OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO DE LA SANTA
HUMANIDAD DE SU DIVINO HIJO Y DEL SANTO USO QUE ÉL HIZO DE SUS SENTIDOS PARA
REPARAR Y CUBRIR LOS PECADOS QUE NOSOTROS HEMOS COMETIDOS POR NUESTROS SENTIDOS
Padre
eterno, te ofrezco los pies sagrados caminantes, viajeros, en fin, atravesados
por los gruesos clavos para reparar nuestros pasos criminales.
Padre
eterno, te ofrezco todas las prosternaciones devotas y respetuosas de Jesús
delante de tu santa Majestad, para reparar todas nuestras irreverencias en tu
santa presencia.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco las manos divinas de Jesús, que han hecho tantas buenas
obras, y que sin embargo han sido atravesadas por gruesos clavos, para reparar
todos los pecados de nuestras manos injustas y nuestras obras de iniquidad.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco los brazos divinos de Jesús, fatigados por el trabajo y
rasgados por el látigo de los verdugos, para reparar nuestros pecados de pereza
y todos nuestros otros crímenes.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco la divina cabeza de Jesús, coronada de espinas y sus
cabellos ensangrentados y arrancados, para reparar nuestros pecados de orgullo
y nuestros pensamientos criminales.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco los ojos adorables y las miradas de Jesús, llenos de dulzura
y de majestad, para reparar los pecados de inmodestia y de nuestra curiosidad;
también te ofrezco su sueño, sus desvelos y las lágrimas que han brotado de sus
ojos divinos, para merecernos el perdón de nuestras culpas.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco la mortificación del olfato de Jesús, para reparar los
pecados de sensualidad de los que somos culpables.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco la boca adorable de Jesús, sus divinas palabras y su
admirable silencio, para reparar todos los pecados que nos ha hecho cometer
nuestra lengua irrefrenable y malvada; también te ofrezco sus ayunos y sus
comidas sobrias, para reparar nuestros pecados de codicia e intemperancia.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco la Faz adorable de Jesús, cubierta de escupitajos, de sudor,
de polvo y de sangre, golpeada por las bofetadas y con la barba arrancada, para
reparar el orgullo, la vanidad y todos los pecados de los mundanos.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco todas las oraciones, las alabanzas y las acciones de
gracias, las glorificaciones salidas de la sagrada boca de Jesús, para reparar
las blasfemias y todos los pecados cometidos en el culto divino que te es
debido.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco el sagrado Cuerpo de Jesús cubierto de heridas, para reparar
todos los pecados de nuestra carne corrompida. Te ofrecemos sus sudores y las
siete efusiones de su sangre preciosa, para que nos purifique de nuestros
crímenes.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por la lanza y todo
inflamado de amor, para reparar todos los pecados cometidos por el corazón. Te
ofrezco también todos los deseos, los suspiros, todos los pensamientos, los
afectos, las oraciones, las virtudes y todas las amables perfecciones de este
divino corazón, para cubrir la pobreza de nuestros corazones miserables.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco el alma santa de Jesús, que se ha sacrificado por nosotros y
que la ha puesto de nuevo entre tus manos durante su muerte. Por la gloria y
los méritos de esta alma santísima, te suplicamos, Padre eterno, que perdones y
justifiques a nuestras almas criminales.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrecemos la vida divina, la vida gloriosa y la vida viajera de
Jesús. Te suplicamos, por la excelencia de su vida interior, que perdones nuestra
vida llena de tibieza y disipación.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco el terno nacimiento de Jesús, en los esplendores de tu
gloria. También te ofrezco todas las alabanzas, toda la honra, todo el amor
eterno que Él tiene por ti, para reparar todas las impiedades y las blasfemias
de los pobres y ciegos pecadores.
Padre
nuestro, Gloria.
Padre
eterno, te ofrezco este Jesús divino, para adorar, amar, glorificar en Él y por
Él todas tus adorables perfecciones y este nombre sagrado, desconocido a toda
creatura, que expresa todo lo que eres, que sólo tu divino Hijo Jesús conoce y
adora en espíritu y en verdad, en nombre de todas las almas rescatadas por su
sangre preciosa.
Padre
nuestro, Gloria.
Te
saludo, Ta adoro, Te amo, Oh Dios Padre, Oh Dios Hijo, en la inefable felicidad
de tu divinidad, te abrazo con el afecto de todas las creaturas del cielo y de
la tierra, por el Sagrado Corazón de Jesús, y así te beso por el beso eterno
del Espíritu Santo.
Padre
nuestro, Gloria.
Dios
tanto ha amado al mundo que le ha entregado a su único Hijo para ser su
reparador.
Colaboración de Iván Arellano
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