NOVENARIO A LA
VIRGEN MARÍA DE LAS MERCEDES
REDENTORA DE CAUTIVOS
Venerada en su prodigiosa Imagen del real
y primer convento de la ciudad de Barcelona
Se
empieza de rodillas, y con la señal de la cruz; después se hace el acto de contrición
con todo cuidado y devoción posible, en la forma siguiente, u otra semejante:
ACTO DE
Señor,
Dios mío Jesucristo, por ser tan bueno como sois, y porque os amo sobre todas
las cosas, me pesa en el alma de haberos ofendido, y propongo, con vuestra
gracia, antes morir que pecar. Amén.
DÍA PRIMERO
CONSIDERACIÓN
Considera, alma cristiana, la hermosura del soberano rostro de esta santa Imagen, que atrae los corazones de los que la miran con devoción. ¿Si tanta es la hermosura de la Imagen en la tierra, cuanta será la del original en el cielo? Embeleso es de los Espíritus celestes, y recreación de los ojos del mismo Dios. Mírala con atención y pureza, y hallarás cuan dignas de desprecio son las vanas y frágiles hermosuras de la tierra. A estas retratan a veces los pintores, y sale la copia más hermosa que el original; más de esta soberana Imagen no han podido sacar has la ahora una copia que la iguale en la belleza y perfección; para que conozcas, que más es Imagen venida del cielo, que formada acá en la tierra. Cuantas veces la mirares, tantas te parecerán distinta su fisonomía; ya la verás como alegre y risueña; ya como triste y melancólica: manifestando con esas mutaciones que la anima el original que está en el cielo. Dichoso serás, si sabes aprender en este rostro la virtud de la caridad, que, como dice san Pablo, hace al hombre todo para todos, alegre con los alegres, y triste con los tristes, para ganarlos al amor de Dios, que es la verdadera hermosura, que llena el apetito del corazón humano. Mirándola, pues, con atención, y levantando los ojos del alma al original soberano, la dirás:
ORACIÓN
Oh Virgen Santísima de las Mercedes, que tan hermosa y agradable os mostráis en vuestra soberana Imagen: Os ruego con todo mi corazón, que hermoseéis mi alma con la virtud de la caridad, para que sea agradable a vuestros ojos, y a os de vuestro Hijo Santísimo. Haced, Madre mía, que no me aficiona a las exterioridades de este mundo engañoso, sino que, enamorándome de vuestra celestial hermosura, ame a Dios, mi Criador y Redentor, y por amor suyo a mis prójimos, como a mí mismo. Mostraos, Señora, conmigo alegre, benigna y afable, para que, atraído de vuestra dulzura, os sirva; visite y venere con más gustó, cuidado y amor; y a imitación vuestra sirva y acude a las necesidades de mis prójimos con perfecta caridad, hasta que por ella os merezca ver cara a cara en el cielo con vuestro Hijo precioso, a quien ame y goza con vos y con los Santos para siempre. Amén.
GOZOS
De Cautivos Redentora,
y hermosa estrella del día;
hacednos Merced, María,
de ser nuestra Protectora.
Desde el cielo enternecida
mirasteis de toda España
la cautividad extraña,
de la que estaba oprimida:
De su libertad perdida
fuiste la restauradora;
A Barcelona del cielo
la caridad os inclina,
para hacer fábrica fina
del más amoroso anhelo:
Para fin tan grande el celo
de Nolasco os enamora.
Este fue el ejecutor
de vuestros finos intentos:
él bebió en vuestros acentos
las leyes de vuestro amor:
En sus hijos este ardor
Con Cuarto Voló atesora;
Quisisteis la vestidura
toda blanca en todos ellos,
indicando en brillos bellos
á vuestra Concepción pura:
Todo instante fue hermosura
en vos, soberana aurora.
Vuestra Imagen, sin igual,
que ese Convento venera,
es copia, en quien reverbera
todo el bello original:
Copia, pero tan leal.
que aun vuestras gracias colora.
La vió el mar entumecido
vencer naufragio violento,
dando el salobre elemento
señas de triunfo al vestido:
Como puede, muy rendido,
todo elemento la adora.
De hambre, peste, sequedad,
y de otros males horribles,
con influencias visibles,
ha librado a esta Ciudad:
Vista su benignidad,
mal sin remedio se ignora.
La langosta vorazmente
á esta Ciudad inundó;
por su Patrona os nombró,
y se libró de repente:
Quisiste gloriosamente,
mostrarte su defensora.
Qué dicha nos esperaremos
de vos, que en vuestros favores
alentáis para mayores?
siempre á vos recurriremos:
Por vos, señora, tenemos
todo bien, y en toda hora.
A los Cautivos Cristianos,
que en cadenas mahometanas
padecen penas tiranas,
dad auxilios soberanos:
Haced que en su patria ufanos
os griten libertadora.
Todos por vuestras mercedes
animamos esperanzas,
mirando con confianzas,
que liberal las excedes:
Por el modo que concedes,
el deseo se mejora.
Tu escapulario sagrado
quien viste en la hora final,
en tu mano liberal
tiene auxilio afianzado:
Porque se lleva tu agrado,
vencido el infierno llora.
ORACIÓN FINAL
Así
mismo os ruego, Señora, que intercedáis por la santa Iglesia, y por el Reyno de
España en todas sus necesidades, y señaladamente por la redención de vuestros
amados, los cautivos cristianos, para cuya libertad bajasteis desde el cielo a
Barcelona, y fundasteis vuestra Religión, a fin de que sus Hijos se empleasen en
su redención, hasta dar la vida, sí necesario fuere, por su libertad. Alcanzad,
pues, Señora, para vuestros Hijos celo de tan santa obra, caridad en los Fieles
para las limosnas, y en los pobres Cautivos constancia en la fé, paciencia en
los trabajos, y su deseada redención. Amén.
SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
Considera, alma cristiana, la inmutabilidad del rostro de esta santa Imagen, que habiendo tantos siglos que está patente y descubierto en ese trono, no ha descaecido de su primera belleza y perfección. Cotéjala con tu alma, y verás, que, siendo imagen del mismo Dios, y mucho más por la gracia, ha descaecido infinitas veces de la hermosura, que logró en el santo Bautismo. Vos, o Señora, fuisteis la única que conservasteis sin menoscabo la belleza, que os dio el Señor en el mismo instante que os crió. Considera también, que no ha sido necesario que algún pintor retocara su rostro, pues ni el polvo, ni el humo, ni las moscas se han atrevido a empañar su esplendor y belleza. ¡O! con cuánta razón dijo de vos el divino Esposo, que sois toda hermosa, ¡y no hay la menor mancha en vos! Si fueras, o cristiano, tan dichoso, que conservases siempre pura tu alma, ¿cuán agradable fueras a la Madre de la pureza? Aprende, pues, del candor e inalterable integridad de esta santa Imagen la pureza con que debes vivir, y cuanto debes apartar toda ocasión en que pueda peligrar tu castidad. Mírala con atención, y levantando el corazón a la purísima Virgen, la dirás:
ORACIÓN
Oh
Virgen Santísima de las Mercedes, que tan amante os mostráis de la pureza en la
integridad milagrosa de vuestra soberana Imagen: Os ruego con toda mi alma, que
conserve siempre blanca y pura la estola de la divina gracia con que vuestro Hijo
precioso adornó mi alma en el santo Bautismo; y habiéndola manchado con mis
pecados, me la lavó después con su preciosa sangre en el sacramento de la
Penitencia. No me ciegue, Señora, el humo de la concupiscencia; no asalte al
alma el polvo cenagoso de la lujuria; no me hieran los aguijones de la carne:
antes bien amen tanto a la pureza y castidad, que representáis en el rostro de
vuestra Imagen, que enamorado de ella conciba castos pensamientos, hable
siempre palabras puras, y aparte mis ojos de cuanto pueda ofender a la
castidad. Y pues vos sois la Madre del amor hermoso, ese solo conciba, mirando
la hermosura amable de vuestra cara, para que viviendo puro y caso, merezca en esta
vida serviros como hijo de vuestro amor, y después seguiros en el cielo,
acompañando como caso y puro al cordero sin mancha, vuestro dulcísimo Hijo. Amén.
TERCER
CONSIDERACIÓN
Considera,
cristiano, cuan digna de veneración y respeto es esta santa Imagen, a cuya
presencia la misma Virgen bajó del cielo la noche de su Purificación,
acompañada de sus Ángeles, vestidos del candor del hábito Mercenario, los
cuales cantaron en el coro los Mártires, teniendo la Virgen Madre en su regazo
al Santo Patriarca Pedro Nolasco todo el tiempo que duró aquella suavísima
melodía. Si la misma. Virgen, y los Santos Ángeles honran a esta soberana Imagen;
cuan digna será de que nosotros la honremos, ¿debiendo tantas mercedes a María
Santísima por medio de ella? Considera en este paso la grande humildad de esta
soberana Señora; pues siendo Reyna de cielo y tierra; y teniendo su trono al
lado de la Trinidad Santísima, no se dedignó bajará la tierra, y sentarse en la
silla del coro; y habiendo tenido en su regazo al mismo Dios, como Madre suya,
se humilló a tener en él a una pura criatura como Madre de misericordia.
Aprende, pues, esta excelentísima virtud de la humildad de tan humilde Señora;
y venerándola en esta su santa Imagen con el más humilde rendimiento, mézclate
con el espíritu entre los Ángeles, que la veneran; y ofreciendo al original el corazón,
para que imprima en él el espíritu de su profundísima humildad, la dirás:
ORACIÓN
O
Virgen Santísima de las Mercedes, que tanto apreciáis esta Imagen vuestra, que
quisisteis consagrar el sitio en que se venera, asistiendo vos misma cuando
cantaron los Ángeles vuestros himnos y alabanzas: Os ruego con todo afecto, que
me infundáis el verdadero espíritu de la devoción, que se engendra y nace de la
virtud admirable de la humildad. ¿Cómo ha de ser devotó vuestro el que no es
humilde de corazón, si el vuestro lo fue tanto, que se llevó tras sí el Hijo de
Dios, enamorado de vuestra humildad? Alcanzadme, pues, Señora, esta virtud,
para que os sean agradables mis devociones, y tengan cabida en vuestro corazón
los obsequios, que os hiciere en esta Imagen soberana. Arrancad de mi alma las raíces
de soberbia, que me quedaron del pecado original, para que, practicando en todo,
la humildad, no solo gustéis de mis devociones y obsequios; sí que también me recibáis
espiritualmente en vuestro purísimo seno, en donde suavemente me arrobe, y
dulcemente descanse, hasta que logre en el cielo por la humildad una de
aquellas sillas, que perdieron los Ángeles malos por su, soberbia, en donde con
los santos Ángeles os alabe por toda la eternidad. Amén.
CUARTO
CONSIDERACIÓN
Considera,
cristiano, cuan misericordiosa se ha mostrado la Virgen Santísima por medio de
esta santa Imagen. Lleno está el mundo de las misericordias de María; porque, ¿qué
sería de él si no fuera por la misericordia de la Madre? Por su intercesión
benigna se mantiene, y como Madre de piedad y clemencia difunde continuamente
sus misericordias a todos los necesitados, que ponen las esperanzas en su
poderoso patrocinio. Así lo experimentaron unos marineros, que por haberse encomendado
de veras a la Virgen María delante de esta santa imagen habiéndoles sobrevenido
en el mar una furiosa tormenta, que les puso en la última desesperación de sus
vidas, vieron sobre el navío a la santa Imagen, acompañada de su devotísima sierva
Santa María del Socorro, y de muchos Ángeles, que con la serenidad de su rostro
sosegó la tempestad, y libró del naufragio a los pobres marineros, que de corazón
la invocaron en aquel trance. Cuantas veces, cristiano, ¿habrá peligrado la
navecilla de tu alma? ¿Qué tormentas habrás pasado? Y tú tan olvidado de la
Señora, que ni la has llamado, ¡ni menos habrás pensado en su misericordia!
Acógete a su patrocinio, y echando el áncora de tus esperanzas en tan misericordiosa
Madre, encomiéndate de veras a María, invoca con frecuencia su dulcísimo
nombre; y su Majestad se frenará las borrascas, que ponen a pique a tu pobre
alma. Aprende, cristiano, de la Virgen María el ser misericordioso con los
miserables; y viendo la prontitud con que les socorre, no seas tardo en
favorecerá tus prójimos. Si deseas ser verdadero devoto suyo, imítala en la
misericordia, no reparando en cosa alguna, a fin de ejercitarte en obras de misericordia.
Así te lo enseña la Virgen Santísima por esta su Imagen, ante cuya presencia,
representándola tus miserias, lleno de confianza, la dirás:
ORACIÓN
Oh Virgen Santísima de las Mercedes, que os hicisteis por esta soberana Imagen, dispensadora de vuestras misericordias: Os ruego con todas mis veras, que llenéis a mi pobre alma de las misericordias de vuestro corazón. Mirad, señora a mi pobre alma, que corre el mar tempestuoso de este mundo, abrasada de los vientos de la vanidad y soberbia, combatida de las olas de las tentaciones, expuesta a los piratas de sus tres enemigos, y que muchas veces está a pique de naufragar, y perderse. Fijo, Señora, mis esperanzas en vuestro poder, como Madre que sois de la santa esperanza. Volved, volved, Señora, hacia mi alma esos vuestros ojos, que ellos bastan para serenarla; porque como ha de peligrar, y me nos perecer, ¿a quién vos miráis con ojos de misericordia? Y pues vos a nadie, que os invoque de corazón, dejáis de favorecer; alcanzadme de vuestro Hijo, que yo a imitación vuestra use de misericordia con los pobres y necesitados. Ablandad mis duras entrañas, que tantas veces se han negado a los clamores y ruegos de los pobres miserables: niégueme a mi regalo y conveniencias para socorred al necesitado, imitándoos a vos, que de noche os entrasteis entre las furiosas olas del mar. Así lo espero de vuestra piedad, para que, usando en esta vida de misericordia, con los pobres, la use Dios conmigo en la otra; pues está escrito: Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán la misericordia. Amén.
QUINTO
CONSIDERACIÓN
Considera,
alma cristiana, en esta santa Imagen la pureza, inocencia y candor de María
Santísima en el primer instante de su purísima Concepción. Ella es Imagen de
las mercedes de María y por lo mismo debe serlo de su inmaculada Concepción,
por haber querido la Señora, que sus Hijos vistiesen los hábitos blancos en memoria
de su Concepción purísima. Mira bien cuanto distas de la verdadera devoción a
tan pura Señora, siempre que afeas el cándido vestido de tu alma con las
manchas del pecado. Esto haces siempre que te empleas en las obras serviles de
la culpa, especialmente en los días dedicados a la Señora. Si la Virgen se disgusta
de que en sus santos festivos días trabajen los hombres; ¿cuánto más de que en
ellos se sirva al demonio y al pecado? vióse en este Convento convertida en un
cuajo de sangre la masa del pan en el día de su pura Concepción, aun antes de
ser día festivo; reconociendo los Religiosos que en día tan sagrado no quería la
Señora que se trabajase en casa suya. ¡Oh que malos siervos de María habemos
sido, que tantas veces habemos profanado sus días! Aprende, cristiano, de este prodigio
la piedad, en que debes emplear los días de fiesta, santificando con tus obras
aquellos días, que el Señor ha elegido para su culto y veneración. Esto te enseña
la Virgen purísima por esta su Imagen, que no quiso que en el día de su Concepción
se trabajase en la casa dedicada a su honra y culto. Duélete del tiempo que has
pasado sin honrar cristianamente los días de María Santísima, y postrado, como reo,
delante de su imagen, la dirás:
ORACIÓN
O Virgen Santísima de las Mercedes, que así honráis el misterio de vuestra purísima Concepción en la Imagen que os representa: Os ruego de lo íntimo de mi corazón, que me infundáis una entrañable devoción a tan soberano misterio. Conozca yo en la pureza y hermosura de vuestra que vos fuisteis concebida sin pecado original. Haced, Señora, que sea tan viva mi piedad hacia vuestro misterio, que le honre y venere como Vos gustáis; esto es, con pureza de alma, inocencia de vida, y empleando los días vuestros, no en juegos, no en banquetes, no en otras vanidades, sino en alabará Dios, que os hizo tan pura, y os llenó tanto de su gracia, y en otras obras de virtud y perfección. Bien conozco, Madre mía, que eso me decís por medio de Vuestra Imagen; pero como el pecado original me dejó tan malas reliquias, ¿qué haré yo miserable criatura si no me fortalecéis con vuestro poder, y no me alentáis con vuestro amor? Esto os ruego, para que celebrando como debo en este valle de lágrimas vuestras fiestas, merezca por vuestra intercesión celebrarlas en el cielo con los santos Ángeles, en donde todos os confiesan a boca llena concebida sin pecado original. Amén.
DÍA SEXTO
CONSIDRACIÓN
Considera,
alma cristiana, el poder y eficacia de María Santísima por medio de su soberana
Imagen. Experimentólo la Ciudad de Barcelona en el año de 1652, cuando ardiendo
miserablemente en peste, y padeciendo el más lamentable estrago, recurrió a la Virgen
de las Mercedes; y llevando por las calles en procesión a esta Imagen, logró el
alivio de tan grave mal, cesando enteramente el contagio. ¡Oh poder y eficacia
de la presencia de María! Qué diferentes son los pasos y visitas de esta santa Imagen,
de los que sueles hacer, ¡Oh cristiano! Los de la Virgen curan a los apestados;
los tuyos son a veces la peste de los prójimos: los de María edifican lo
destruido; ¿los tuyos cuan las veces destruyen y escandalizan al flaco?
Aprende, pues, de esta santa Imagen la grave obligación que tienen en edificar
con tu vida y de sanarle con el buen ejemplo las heridas, que le hubieres
causado con tus malas obras. Ay de aquellos, dice Cristo, que escandalizan al
prójimo ¡Ay de ti si lo escandalizares! Sean tus pasos a imitación de los de
esta santa Imagen, que cuando salió fue para hacer bien, y edificar con su
presencia los daños que había ocasionado la peste. Procura llevar contigo en todas
tus acciones y pasos la presencia de María Santísima, y lograrás que sean
santos y perfectos, y que al prójimo sirvan de edificación. Para alcanzarlo, preséntala
tu alma, y la dirás:
ORACIÓN
Oh Virgen Santísima de las Mercedes, que tan poderosa os mostráis en vuestra santa Imagen: Os ruego con humildad profunda, que libréis a los pueblos cristianos de la fatal plaga de la peste. Librad también a mi alma de la peste del pecado con la afable presencia de vuestro serenísimo rostro. No se me apeguen, Señora, los pestíferos aires de este mundo, que son la concupiscencia de la carne, la liviandad de los ojos, y la soberbia de la vida. Encaminad mis pasos hacia las sendas de la santa ley de Dios, para que no ofenda, ni sea ocasión de ruina espiritual a mis prójimos. Si alguna vez tropezare, dadme, Señora, la mano para que no caiga; o si cayere, me levante. Si escandalizare a mi prójimo, dadme gracia para edificarle, y sanarle las heridas que le hubiere hecho. Echadme Madre mía, desde ese trono vuestra santa bendición, como la echasteis entonces en Barcelona, para que fortalecido con ella, no me coja la peste del pecado ajeno; antes bien manteniendo siempre la salud de la gracia, viva espiritualmente sano para serviros, alabaros y engrandeceros, hasta que llegue la hora de gozar de los inalterables suavísimos aires de la gloria celestial, en donde se vive sin temores de la muerte, con la vista clara de vuestro Hijo preciosísimo. Amen.
DÍA SÉPTIMO
CONSIDERACIÓN
Considera,
cristiano, la beneficencia y liberalidad de la Virgen Santísima en su santa Imagen.
No hay necesidad que no socorra con prontitud, ni aflicción que no serene con
amor. Dígalo la Ciudad de Barcelona, cuando en el año de 1680, afligida de la sequedad
de la tierra, y extremamente necesitada de agua, después de varias rogativas
determinó llevar en procesionar esta soberana Imagen hasta el convento de
Padres Capuchinos; y cantando allí una solemne misa a la Virgen, se mostró tan benéfica
y liberal, que cubriéndose el cielo de gruesas nubes, logró a la vuelta con lluvia,
con que se fertilizaron los campos, y se serenaron los afligidos corazones de
los Barceloneses. Si así socorre la Virgen la esterilidad de la tierra, ¿cómo
socorrerá las sequedades del alma? Mira bien, o cristiano, cuanta es la
sequedad de tu espíritu, y hallarás, que de puro seco apenas produce fruto
digno de la vida eterna; más si te acoges a María Santísima en esta su Imagen, experimentarás
la abundancia de los divinos riegos, con que se fecunde tu alma. Aprende la
liberalidad de María Santísima, que no sabe negar el agua al necesitado, que se
la pide conviva fé; más tu eres tan duro de corazón, y vives tan enamorado de
tus bienes, que no sabes usar de liberalidad con el afligido y necesitado.
Echa, pues, de tu corazón la avaricia, viendo a tu Madre y Señora tan liberal,
y no quieras negar al necesitado lo que te pide, que así te lo enseña por su soberana
Imagen. Postrado, pues en sus aras, ofrécela el corazón, y de lo íntimo de ella
dirás:
ORACIÓN
Oh Virgen Santísima de las Mercedes, que os mostráis hermosamente liberal en esta Imagen, haciéndola nube de lluvia en tiempo de sequedad: Os ruego con todo rendimiento, que os compadezcáis de esta mi pobre alma, seca é infecunda de toda virtud. Ya que sois, Señora la fuente del místico jardín de la Iglesia, y el pozo de aguas vivas, dadme los riegos espirituales de la divina gracia, para que haga frutos dignos de penitencia. Dadme también la virtud de la liberalidad, con que destierre todo género de avaricia, que es la raíz de de todos los males. Ella es la que seca el alma, y la vuelve del todo inhábil para recibir la lluvia de las santas inspiraciones, y las influencias del Espíritu Santo. Desarraigada, pues, de mi alma esa mala raíz, para que vuestras mercedes y gracias me hallen dispuesto para dar frutos espirituales. Nube sois llena de las aguas de la divina gracia, llovedlas en esta enjuta tierra; y si por sus culpas no ha producido hasta ahora sino espinas y abrojos, como tierra maldita, produzca en adelante por vuestra bendición sazonados frutos de buenas obras, con que merezca ser hijo vuestro; y después, cuando venga el divino labrador a visitarla, hallándola cultivada y fructuosa, la admita en la eterna heredad de la gloria. Amén.
DÍA OCTAVO
CONSIDERACIÓN
Considera, cristiano, en esta santa Imagen el imperio y dominio, que la Virgen Santísima tiene, sobre todo lo criado, y con su Criador; pues por medio de ella aniquiló en él año 1687, los innumerables ejércitos de langostas, qué habían infestado a Cataluña y talado miserablemente sus campos. Efectos son esos de nuestras culpas, que irritando a la divina justicia nos quita aquello mismo, que antes nos había dado su misericordia. Pero como María Santísima es la que templa los divinos enojos, ella fue la que, invocada por la Ciudad de Barcelona con un memorial, que se puso sobre las manos de esta Imagen, extinguió tan molesta plaga, dejando libre, no solamente a la Ciudad, pero también a todo el Principado, puede con María Santísima la virtud de la paciencia, y el entregarse enteramente a su santa voluntad! ¿Cuántos Santos había invocado el Pueblo para su alivio? ¿Qué rogativas había hecho? Mas siempre sin fruto, por no estar satisfecha la divina justicia de nuestras ofensas. Mas como llevó con paciencia aquel golpe, y se dejó finalmente á las manos de María, poniendo en las de esta Imagen un devoto memorial, se aplacó Dios, a los ruegos de su Madre suspendido el azote de su justicia. Aprende, pues, cristiano, la paciencia de los trabajos, y el conformarte con la santa voluntad de Dios, dejándole todo a las manos de María Santísima, confiando siempre, y en el más arduo trabajo, en su poderosa intercesión, ante cuya Imagen soberana, dándola las gracias de sus beneficios, la dirás:
ORACIÓN
Oh Virgen Santísima de las Mercedes, que habéis hecho a esta soberana Imagen el conducto de vuestras gracias: Os ruego con toda eficacia, que libréis a todo pueblo cristiano de la voraz plaga de la langosta, y a mi pobre alma de tantas plagas, como despide contra ella el infierno, para robarla y talarla, hasta dejar a sin la cosecha de la divina gracia. Alcanzadme, Madre mía, la virtud de la paciencia en los trabajos y calamidades, con que el Señor quisiera probarme y afligirme, considerando que los trabajos de esta vida son efecto del amor, que su Majestad me tiene, y preservativo de las imponderables penas de la otra. Dadme, Señora, una entera conformidad con vuestra voluntad, y la de vuestro Hijo, para que abrace con gusto cuanto dispusiereis de mí. Infundidme la más viva confianza en vuestra intercesión poderosa; de manera, que ningún trabajo me desaliente, sabiendo que en vos se halla alivio y consuelo para toda aflicción. Admitid todos mis negocios y dependencias, que en vuestras manos las pongo, para acertar conforme vuestra santa voluntad. Y si la Ciudad de Barcelona os ofreció de agradecida el trono de plata en que residíais, eligiéndoos por Patrona, y votándoos una fiesta anual con asistencia suya en el día de vuestra Descensión: Yo os ofrezco a mi alma para trono en que presidáis como Señora absoluta de su ser, y sus tres potencias, y os doy mi corazón en prenda de mi agradecimiento a vuestras mercedes, para haceros continuamente fiesta, y vivir dedicado a vuestro culto y veneración, hasta que llegue la hora de veros en el lucido trono, que tenéis en el cielo, en donde con los santos Ángeles os festeja y alabe por toda la eternidad. Amén.
DÍA NOVENO
CONSIDERACIÓN
Considera,
cristiano, que la Virgen Santísima se dignó dejarle en su soberana Imagen un
clarísimo espejo para tu alma. Mírala con atención, y coteja las perfecciones,
de tu rostro con las imperfecciones de tu alma. Aliende a aquella gravedad y circunspección,
que mudamente está reprehendiendo tus ligerezas y desenvolturas: aquella
serenidad y afabilidad, que corrige la obscuridad de tus pasiones, y la dureza
de tu corazón: aquella hermosura y belleza sin alteración, que condena la fealdad
de tus costumbres, y la poca constancia en las buenas obras. ¡Oh si fueses tan
dichoso como lo fue San Pedro Armengol! Postrado este Santo delante la Imagen,
la miró, y se miró así; y viéndose tan distante de lo que veía en ella, se
confundió, lloró, hizo penitencia, y de Capitán de forajidos, pasó a ser hijo
de María, y Mártir de Jesucristo. Mírate, pues, cristiano, en esa santa Imagen,
y á vista de sus perfecciones, y de tus desaciertos, confúndete de tu mala vida,
llorasteis culpas de verdadera penitencia de las ofensas que has cometido
contra Dios, y lograrás el ser hijo querido de María Santísima, y serán sus devociones
oloroso incienso que llenen el corazón de la Señora ¡Oh! cuantos al mirarse en
esa Imagen han logrado está dicha, Procurad lograrla y postrado en su presencia,
lleno de dolor y confianza la dirás:
ORACIÓN
Oh Virgen Santísima de las Mercedes que nos dejasteis a esta imagen para poderoso incentivo de la penitencia. Os ruego con toda el alma y el corazón, que me sepa mirar, como debo, en esta vuestra santa Imagen. Innumerables son los prodigios, que continuamente hacéis con vuestros devotos por medio de ella; pero entre todos los mayores es la conversión de las almas. Esa os pido de la mía, que tantos años a que os está mirando, y perezosa en vuestro servicio, y en el de vuestro Hijo precioso; nunca sabe determinarse a una verdadera penitencia. Determinadla vos, Señora, reducidla, alcanzadla del Señor una serie y constante determinación de dejar sus vanos apetitos, y serviros con pureza y santidad. Salgan de esa hermosa cara ardientes centellas de amor divino, que abrasen a mi alma, y reduzcan a cenizas mis desenfrenadas pasiones y envejecidos hábitos de pecar. Nunca, Señora, me aparte de vuestra presencia, ante quien llore mis pecados, y sean esas lágrimas el sacrificio último de este santo Novenario, para que, lavada y blanqueada mi alma, sea agradable a vuestros ojos, y digna de que Vos la presentéis en la hora de la muerte a vuestro precioso Hijo; y su Majestad la admita en la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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