TRIDUO
EN HONOR DEL PATRIARCA SAN JOAQUÍN
PADRE GLORIOSÍSIMO DE LA INMACULADA VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS
Tomado
del libro “Esercizio del cristiano divoto di S. Anna per li suoi nove martedi”,
Por D. Gabriel María Gálvez de Valenzuela S.S.P., impreso en Roma, Italia, año
1736.
El obsequio de los
verdaderos devotos debe ser igual tanto para la Madre como para el Padre. Los
devotos de Santa Ana deben serlo también de San Joaquín, con la seguridad que
esto es del agrado de Nuestro Señor Jesucristo y de su Madre María Santísima:
El honrar a los Santísimos Progenitores de nuestra Virgen Madre, para lograr
alcanzar todo lo que se debe considerar para la salvación del alma, así como
bienes espirituales, y de aquellos que hacen bien al cuerpo como bienes
temporales, y cuanto sea del agrado de Dios, Dueño de todas las gracias y de
todo aquello que puede enseñarnos a evitar el daño, lo cual es admirable en
todos sus santos. Procura, devoto que lees esto, ser fervoroso en la devoción
de San Joaquín, cuya gloriosa memoria celebra la Iglesia en día Veinte de
Marzo, y así te asegurarás de obtener su valioso patrocinio.
PRIMER DÍA
En este primer día del Sagrado Triduo, le ofrecemos al Santo cualquier obsequio particular, o acto de virtud, como por ejemplo mortificación, abstinencia de cualquier cosa de vuestro genio y placer aunque sea lícita, escuchar la Santa Misa, y cuando no podáis confesar y comulgar, por lo menos ejercitarse en la contrición de vuestros pecados, y al hacer la Comunión Espiritual, evitando durante el día de cometer cualquier ofensa a Dios, se hará el más grato obsequio que regalarás al gran Santo, y después rezarás devotamente quince Padrenuestros, Avemarías y Glorias, cinco por cada uno de los días del Triduo en honor de aquellos Quince Privilegios con los cuales el Señor Dios se ha complacido enriquecer a este gran Patriarca elegido para ser Padre de la Gran Madre de Dios, La Virgen María Inmaculada.
PRIMER
PRIVILEGIO
Contemplemos el
honor particular que hizo el Eterno Padre con esta su Criatura, San Joaquín,
eligiéndolo entre tantos hombres, y destinándolo por la Eternidad para ser
Padre de la Gran Madre de Dios.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
SEGUNDO
PRIVILEGIO
Contemplemos la
alegría universal, que habrán tenido los Nueve Coros de Ángeles en el Paraíso
por el nacimiento de este gran Hombre, San Joaquín, los cuales a la luz de la
Divina Esencia sabían que él sería lleno de aquella gracia que Dios le había
concedido.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
TERCER
PRIVILEGIO
Contemplemos la
especial asistencia que Dios quiso le fuese concedida a través de su Ángel de
la Guarda al joven Joaquín, defendiéndolo de todos aquellos peligros que trae
consigo la edad juvenil.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
CUARTO
PRIVILEGIO
Contemplemos el cuidado
paternal con el cual Dios lo llenó de gracia especial para ser Compañero y
Esposo de una señora de tanto mérito y virtud como lo fue la Gloriosa Santa
Ana.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
QUINTO
PRIVILEGIO
Contemplemos el
gran don que Dios le concedió de tener singular Amistad con Dios, que él tuvo
durante todo el tiempo de su vida, y por el cual llegó así a alcanzar gran
santidad.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
ANTIPHONA: O Par
Beatum Joachim et Anna, vobis omnis Creatura, obstricta est per vos enim domum
ómnium donorum praestatissimum Creatori obtulit, nempe Castam Matrem, quae sola
Creatore digna erat. (S. Joannes
Damascenus, orat. I de Virg. Mariae Nativit, cir. Princip.)
V. Ora pro nobis Alme Pater Immaculatae Virginis Mariae
R. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
OREMUS: Deus, qui prae omnibus Sanctis tuis Beatum Joachim Filii tui
Patrem esse voluisti, concede quaesumus, ut cujus festa praevinimus, ejus
quoque perpetuo Patrocinia sentiamus. Per eumdem Dominum nostrum Jesum
Christum. Amen
Terminadas de
rezar estas oraciones te invitamos a leer para tu entretenimiento espiritual
este primer ejemplo.
EJEMPLO
I.
Refiere el Reverendo Padre Fray José de la Concepción, que, al principio del año 1632, sucedió el caso siguiente:
En la ciudad de Pamplona, en España, capital del reino de Navarra, había un Convento de Carmelitas Descalzos de gran observancia, en el cual vivía el hermano laico Juan de San Joaquín, hombre de mucha virtud, y devotísimo de San Joaquín y de Santa Ana, único y principal fundamento de su devoción en el reino y señorío de España; aconteció que una noche él entró fuera de hora en el coro de la Iglesia para hacer oración, y de pronto vio que de la imagen del Altar Mayor salía un gran resplandor el cual iluminaba toda la iglesia, las imágenes eran de San Joaquín en el lado de la Epístola, y de Santa Ana en el lado del Evangelio por ser ella la patrona de la Iglesia, y la Virgen María Niña, en medio de ellos dos; pero este no era todo el prodigio. Notó el hermano laico que la luz era desigual, porque aquella que salía del rostro de la Bienaventurada María Inmaculada Señora nuestra resplandecía mucho, y sus rayos de luz se difundían por toda la Iglesia; en cambio aquella luz que salía del rostro de San Joaquín era muy poca, casi nada. El resplandecía, sí, pero fuera de su imagen se extendía poco la luz. Causó una gran admiración al mencionado hermano laico el ver tal visión, y sin entenderla, continuó muchas noches yendo al Coro a orar, sintiendo que raptado en el Espíritu le aclaró el Señor esta misteriosa visión diciéndole: ”De la Virgen María, mi Madre, se hacen muchas festividades, y es muy adentrada su devoción en el cristianismo, y esto significan sus rayos de luz tan brillantes y tan esparcidos. De la Gloriosa Santa Ana, es muy cierto que tiene muchos devotos, y que la iglesia celebra su fiesta y que muchos la invocan por su Patrocinio Soberano, y esto significan sus rayos, su resplandor, y su luz, pero no brillan igual que los de su Hija. Pero San Joaquín, aunque tiene mucha belleza y mucha luz, esta luz es casi extinta y poco conocida por los hombres, ahora comienza a nacer este brillante planeta para resplandecer en la Iglesia mía, e iluminar el corazón de todos los hombres para que lo vean como yo lo veo”. Quedó maravillado el hermano laico, y confirmado en su nueva devoción, y en el devenir procuró atraer en la medida de lo posible los ánimos y las voluntades de todas las gentes para que con gran gusto se aplicaran a la devoción de San Joaquín; devoción tan grata a la Madre de Dios María, su Hija, y al Hijo Jesús su nieto según la carne, como se lo declaró la misma Virgen a muchas personas devotas suyas en algunas revelaciones principalmente a Santa Brígida (Cap. 10, pag. 383) y a aquel joven, gran devoto de la Virgen María, referido por el Abate Tritemio, a quien se le apareció ella misma diciéndole: “Si me amas, trata de honrar y amar a mis Progenitores”. Felices nosotros que amando a Jesús y a María evitamos todo lo que pueda ofenderlos, y también todo pecado, que esta es la mejor señal de un verdadero y sincero amor, debemos amar y honrar a San Joaquín y Santa Ana, procurando enseñar al prójimo a toda costa la devoción, que con seguridad les traerá tantos bienes, y premios en esta vida, pero aún más en la otra vida con la inmortalidad en la eterna gloria del Paraíso, que por los méritos del Santo Patriarca Joaquín, el Señor Dios concede a cuantos pongan en práctica cuanto sea ingeniado demostrar en este ejercicio piadoso.
JACULATORIA
Jesús, Ana y María
Sean conmigo todos
los días
Y en mi última agonía.
SEGUNDO
En este
segundo día del triduo, le ofrecemos al santo los siguientes obsequios:
PRIMER
PRIVILEGIO
Reflexionemos el
gran don, que Dios concedió a San Joaquín del amor y caridad hacia Dios, gracia
con la cual siempre vivió y murió santamente para pasar a amarlo eternamente.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
SEGUNDO
PRIVILEGIO
Contemplemos su
incomparable caridad hacia el prójimo, con la cual se distinguía de todos sus
semejantes en su tiempo, por la cual tenía misericordia para con todos sin
distinción alguna.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
TERCER
PRIVILEGIO
Contemplemos su
liberalidad hacia Dios, llevando en todas las ocasiones según la solemnidad de
la ley abundantes ofrendas, venidas más de su corazón fervoroso y deseo de
honrar y servir a Dios, que de sus manos depositarias en el atrio sacerdotal.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
CUARTO
PRIVILEGIO
Contemplemos su
invariable conformidad a la Divina Voluntad durante su larga esterilidad,
desgracia para los esposos, en aquel tiempo señalada como la más oprobiosa de
todas.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
QUINTO
PRIVILEGIO
Contemplemos su
absoluta modestia al sufrir el ser despreciado en el Templo, porque no tenía
fruto de bendición, su fortaleza en tal encuentro, sin ofenderse ni resentirse,
aceptando con resignación todo lo que Dios dispusiera, todo humilde, obediente
y con la esperanza puesta solamente en Dios.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
ANTIPHONA: Dispersit, dedit
pauperibus, justitia ejus manet in saeculum saeculi.
V. Justus germinabit sicut Lilium.
R. Et florebit in aeternum ante Dominum.
OREMUS: Deus, qui prae omnibus Sanctis tuis Beatum Joachim Filii tui
Patrem esse voluisti, concede quaesumus, ut cujus festa praevinimus, ejus
quoque perpetuo Patrocinia sentiamus. Per eumdem Dominum nostrum Jesum
Christum. Amen.
EJEMPLO
II
Corría el año de 1647, cuando el reino de Valencia en España fue tocado e infectado por la peste en todos los lugares del reino, que causó tantos y tales estragos que aún hoy en día se recuerda con tristeza tal ruina. Cada uno de los habitantes de aquel reino se refugiaba bajo la protección de su Abogado, y nuevamente procuraban algunos elegir el santo de su mayor devoción para que su patrocinio ante Dios el Señor los liberara de tal contagio y castigo. Entre estos lugares estaba la Villa de Benillona, que quedaba a una legua de distancia de Concentaina, aproximadamente. Se pusieron de acuerdo sus habitantes en elegir un Santo Patrono, y para eso en la Iglesia de aquel lugar se reunieron todos, y cada uno de ellos en un pedazo de papel llevaba escrito el nombre del santo de su mayor devoción, como habían acordado; unos llevaban a San Pedro, otros a San Pablo, aquél a San Juan, algunos a San José, o Santo Domingo, y a San Vicente Ferrer. Pero un anciano honorable de nombre Francisco echó en la urna donde iban depositados los papeles el nombre de San Joaquín; lo echaron a suertes y un niño de siete años entró la mano, sacó un papel que llevaba escrito “Patron” e inmediatamente sacó otro que decía “San Joaquín”; todos los allí presentes se admiraron con el suceso, pero despreciaron al Santo, diciendo que no era conocido o que nadie lo había nominado para aquél propósito. Volvieron a entrar los papeles en la urna, los mezclaron de nuevo, volvió a meter la mano el niño y por segunda vez sacó a San Joaquín como Patrono, ahora comenzaron a admirarse por esta segunda suerte, pero por insistencia de algunos pertinaces contra el santo, volvieron a echar las suertes por tercera vez, y a mezclar más los papeles escritos; vuelve a meter la mano el niño, de quien nadie desconfiaba que hiciera fraude ni engaño; y por tercera vez saca la mano con el nombre de San Joaquín para Patrono, quedando desengañados todos y llenos de confusión pidieron perdón al Santo, y comenzaron a festejarlo, cantándole allí el Te Deum, le erigieron altares, le encomendaron el Pueblo, y dejaron bajo su tutela la salud de todos ellos y le pidieron al santo que nadie se contagiase ni enfermase por la peste, y aunque casi todos los lugares cercanos ya estaban apestados, y aquella villa de Benillona estaba cerca de todos ellos, y llevaban víveres a Concetaina, Muro y Alcoy, en ninguno de esos lugares llegó la peste ni se contagió nadie, sólo estos quedaron libres en el Reino, y le dieron gloria a Dios y las gracias al Santo. Era gobernador de la Villa Don Diego Vertomen, y lo juran y refieren Damian de Orta y Jose Garcia, quienes fueron a la capital del Reino de Valencia a la Curia Arzobispal para depositar en las manos del Prelado, como auto de fe el acaecido prodigio para mayor gloria de Dios y del Santo cuya devoción se esparció por toda la monarquía española, y en el Nuevo Mundo, esto es Las Indias Orientales, donde en muchas ciudades, tierras y poblaciones han tomado a San Joaquín como especial abogado, quien se ha dignado siempre en serles especial Abogado ante Dios, por las súplicas de sus devotos, tanto en las necesidades espirituales como temporales, con gracias y favores señalados, y prodigios infinitos, siendo bien cierto aquello que sobre los santos escribió Santo Tomás de Aquino, Doctor Angélico: “los santos comprenden todo lo que expresamente les pedimos, y más aún los santos de esta esfera, que tantos favores de Dios obtienen a sus devotos.” (Secundum quod orant, pro nobis votis suis aliquid postulando Semper exaudiuntur. S. Thom. In Supl., q 72, art. 3, in cap. I)
JACULATORIA
Jesús, Ana y María
Sean conmigo todos
los días
Y en mi última
agonía.
TERCER
En este
tercer día del triduo, le ofrecemos a San Joaquín los siguientes obsequios:
PRIMER
PRIVILEGIO
Contemplemos el
favor totalmente nuevo concedido a San Joaquín de ser Padre de una hija, que
fuera del orden natural quedó singularmente exenta de toda mancha de pecado.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
SEGUNDO
PRIVILEGIO
Contemplemos el
gran honor dado por Dios a San Joaquín de estrechar en su seno y llevar en sus
brazos a la gran Madre de Dios para criarla, y tener bajo su potestad paterna a
la Reina del Cielo y de la Tierra.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
TERCER
PRIVILEGIO
Contemplemos con
qué alegría San Joaquín ofreció al servicio de Dios entre el grupo de otras
niñas, a su única y tan amable y querida Hija, según el voto que había hecho en
su esterilidad, llevándola al Templo de Jerusalén.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
CUARTO
PRIVILEGIO
Contemplemos los
días de su vida llevados en santidad y perfección, como verdadero siervo del
Señor durante sus años, que sobrevivió al tiempo que vivió su Hija María en el
Templo, y el consuelo que tuvo al verla después de once años asistir a su lado
en su última agonía y santa muerte.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
QUINTO
PRIVILEGIO
Contemplemos la
sublime gloria que goza en el Cielo este santo Patriarca, que tuvo tan estrecho
parentesco con Jesús, y que engendró para el Padre Eterno una Hija sobre todas
predilecta, al Hijo Divino una Madre incomparable, y al Espíritu Santo una
purísima Esposa.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
ANTIPHONA: O Joachim Sanctae Conjux
Annae, Pater Almae Virginis. Hic famulis confer salutis open. (Eccl. in ejus
Missa).
V. Potens in Terra erit semen ejus.
R. Generatio Rectorum benedicetur.
OREMUS: Deus, qui prae omnibus Sanctis tuis Beatum Joachim Filii tui Patrem esse voluisti, concede quaesumus, ut cujus festa praevinimus, ejus quoque perpetuo Patrocinia sentiamus. Per eumdem Dominum nostrum Jesum Christum. Amen.
EJEMPLO
III
En el año 1640 el hermano Fraile Juan buscaba con suma premura ampliar la devoción hacia San Joaquín, y llegó una tarde a casa de un gentilhombre en la Villa de Fuencarrillo en el Reino de Navarra, donde comenzó una piadosa y honesta conversación con él, explicándole la solemnidad del Santo, y el patrón de la casa lo animó a que hiciese la fiesta de San Joaquín al día siguiente en aquella Iglesia mayor, estando próximo el día de su fiesta y gloriosa memoria. El hermano fraile aceptó la propuesta, tal como deseaba, y se fue pronto a buscar al Predicador para el Panegírico, y cuando lo encontró éste se ofreció sin interés alguno. Esa misma tarde avisó a todos los habitantes del lugar, quienes contribuyeron al efecto; pero no le pidió permiso al Párroco o Rector de la Iglesia, teniéndola por segurísima. Fue entonces a buscarlo, y le comunicó sus buenos deseos, y le informó del buen ánimo de todos los principales y las limosnas dadas para que se pudiera celebrar la fiesta de San Joaquín, por tanto le pedía su permiso y que hiciera sonar la campana como solía hacer para avisar al pueblo. El Párroco le respondió con gran cólera, con desprecio y arrogancia diciéndole que no, y que se fuera para su convento, para que allí introdujera esa festividad y devoción, porque en esa su iglesia él no lo iba a permitir. Desalentó mucho aquella respuesta al buen hermano fraile, y a sus amigos devotos, pero no podía remediarse, siendo ya la hora muy tardía, y la noche avanzada; con infinita tristeza y dolor, regresó desconsolado a su albergue, habiendo avisado al Predicador que no se incomodase en ir porque la fiesta había sido cancelada. El fraile se retiró a descansar; y el Párroco también se fue a descansar, cuando en el primer sueño se despierta por un gran dolor que sintió en sus ojos, por lo cual llamó pronto a su sirviente, quien llegó con una luz en sus manos, pero el Párroco no veía, ni la luz, ni al sirviente, ni cosa alguna; sin embargo en medio de este dolor le atormentaba más el haberle negado hacer la fiesta a aquel devoto fraile, y pensando que todo esto era obra y castigo que el santo le daba por su mojigatería, le mandó a llamar a toda costa y este pronto llegó para ver al miserable Párroco privado de su vista y muy adolorido. Entonces le exhortó el fraile encomendarse a Dios y a pedir perdón al glorioso San Joaquín; y ahí el Párroco ofreció el permiso para la fiesta a costa suya, y prometió continuar haciéndola todos los años de ahí en adelante, con tal que Dios le devolviera la vista. Fue aceptada por el Hermano la oferta y con grandísima fe aplicó sobre sus ojos una medalla con la imagen de San Joaquín, sanándolo y quedando como al principio. Se hizo la fiesta y el mismo Párroco hizo de Predicador, publicando el gran milagro que aquella misma mañana se obró en él con gran fervor, y fue asombro para toda España, en la cual se acrecentó la devoción, llegando hasta las Islas Filipinas y al Nuevo Mundo para gloria de Jesús y de María y de su Santo Padre Joaquín (El Padre Fray José de la Concepción en la vida de Fray Gio)
JACULATORIA
Jesús, Ana y María
Sean conmigo todos
los días
Y en mi última agonía.
Colaboración de Carlos Villaman
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