ORACIÓN AL SANTÍSIMO PATRIARCA SAN JOSÉ
PAPAR IMPETRAR SU PATROCINIO EN LOS TEMBLORES, RAYOS, INCENDIOS, PESTES Y DEMÁS CASTIGOS, CON QUE LA DIVINA INDIGNACIÓN NOS AMENAZA Y PEDIRLE NOS ALCANCE UNA FELIZ Y DICHOSA MUERTE
DISPUESTA
Por el Bachiller D. Tomás Sánchez,
Presbítero de este Arzobispado
Impreso en México, con las Licencias
debidas.
Año de 1754
ORACIÓN
Estimativo Padre de amantísimo Jesús, verdadero esposo de la purísima Virgen y Madre María, Reina de los Ángeles y fiel defensa de los hombres. José Castísimo, bien conozco que mis muchas culpas, mis enormes pecados y repetidas ofensas, están clamando por el castigo. La gravedad de mis delitos, la fealdad de mis vicios, y lo abominable de mi repetida ingratitud, me acobarda para levantar mis ojos, y ponerlos en aquel Señor, a quien yo tan locamente desprecie, solo por seguir las leyes de mis gustos. Pues como podre en tu presencia, José Santísimo, cuando eh pecado, sabiendo que por mis culpas murió tan afrentosamente tu estimativo Hijo Jesús. ¿Cuándo, por mis iniquidades merezco ser despreciado, y cuando por mi ingratitud me he hecho indigno de tu favor y amparo? Pero alentándome tu poderoso patrocinio y tu grande magnificencia en socorrer a los hombres, me acojo a tu sombra para conseguir el perdón. Y si tienes por especial divisa y carácter el ser refugio de pecadores, aquí tienes ya rendido a tus plantas el mayor de todos ellos, el mas desenfrenado bruto, el mas inicuo hombre de cuantos habitan la tierra, y el que la hace estremecer y temblar con sus iniquidades, pues horrorizada de mis delitos, tiembla, se estremece y brama, queriendo tomar venganza de mis culpas, sepultándome en sus entrañas: justo es, Santísimo Patriarca, el castigo, y bien merecido lo tengo por mis repetidas maldades, más ya acogiéndome a tu patrocinio, no he de quedar desvalido, puesto que, ninguno de cuantos te han invocado con veras, ha salido sin remedio. Si mis culpas son la causa, y merecen ser castigada, ya las lloro, las detesto y aborrezco, porque con ellas eh ofendido y despreciado a un Dios tan bueno, justo y santo y tan misericordioso, que cuando podía arrojarme a los abismos, me ha tolerado mis maldades, dándome tiempo para que la llore. Mas ay de mí, que yo abusando del beneficio, todo lo que eh convertido en mi daño, y en mis mayores y más repetidas ofensas de mi Criador y Señor. ¡Oh como me pesa! ¡Oh como lo siento! ¡Solo por se su Majestad el ofendido! Yo, como quisiera verter el corazón por los ojos de puro dolor y sentimientos, para que así, limpio y purificado, se lo pudieras ofrece a mi Dios en holocausto, para aplacar sus iras, para que cesara su justo enojo, y para que, abrazado en su santo amor, no le volviera a ofender. Ofrécelo pues, Santísimo Patriarca, unido con tus relevantes méritos, para que, por estos se aplaque la Divina Indignación, y no descargue sobre mí el azote de su Justicia. Alcánzame, por tus heróicas virtudes, una contrición verdadera de mis pecados, y la perseverancia final en la divina gracia, y que cuando me vea combatido de las iras del Cielo, ya en los terremotos y temblores, ya en los rayos y centellas, ya en los incendios, pestes y demás tribulaciones, con que la Justicia Divina puede castigarme, consiga misericordia, librándome de muerte furtiva y desapercibida, para que recibiendo dignamente antes de mi muerte (para cuyo trance imploro la eficacia de tu patrocinio) los sacramentos, acabe mi vida en gracia, para ir a gozar de Dios en tu compañía a la Gloria. Amén.
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