QUINCENARIO A NUESTRO AMO
EL SANTO ECCE-HOMO QUE SE VENERA EN EL
SANTUARIO DE BELÉN DE POPAYÁN
Tip. La Perla. Popayán, Colombia
Año de 1922
Puestos
de rodillas delante de Nuestro Amo, y con el corazón dispuesto y contrito,
dirás lo siguiente:
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, por vuestra infinita bondad y porque
os amo sobre todas las cosas, a me pesa de haberos ofendido, yo propongo
firmemente la enmienda de nunca más pecar, y espero en vuestra divina
misericordia, me daréis gracias para enmendarme y perseverar hasta el fin de mi
vida. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Oh
Dulcísimo Jesús, cuya vida, pasión y muerte, deben ser modelo de la perfección
cristiana, Vos, que, desde el seno del padre, bajasteis para tomar nuestra vil
naturaleza y cargar sobre vuestros hombros los pecados de los hombres, ved
aquí, postrados a vuestros pies, una porción de humildes esclavos, que os
acompañan y sienten con vos vuestras fatigas y dolores, nuestra conducta no es
acreedora a la correspondencia de vuestro amor, sin embargo, vuestras promesas,
que son palabras de vida eterna, alimentan nuestra confianza. No quiero, decís,
la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, yo eh venido a buscar a
los pecadores y no a los justos, aquí nos tenéis, rendidos, solicitando el
perdón de nuestras culpas, Pilatos os muestra al pueblo, para que se compadezca
de vuestra lastimosa figura, y nosotros nos presentamos a vos, para que os
compadezcáis de la fealdad de nuestras almas, y las purifiquéis con vuestra
amable vista. Vednos aquí, Jesús doloroso, y concédenos las gracias que
solicitamos en este quincenario, para mayor gloria vuestra y bien de las almas.
Amén.
Se
reza un Credo.
ORACIÓN
Oh
Jesús, Redentor de las almas, aquí nos tenéis postrados en vuestra santísima
presencia, venimos a implorar vuestras misericordias, es cierto, Salvador amado,
que os hemos ofendido, que hemos despreciado vuestra ley, que nos hemos
apartado del camino, que desde ese trono de ignominia, nos habéis mostrado,
pero Señor, aquí nos tenéis, humildes y contritos, os prometemos desde lo
intimo de nuestros corazones, no ofenderos más, si, Jesús Redentor nuestro, oíd
las súplicas que os hacen vuestros hijos muy queridos, escuchad nuestras
plegarias, y despachadlas favorablemente, os lo pedimos por esos pies y manos,
taladrados por nuestro amor. Amén.
DÍA PRIMERO
ORACIÓN
Oh Jesús humilde, que, por cumplir la voluntad de vuestro Eterno Padre, bajaste del cielo para tomar carne humana de en una purísima Virgen, que para ejemplo de humildad, naciste en un pesebre, en medio de dos animales, siguiendo toda vuestra vida, hasta darla en el santo madero de la Cruz, con el mismo ejemplo de humildad y abnegación propia, yo os suplico, Soberano Señor, infundáis en mi corazón esta soberana virtud de la humildad, para que desarraigando todos los efectos de soberbia, de que hasta aquí eh estado poseído, padezca con humilde resignación, padezca todos los trabajos y fatigas de esta vida, con que os imite en vuestra pasión dolorosa, y consiga por ella cuánto solicito en este quincenario, para mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Oh
Señor, Dios Rey Omnipotente, en vuestras manos están pues todas las cosas, y si
queréis salvar a vuestro pueblo, nadie puede resistir a vuestra voluntad, Vos
hicisteis el cielo y la tierra y todo cuanto en ello se contiene, Vos sois el
dueño de todas las cosas ¿Quién podrá resistir a vuestra Majestad? Por tanto,
Señor Dios de Abrahán, tened misericordia de vuestro pueblo, porque vuestros
enemigos quieren perdernos y exterminar vuestra herencia, así Señor, no
despreciéis esta parte que redimiste con vuestra Sangre. Oíd Señor nuestras
oraciones, sed favorable a nuestra suerte, levantad el azote de vuestro enojo,
y haced que nuestro llanto se convierta en alegría, para que, viviendo,
alabemos vuestro santo nombre y continuemos alabándolo eternamente. Amén.
GOZOS
Dulce Jesús nuestro
Redentor amador
Sed de Popayán
Refugio y amparo
Tu pasión amarga
Nos dio a paso
Pruebas de amor vivo
El más acendrado
Por eso a tus plantas
Hoy te suplicamos:
Del cielo bajaste
A ser un retrato
De acervos dolores,
Penas y trabajos
Y si por nosotros
Tanto has tolerado:
Como en otro tiempo
Te mostró Pilato
Al pueblo judío
Infiel y tirano
Y hoy te nos presentas
A que te pidamos:
Jesús amoroso
Ya no hay pecho ingrato
Que no gima y llore
Al verte ultrajado
Oye nuestros ruegos
Pues a ti clamamos:
Ecce Homo
Decía el mismo Pilatos
Cuando el pueblo todo
Te estaba mirando
Mas como nosotros
Así te adoramos:
Ecce Homo
Repites a tantos ingratos
Que hemos delinquido
Pero que tocados
de arrepentimiento
Hoy te suplicamos
De nuestras congojas
De nuestros trabajos
Eres el remedio
Y alivio Santo
Por eso acudimos
A ti Padre amado:
Las plagas que afligen
A este vecindario
Si a ti recurrimos
Pasan en el acto,
Por esos favores,
por tantos milagros:
Con humildes votos
oh Jesús amado
a ofrecerte vienen
pobres holocaustos
tantos te veneran
a ti, solo esclavos:
Esta Ciudad noble
Que leal te ha amado
Que ha buscado siempre
Fieles magistrados,
¿No tendrá el auxilio
De tu santa mano?
Todos aquí somos
Tus hijos que alzamos
nuestros corazones
tan necesitados
a que nos bendigas
como a tus esclavos:
ORACIÓN FINAL
Os
adoramos Jesús sapientísimo, bendecimos vuestras santísimas llagas, y las
besamos con los suspiros mas tiernos de nuestros corazones, os contemplamos
hecho el ludibrio de las gentes, y despreciado de la plebe, siendo el Señor de
los cielos y la tierra, no tenéis donde reclinar la cabeza, si los ángeles se
pasman y los serafines cubren con sus alas la cara, viéndoos hecho el Varón de
dolores y lastimosos espectáculo de baldones, heridas y ultrajes ¿Qué debemos
hacer nosotros, miserables criaturas? Nosotros fuimos la causa de vuestra
pasión y os volvemos a crucificar de nuevo con nuestras abominaciones, sentado
en ese trono de ignominias, os contemplamos, Rey Soberano de los cielos, oídnos
Señor con ternura, rociadnos con vuestra preciosa sangre, para que, purificadas
nuestras almas, seamos verdaderos cristianos, y siguiendo vuestras pisadas,
consigamos la gracia que os pedimos en este quincenario. Amén.
DÍA SEGUNDO
ORACIÓN
Oh
Dios clemente, benigno y pacientísimo Señor, que ansioso de la salud de los
hombres, saliste Vos mismo al encuentro de aquella tropa infernal de sayones
que venían a aprenderos, Vos Señor, que lleno de bondad, recibiste el ósculo de
paz que os dio el paludoso discípulo, Vos, en fin, Rey Supremo de los cielos y
tierra, cuya voz majestuosa, como penetrante rayo, derribó a todos los
satélites de Lucifer, que estaban prontos a aprehenderos. Obrad en mí, Dios
mío, el portento de que vuestra Divina Voz penetre en mi corazón, no como rayo
vengador, sino como luz prodigiosa, que destierre las sombras del pecado, no
permitáis que os invoque y abrace como el pérfido Judas, antes bien, inflamad
mi espíritu con un verdadero dolor de mis pecados, que es lo que solicito en
este quincenario. Amén.
DÍA TERCERO
ORACIÓN
¡Ah
Señor! yo quisiera que mis ojos derramasen copiosos raudales de lágrimas,
contemplando vuestra lastimosa pasión, yo os veo, dulce Jesús mío, entregado a
todo el furor de nuestros enemigos, que os llevan maniatado, arrastrado,
cubierto de golpes, heridas e impresarios, y vos, no obstante, sufriendo todo
por amor, yo me consterno, me aflijo, me confundo en mi mismo, al ver la mala
correspondencia con la que pago vuestras finezas, Vos hecho el oprobio y
despreciado de la plebe, y yo ensalzado y envanecido con las glorias mundanas,
Vos, hecho un Varón de dolores, según la expresión de vuestro Santo Profeta,
yo, rodeado de comodidades, delicias y placeres sensibles ¿Qué contra posición
esta? Mi Creador padeciendo y su creatura descansando en el lecho del deleite,
y de una inacción culpable. Basta ya, Señor, de tanto olvido de los beneficios
que me hiciste con vuestra sagrada pasión, desde este momento conservaré una
memoria eterna de vuestras penas y dolores, seguros de vuestra misericordia,
que es lo que solicito para mi salvación eterna. Amén.
DÍA CUARTO
ORACIÓN
A
vos, Jesús amoroso, llega un alma que sigue vuestros dolorosos pasos, yo os
considero en la presencia de Anás como un reo facineroso, cargado de delitos y
acusado de los más enormes crímenes, a este mismo paso, veo que vuestra bondad
sufre por mi amor los testimonios que os levantan, las injurias y baldones que
os afligen, yo quisiera penetrado en el más vivo dolor, acompañaros en tantas
amarguras, pero mi flaqueza y mi miseria, son la causa de mis ingratitudes, así
espero, Jesús dulcísimo, con vuestra gracia, desterrar de mi corazón el amor
propio, la vanagloria, todos los afectos y malas inclinaciones, que son la
causa de los horribles tormentos que sufristeis por mi amor, yo protesto con
vuestra gracia, una total enmienda de mi vida, que es el fruto que espero sacar
en este quincenario, para bien de mi alma. Amén.
DÍA QUINTO
ORACIÓN
Oh
Dios y Salvador mío, esposo de las almas, quien si no vos, destinado para una
empresa tan grande como la de nuestra redención, se hubiera anonadado hasta el
extremo de sufrir el general desprecio del pueblo más infiel e ingrato, este os
condujo al tribunal de Caifás, el que presidió aquel inicuo Concilio donde se
decretó vuestra muerte ¿qué corazón podrá, sin llenarse de aflicción,
contemplar lo que padecisteis en aquella noche espantosa? en aquel injusto
tribunal fue herido vuestro sagrado rostro con la bofetada sacrílega que os dio
un impío ministro, y yo no sufro la palabra más leve, la injuria más
insignificante, sin llenarme de soberbia y de una ira exaltada ¿podre decir que
imito vuestra mansedumbre y paciencia? Dadme Señor sufrimiento por vuestra
bondad, en las injurias que me hacen, para seguir vuestro ejemplo y alcanzar la
gracia que solicito en este quincenario. Amén.
DÍA SEXTO
ORACIÓN
Oh
Sabio Maestro mío, que conducido por vuestros enemigos a la presencia de
Herodes, me enseñasteis la gran ciencia del silencio, necesario para la
perfección cristiana. Vos Señor, que despreciasteis las burlas de aquel rey
fantástico, que creyó divertirse con vuestras obras milagrosas, Vos que
formalmente ordenasteis con vuestro silencio su vana curiosidad, queriendo más
bien que os tuviese por loco o necio que por satisfacer sus pérfidos designios,
haced por vuestra misericordia, que guarde moderación en mis palabras, ordenes
mis labios como os lo pedía vuestro profeta, una custodia y guardia para que no
decline en expresiones ajenas del carácter que profeso, y que todas mis
palabras se dirijan a alabaros, bendeciros y honrar a mi prójimo, que es lo que
me propongo en adelante y para conseguir estos santos fines, espero vuestra
gracia para el provecho espiritual mío y de mis prójimos. Amén.
DÍA SÉPTIMO
ORACIÓN
Jesús
amable, Maestro soberano de mi corazón, ya os miro en presencia del inhumano
juez que va a pronunciar la sentencia de vuestra muerte, ya me estremezco,
Señor, al contemplar que los verdugos os desnudan de vuestras vestiduras y os
atan a una columna, y descargan sobre vuestro virginal cuerpo cinco mil y más
azotes, que no contentos con esto, os forman una corona de espinas, visten de
púrpura vuestro sagrado cuerpo y os ponen un caña en la mano, se mofan y os
escarnecen como a rey de farsa y burlas. Cada uno de esos tormentos debería ser
materia de una larga consideración con que me volviese a Vos, Dios mío, dejaré
los errados caminos de mi perdición, y os seguiré como a verdadero maestro, por
la senda de la Cruz y de la penitencia, esto es lo que os prometo desde este
día, con vuestra gracia. Amén.
DÍA OCTAVO
ORACIÓN
Oh Divino
Esposo de mi alma, que obediente hasta la muerte de cruz, cargasteis sobre vuestros
hombros el leño para el sacrificio como lo hizo el humilde Isaac, para obedecer
a su Padre Abrahán. Ya, me parece Señor, que miro a los pérfidos sayones,
estirando con cordeles los miembros de vuestro sagrado cuerpo sobre el duro
leño, que, clavado en él, enarbolando el precioso estandarte en la Cruz, se
acabó de descoyuntar vuestro sagrado cuerpo, y que, por lo último, con voz conmovedora,
pronunciaste aquel “Consumatum est” con que sellasteis la gran obra de nuestra Redención.
Yo os suplico, que, con esta pasión tan acerba, obre en mí el afecto de una
inversión maravillosa, y rociada mi alma con la sangre que derramaste por amor,
sea reengendrada en vuestra gracia, para gozaros eternamente en la gloria. Amén.
DÍA NOVENO
ORACIÓN
Oh Gloriosísimo
Redentor Nuestro, vuestra pasión sagrada debe ser el constante ejemplo de
cristianismo, su contemplación todo el objeto de nuestras almas, y su memoria
el pasto de nuestro espíritu. Vos depositaste los sacramentos que instituisteis
vuestra sangre preciosa, ella nos aprovecharía si usásemos el bien de los
sacramentos que recibimos, a la verdad, estando a los pies del confesor, que
nos absuelve, debemos imaginarnos en el calvario, al pie de la cruz, derramándose
sobre nosotros esa copiosa sangre que salía de vuestro divino costado. Haced
Señor, fructuosa en nosotros, vuestra pasión sacrosanta, que es la gracia que
os pedimos en este quincenario. Amén.
DÍA DÉCIMO
ORACIÓN
Oh Humildísimo
Jesús, que, desde vuestro nacimiento en el portal de Belén hasta expirar
desnudo en la Cruz, nos propusiste un ejemplo y modelo de humildad. Vos, que
por una admirable Providencia del Eterno Padre, fuiste siendo el objeto de sus complacencias,
destinado a una muerte horrorosa, acompañada de unas terribles aflicciones,
inflamad Señor, nuestros corazones, haced que se expenda de ellos la hinchazón
y soberbia que los ocupa, que solo tratemos de aprender las lecciones que nos
diste de humildad en ese trono en que os presentáis humilde, hecho el objeto de
escarnio y burla de los judíos, resplandece nuestra mansedumbre y benignidad, usa
de ellos con nosotros, y concédenos la gracia de una perfecta humildad. Amén.
DÍA UNDÉCIMO
ORACIÓN
Oh Pacientísimo
Redentor nuestro, a quien nuestros enormes pecados, como hijo de la más acerva
ingratitud, pusieron en tan lastimoso estado en que os Pilatos os presentó al
pueblo, bien reconócenos vuestro amor os obligó a unos excesos tan memorables,
que por ellos os constituyes en Varón de dolores, sin que desde la planta del
pie hasta la cabeza, hubiese parte sana en vuestro cuerpo sagrado, he aquí que
rendidos a vuestros pies, consideramos nuestra mala correspondencia, el menor
de nuestros pecados pasaba para irritar la divina justicia, de modo fue precisa
la muerte de un Dios Hombre, para la aplacarla inflamad nuestros corazones en
vuestro divino amor, para conseguir la gracia que os pedimos en este quincenario.
Amén.
DÍA DUODÉCIMO
ORACIÓN
Oh Soberano
Maestro de las almas, que sentado en el banco del desprecio y abatimiento, nos
enseñasteis aquella paciencia que debemos sufrir aflicciones y ofensas de los prójimos, vednos
aquí resueltos a aceptar las fatigas que nos envía nuestro amor propio, y la
pasión de la venganza que ha dominado hasta aquí nuestros corazones, os estimulan
a no formar la idea, que debemos a vuestra sagrada pasión, sin embargo, estas
preciosas llagas que descubrís, son otras tantas puertas de misericordia por donde
entran los pecadores contritos y humildes, así lo esperamos Redentor nuestro,
mediante nuestro dolor, por el cual conseguiremos a gracia que os pedimos en
este quincenario, para nuestra salvación eterna. Amén.
DÍA DECIMOTERCIO
ORACIÓN
Oh Divino
Jesús, amante Redentor nuestro ¿Quién tuviera las lenguas de todos los hombres
para bendecir y alabar vuestro santísimo nombre? Nombre dulce, en efecto, Nombre
amable, Nombre sobre todo nombre, Nombre de una palabra que quiere decir
Salvador, esta es la grandeza de vuestro santísimo nombre y nosotros, no
obstante, no habiendo tener otro en nuestros labios, no tenemos más que
palabras de obscenidad, de vituperio, de destrucción y maledicencia, a la
invocación de vuestro Dulcísimo Nombre, huye el demonio, y nosotros le llamamos
con nuestras criminales palabras, ya, desde este momento, no será otro nuestro
ejercicio que llamaros a Vos, Jesús amoroso, Jesús Divino, Oh Buen Jesús, estampad
vuestro nombre en nuestros corazones, para bendeciros eternamente en el cielo. Amén.
DÍA DÉCIMO CUARTO
ORACIÓN
Dios
amante, que os manifestáis siempre deseoso de nuestra salvación eterna, ahora
es el tiempo de negociar con Vos, puesto en el humilde estado en que os manifestáis
no habéis de permitir que esa sangre preciosa se pierda, ni que se fraude en
nosotros ese rocío celestial, lavadnos con ella, Señor, una sola gota, capaz de
redimir una infinidad de mundos, no será suficiente para este corto rebaño que
se presenta a Vos, no más pecar, Soberano Redentor nuestro, ya comprendemos
vuestro amor, él logrará los afectos de vuestra piedad y misericordia, y con el
firme propósito lograremos una eterna felicidad. Amén.
DÍA DÉCIMO QUINTO
ORACIÓN
Oh Poderoso Señor, Padre de toda consolación, que en las aflicciones que padecemos los vecinos de esta Ciudad de Popayán, derramáis vuestros consuelos. Concédenos las gracias y favores que os pedimos, mirad Señor, las tribulaciones que os rodean, las epidemias y plagas, justos castigos de nuestras culpas, que aniquilan nuestra salud y nuestras haciendas, usad con este vecindario de vuestra piedad, recibid nuestros humildes votos, no descarguéis el golpe de vuestra divina justicia, bendecidnos Señor, oíd nuestros clamores, y otorgadnos la gracia que os pedimos en este quincenario, siendo para mayor honra y gloria vuestra y bien de vuestros devotos. Amén.
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