miércoles, 1 de julio de 2020

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO


OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO DE LA SANTA HUMANIDAD DE SU DIVINO HIJO Y DEL SANTO USO QUE ÉL HIZO DE SUS SENTIDOS PARA REPARAR Y CUBRIR LOS PECADOS QUE NOSOTROS HEMOS COMETIDOS POR NUESTROS SENTIDOS

 

Padre eterno, te ofrezco los pies sagrados caminantes, viajeros, en fin, atravesados por los gruesos clavos para reparar nuestros pasos criminales.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco todas las prosternaciones devotas y respetuosas de Jesús delante de tu santa Majestad, para reparar todas nuestras irreverencias en tu santa presencia.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco las manos divinas de Jesús, que han hecho tantas buenas obras, y que sin embargo han sido atravesadas por gruesos clavos, para reparar todos los pecados de nuestras manos injustas y nuestras obras de iniquidad.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco los brazos divinos de Jesús, fatigados por el trabajo y rasgados por el látigo de los verdugos, para reparar nuestros pecados de pereza y todos nuestros otros crímenes.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco la divina cabeza de Jesús, coronada de espinas y sus cabellos ensangrentados y arrancados, para reparar nuestros pecados de orgullo y nuestros pensamientos criminales.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco los ojos adorables y las miradas de Jesús, llenos de dulzura y de majestad, para reparar los pecados de inmodestia y de nuestra curiosidad; también te ofrezco su sueño, sus desvelos y las lágrimas que han brotado de sus ojos divinos, para merecernos el perdón de nuestras culpas.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco la mortificación del olfato de Jesús, para reparar los pecados de sensualidad de los que somos culpables.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco la boca adorable de Jesús, sus divinas palabras y su admirable silencio, para reparar todos los pecados que nos ha hecho cometer nuestra lengua irrefrenable y malvada; también te ofrezco sus ayunos y sus comidas sobrias, para reparar nuestros pecados de codicia e intemperancia.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco la Faz adorable de Jesús, cubierta de escupitajos, de sudor, de polvo y de sangre, golpeada por las bofetadas y con la barba arrancada, para reparar el orgullo, la vanidad y todos los pecados de los mundanos.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco todas las oraciones, las alabanzas y las acciones de gracias, las glorificaciones salidas de la sagrada boca de Jesús, para reparar las blasfemias y todos los pecados cometidos en el culto divino que te es debido.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco el sagrado Cuerpo de Jesús cubierto de heridas, para reparar todos los pecados de nuestra carne corrompida. Te ofrecemos sus sudores y las siete efusiones de su sangre preciosa, para que nos purifique de nuestros crímenes.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por la lanza y todo inflamado de amor, para reparar todos los pecados cometidos por el corazón. Te ofrezco también todos los deseos, los suspiros, todos los pensamientos, los afectos, las oraciones, las virtudes y todas las amables perfecciones de este divino corazón, para cubrir la pobreza de nuestros corazones miserables.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco el alma santa de Jesús, que se ha sacrificado por nosotros y que la ha puesto de nuevo entre tus manos durante su muerte. Por la gloria y los méritos de esta alma santísima, te suplicamos, Padre eterno, que perdones y justifiques a nuestras almas criminales.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrecemos la vida divina, la vida gloriosa y la vida viajera de Jesús. Te suplicamos, por la excelencia de su vida interior, que perdones nuestra vida llena de tibieza y disipación.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco el terno nacimiento de Jesús, en los esplendores de tu gloria. También te ofrezco todas las alabanzas, toda la honra, todo el amor eterno que Él tiene por ti, para reparar todas las impiedades y las blasfemias de los pobres y ciegos pecadores.

Padre nuestro, Gloria.

 

Padre eterno, te ofrezco este Jesús divino, para adorar, amar, glorificar en Él y por Él todas tus adorables perfecciones y este nombre sagrado, desconocido a toda creatura, que expresa todo lo que eres, que sólo tu divino Hijo Jesús conoce y adora en espíritu y en verdad, en nombre de todas las almas rescatadas por su sangre preciosa.

Padre nuestro, Gloria.

 

Te saludo, Ta adoro, Te amo, Oh Dios Padre, Oh Dios Hijo, en la inefable felicidad de tu divinidad, te abrazo con el afecto de todas las creaturas del cielo y de la tierra, por el Sagrado Corazón de Jesús, y así te beso por el beso eterno del Espíritu Santo.

Padre nuestro, Gloria.

 

Dios tanto ha amado al mundo que le ha entregado a su único Hijo para ser su reparador.

 


Colaboración de Iván Arellano

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