEN SUCESO

PATRONO DE LA MUY NOBLE CIUDAD DE SAN PEDRO DE RIOBAMBA, ECUADOR

Venerado en el Templo de las Madres Conceptas de Riobamba

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Dulcísimo Redentor mío, vedme aquí postrado en tu divina presencia, llorando los muchos delitos que he cometido contra ti ¡oh Señor! digno de infinito amor, confieso, lleno de confusión y vergüenza, que eh sido un ingrato y desconocido a tantos beneficios con que me ha colmado tu bondad infinita, más ya que padecisteis tantas penas y tormentos, y que derramaste tu Preciosísima Sangre por mi amor, te suplico encarecidamente, que no solo me perdones los pecados de los cuales me arrepiento de todo corazón, sino que, dignes conducirme siempre por las sendas de dolor, por las de la amargura y penitencia, hasta tener la dicha de morir en tus divinos brazos y en los de tu bendita Madre María. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Amabilísimo Jesús del Buen Suceso, a quien, en esta Soberana Imagen, con profunda reverencia venero ¡Oh Padre de misericordias y fuente inagotable de piedades! aquí tenéis a esta criatura que redimiste con tu pasión y muerte, ella es pobre, enferma, desvalida, llena de mil culpas, por eso se llega a ti dueño amoroso, en busca de remedio. ¡Oh bien de mi alma! Como te han puesto mis pecados, como te han afeado mis culpas ¡bellísima flor divina! como te veo Jesús mío, y como te contemplo ¿quién ha sido del autor de esa desfigurada imagen de mi dueño? ¿Quién a borrado esa celestial hermosura? ¿quién manchó el rostro del paraíso? ¿Quién ensangrentó esas mejillas, esa frente, esos ojos? Asiento del amor y trono de la piedad misma ¡Ay, quien había de ser, si no esta ingrata criatura que aquí tenéis, Dueño mío, arrepentida a tus pies! Si yo eh sido la causa de este horrible sacrilegio, y yo el autor de esas heridas, yo, que con mis culpas ensangrenté y afeé ese rostro divino ¡oh culpas malditas! ¡Oh pecados míos, que tanto deformasteis el semblante de mi Jesús! Es necesario que me asegure la fe, que eres tú, dulce hechizo de mi corazón, para que te conozca. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

ORACIÓN

Oh Jesús, hombre de dolores, como quisiera participar de tus acerbísimas penas    ¡ay! El Inocente padece y el rey de regocija, el justo entre tormentos y el pecador entre deleites, el Señor tratado como esclavo y el esclavo como si fuera el señor, este cambio lo han hecho mis pecados, Amabilísimo Redentor mío, arrancad de esa soberana cabeza, Oh Rey de dolores, aquella cruel corona y pásala sobre mis sienes, aquí es donde estuvieran bien empleadas esas agudas espinas, pues yo debo ser el hombre de los pecados, pues yo debo ser el hombre de los dolores, si, aquí esta el malvado castigable, aquí esta el pecador infame, haz que pague sus delitos, aqui la más ingrata de las criaturas, fustígale con sus ingratitudes. Más tú, Redentor mío, quieres penar y padecer y pagar por mí, para que yo te ame, para que yo te sirva, quiero en adelante, Jesús mío, corresponderte con un verdadero arrepentimiento de mis culpas y con un vivísimo amor, pagarte los excesos de tu infinita caridad, ayúdame con todos los auxilios, y concédeme la gracia que más necesito y pido en esta novena, si ha de ser para gloria tuya y bien de mi alma. Amén.

Padre nuestro, Ave María y Gloria…

 

 

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA

¡Oh María Santísima, Madre de Dios y de los pecadores! tu Señora que, al pie de la Cruz de tu Santísimo Hijo, mereciste el título glorioso de Reina de los Mártires, pues si estos padecieron agudos tormentos en el cuerpo, tu padeciste indecibles martirios en el alma, acuérdate piadosísima Reina, que las últimas palabras que dijo tu Hijo Jesús antes de expirar por mí en el árbol sacrosanto de la Cruz: “Mujer, ves aquí a tu Hijo” Mujer te llamó y no Madre,  ¿Por qué una palabra tan dulce, un título tan inefable, una expresión de tanto consuelo, no quiso pronunciar Jesús en una ocasión en que ardía de sed por padecer más por los pecadores? Este celestial consuelo, que no quiso Jesús para sí, no, que no aliviara sus penas y dolores, me lo dio para alivio en mis aflicciones y desgracias, mandándome que en persona de San Juan te reconozca y te reverencie como a mi verdadera Madre ¡Oh María, Madre purísima! ¡Madre amabilísima! ¡Madre admirable! Mi Madre eres y como a mi Madre te invoco en todas mis necesidades y miserias, sin cesar de llamarte en mi auxilio, con todas mis fuerzas, sentidos y potencias, en todas días, horas e instantes de mi vida, diciendo a gritos: ¡María es mi Madre! ¡Oh clemente! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulcísima Virgen María! ¡Que gloria para los santos en el cielo! ¡Que consuelo para los justos en la tierra! ¡Que confusión para los condenados al infierno! Oídme decir, lleno de amor y de confianza: ¡María es mi Madre! ¡Que voz tan dulce! ¡Que eco tan suave! ¡Que expresión tan consoladora! ¡María es mi Madre! Alentado pues, Madre amorosísima, y constituido bajo tu poderoso patrocinio, pongo en tus manos santísimas este devoto ejercicio, y te ruego humildemente, los unas a tus méritos y los ofrezcas a tu santísimo Hijo, para que se digne concederme por su preciosísima sangre y tu poderosa intercesión, las gracias que deseo conseguir en esta novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

Se reza una Salve.

 

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Vedle aquí, alma mía, míralo con amor tuyo con la corona que le labraron tus perversos pensamientos y deseos, mírale con el rostro acardenalado con los golpes que le imprimieron tus sacrílegas manos con tantas obras malvadas, mírale cubierto de lágrimas que arrancó tu sonrisa infame, de sudor que le saco de tu desidia y tu impureza a las buenas obras, de sangre que le hizo derramar tu corazón duro, empedernido para ablandarse a sus voces y preceptos. ¡Basta, Jesús mío! Mi dolor que os consuele, mi arrepentimiento que os alegre, mi propósito que os haga olvidar mis pasadas infidelidades e ingratitudes, asistidme con un rayo de vuestra tu luz, y ayudadme con vuestra gracia, para que os ame y sirva para todos los días de mi vida. Amén.

 

 

DÍA SEGUNDO

ORACIÓN

Te venero, efigie dolorosa de mi amoroso redentor, objeto para mi confusión y de amor, si, ¿y como no me ha de cubrir de vergüenza al ver ese rostro divino que me recuerda a la multitud de mis culpas? ¿cómo no me veo abrazar en vivas llamas de amor al considerar lo que hizo por mi esa caridad infinita? ¡Oh ingratitud la mía! ¡Oh piedad de mi Redentor! Que pudiera Dios mío, derramar por mis ojos lágrimas de dolor, toda mi sangre, más ya no puedo hacerlo, hazlo tú, Señor, que sea tal mi contricción que por ella alcance el perdón de todas mis culpas pasadas, las que llorare toda mi vida, esperando así tu misericordia, y aquella gracia que pido en esta novena, si es para mayor honra y gloria tuya. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

ORACIÓN

Tu, Oh Dios mío, que pusiste a nuestra imitación este ejemplar de dolores en tu Divino Hijo, espejo de todas las virtudes, aquí nos tenéis Señor en este día, penetrados de dolor y sentimiento, a la vista de esta soberana imagen de nuestro Redentor ¡Ah! Desprende, dueño mío, unos rayos de tu amabilísimo Rostro y con el alumbre y traspasa lo duro de nuestros ciegos corazones, que mejor gracia podemos pedirte, oh Dios mío, esta es la gracia de las gracias, pues con ella lograremos amarte y servirte, conociéndolo lo malo para no hacerlo y lo bueno para abrazarte, tu que puedes Señor, de las piedras más duras, sacar hijos de Abrahán, saca Señor del pedernal de mi pecho, afectos dignos de un hijo tuyo para que con ellos corresponda de algún modo, aquel  afecto infinito con que tú me amas hasta padecer tanto por mi amor. Así, Redentor dulcísimo, conseguiré ser admitido en el número de tus escogidos, y viviré con la esperanza de obtener el fruto de tu sangre preciosa, y de conseguir aquella gracia que necesito y pido en esta novena, si es para mayor gloria tuya y bien de mi alma. Amén.

 

 

DÍA CUARTO

ORACIÓN

¿En donde estuve yo, Jesús mío cuando te hayas en tantas penas? ¿porque no me haría entonces presente para impedir esos golpes, detener esas manos y estorbar esas heridas? ¿porque no pude recibir en mi rostro esas bofetadas? Admitid en mis sienes esas espinas, dad lugar en mi corazón a esas agonías de tu espíritu, ¡Ah! Si, que yo me haré muy presento a lo que mi amor padeciste, presente en tu memoria, y presente en la bárbara ejecución de tus verdugos, tu entonces en mi pensabas y mi ponías tus ojos, en mi se ocultaba el amor de tu corazón divino, yo me hago presente a tus afrentas porque mis pecados fueron los impíos ministros de tus tormentos, ¡Oh piedad sin igual de mi buen Jesús! ¡Oh crueldad semejante de mi corazón despiadado! Pero ya que tu dueño mío, me tuviste tan presente para amarme y padecer tanto por mí, tenme presente para perdonarme y expulsar tal sacrílego atrevimiento, un ciego, Dios mío, no ve lo que hace, y ciego fui cuando te ofendí, ciego cuando me amé contra ti, ciego cuando cometí tantas culpas, perdonadlas Señor y borradlas con tu sangre, concediéndome valor verdadero de todas ellas y aquella gracia que necesito y pido en esta novena, si es para mayor gloria tuya y bien de mi alma. Amén.

 

 

DÍA QUINTO

ORACIÓN

Decís bien, Redentor mío amabilísimo, que no hay parte sana en tu divinísimo cuerpo, bien decís que los hombres no te trataron como uno de ellos, bien decís que las culpas del mundo han sido las causas de tus penas, ese rostro lacerado es el signo más claro de la crueldad del corazón humano, eclipsados nuestros ojos en las liviandades en el mirar, ensangrentada y herida la frente por nuestra altivez y por soberbia, traspasados tus sienes por nuestros torpes y libres pensamientos, acardenaladas las mejillas por nuestras indolencias y lascivia, hincados los labios por nuestras palabras sueltas e injuriosas, muda la lengua y seco el paladar por nuestros desordenes y gula, esto es lo que hemos hecho con nuestras culpas, y este es el libro escrito con la negra tinta de nuestras maldades, pero ¡ay Dios mío! ¿Quién nos dará torrentes de lágrimas para borrar esos caracteres? Tu solo eres el consuelo del triste, el alivio de los afligidos, el remedio de los enfermos, el padre de la vida y vida de los que han muerto por el pecado, si, Redentor dulcísimo, dadme aquella vida que necesito y sin la cual no puedo esperar tu misericordia, así como lo que te pido en esta novena, si es para gloria tuya y bien de mi alma. Amén.

 

 

DÍA SEXTO

ORACIÓN

¡Hombres todos, los que amáis a Jesús! Venid a ver como se halla por vosotros ese inocente cordero, venid que el es quien nos convida, venid que es el quien nos llama, venid a mi todos los que halláis en trabajos que yo os aliviaré ¡Oh buen Jesús! Que amor ese el tuyo, llamáis a todos los hombre, para convidarlos y llenarlos de favores, a unos ingratos, a unos rebeldes, a unos que así te maltrataron, bendito seáis dueño amoroso, por tan grande misericordia, aquí estoy yo, aquí me tenéis Padre mío, hasta ahora no eh sido tuyo, si no del demonio, pero hoy que me llamáis tan amoroso, tuyo soy y tuyo quiero ser para siempre, hasta hoy solo eh obedecido a mis pasiones desenfrenadas, pero ahora que oigo tu voz divina, a ti solo eh de obedecer, a ti solo eh de complacer, estando contigo, mi Rey y mi Padre, obtendré todas las dichas viviendo con tu amor, no quiero otra cosa, viviré contento con mi Jesús y confiado de su bondad infinita esperaré sus piedades y aquella gracia que pido en esta novena, si es para gloria suya y bien de mi alma. Amén.

 

 

DÍA SÉPTIMO

ORACIÓN

Soberano Rey de la Gloria, dulcísimo Redentor de mi alma, escuchad los ruegos de vuestro esclavo, ya que estáis siempre presto a oír las súplicas y conceder las gracias a quien os busca, oídme pues Jesús mío, me hayo acongojado y afligido a vista de mis pecados, mi corazón lleno de dolor y de arrepentimiento, da voces y pide tu socorro ¿A dónde iré oh Padre de misericordias si vos no me admitís? ¿A donde iré, amor de mis amores, si vos me rechazáis? ¿A dónde iré, hechizo de mi alma, si vos me desamparáis? ¡Ah! Recibidme pues, soy vuestro hijo, admitidme pues os amo tanto, ayudadme y consoladme, pues soy vuestro redimido, así me lo promete vuestro rostro apacible. Entro yo en vuestras llagas, me escodo en tus heridas, me abrigo en tu corazón, de donde sacaré el consuelo, la alegría, la fortaleza, la pureza y un volcán de verdadero amor tuyo, aumentad en mi Jesús amoroso, el dolor de veros ofendido, y concédeme la gracia que pido en esta novena. Amén.

 

 

DÍA OCTAVO

ORACIÓN

Así lo sois, Jesús mío dulcísimo, de todos los pecadores, a vos me acojo como el más perseguido de los hombres ¡Ay! Y como me hacen guerra mis pasadas maldades, como me acometen mis rebeldes pasiones, como inquieta mi mayor enemigo, el demonio, enemigos tengo que quieren perder fuera de mis enemigos que me combaten de día y de noche, enemigos de mi alma y enemigos tuyos, pues a ella la compraste con el precio infinito de tu sangre divina ¿Cómo has de permitir que ellos triunfen y que yo me pierda? ¿Cómo puede ser, que yo haya de vivir entregado a sus furias y lejos de vos, ultimo fin para que me criaste? ¡Ah! En vos confío, pues eres mi esperanza, a vos recurro, pues sois mi vida, de vos espero la defensa contra todas las tentaciones y el escudo contra todas las asechanzas de mis enemigos, cantaré Señor, vuestra gloria, alabare misericordias, y lograré vuestras piedades concediéndome tu amor, y aquella gracia que más necesito y pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

 

 

DÍA NOVENO

ORACIÓN

¡Oh Padre amorosísimo! hijo, oigo que me dices, oh dulce embeleso de mi alma, hijo dame tu corazón ¿mi corazón queréis, amabilísimo dueño de mi alma? ¡Ah! Mirad Señor que es carne, mirad que, ha sido cueva de áspides inmundos, considera que es duro y asqueroso, como podéis Jesús mío, contentarte con esa dádiva, como puede agradarte un corazón como el mío, pero ya que vos me lo pedís, helo aquí, te lo entrego para siempre en tus divinas manos, sin duda se ablandará su dureza, desaparecerá su fealdad, se limpiarán sus manchas, junto con el tuyo, mi corazón será morada de la virtud, asiento del amor, y casa de la más angelical pureza, el corazón me pedís, es vuestro por muchos títulos, si vos lo queréis también por título de donación ¡que fortuna para mi alma! ¡que dicha para mi espíritu! ¡que felicidad la mía! ¿Así me pagáis los obsequios de estos días, así correspondéis a un amor tan escaso y tibio como el mío? Gracias te doy Señor, por este nuevo beneficio, y propongo no apartarme jamás de vos, jamás dejaros de obsequiaros con mi devoción en toda mi vida, tu soberana imagen me ha robado el corazón, no me lo devuelvas, Dios mío, quédate con él, llévalo contigo a la gloria, en donde te amará por toda la eternidad. Amén.

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