PRIMITIVA
NOVENA A SANTA ROSA DE LIMA
VIRGEN
DE LA TERCERA ORDEN DE PENITENCIA DE NUESTRO PADRE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN
COMPUESTA
POR EL DR. VICENTE ROCA
El Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Don Andrés Mayoral, arzobispo de Valencia, en 7 de Julio 1748, concedió 40 días de Indulgencia para cada día a quien hiciere esta Novena.
INTRODUCCIÓN
Si
e llega a conocer, cuan bienhechora es Santa Rosa de Lima de sus devotos, poderosa
para alcanzarles las Divinas Misericordia, amada de su Esposo Celestial Jesús,
y enriquecida de gracias y bendiciones de Dios, no dudo, que todo esto será un
imán poderoso para atraer los corazones, y venerarla con una verdadera
devoción. A este fin y para la mayor gloria de Dios, honra de la santa, provecho
y favor de sus devotos, se saca a luz esta novena.
MODO
Hecha
la señal de la Cruz, y el Acto de Contrición, se dirá todos los días en primer
lugar la oración que sigue:
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Rosa celestial Serafín abrasado en el amor de Dios, que por vuestra pureza merecisteis ser Esposa del Corazón de Jesús, y por el buen olor de tantas virtudes, habéis llenado de fragancias toda la Iglesia de Dios! A vuestra protección acudo con la esperanza de alcanzar los favores, que por esta Novena os suplico. Lo primero os ruego, que me alcancéis gracia para imitar vuestras virtudes, un corazón manso y humilde, que, desprendido de los afectos terrenos, resignado en la divina voluntad y encendido en el amor de Dios; consiga una vida santa y perfecta, hasta lograr con vuestra amable compañía la corona de la eterna gloria. Amén.
DÍA
PRIMERO
CONSIDERACIÓN
La
humildad de Santa Rosa fue tan profunda, y tan alto el conocimiento que tenía
de sí misma, que siendo como un Ángel en la pureza, decía: “Me admiro como Dios
no acaba al mundo, solo por sustentar sobre si tan gran pecadora. Yo soy una pestilente
hediondez, indigno de la luz del sol” Esta humildad la precisaba, a que una criada
le pisara los labios. Amaba más los desprecios que las mundanos las honras. Sus
alabanzas le eran espadas que le atravesaban el corazón, y le hacían perder el
color del rostro.
ORACIÓN
¡Oh
Santa mía! Alcanzadme un corazón verdaderamente humilde, para que apartando de
el toda soberbia, sepa despreciar el mundo, despreciar a nadie, despreciarme a
mi mismo y despreciar ser despreciado. Amén.
ANTÍFONA
Ven,
novia de Cristo a aceptar la corona, que el Señor ha preparado para ti para
siempre. Aleluya.
L/:
Ruega por nosotros ¡Oh bienaventurada Rosa!
R/:
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN: Dios
nuestro, que impulsaste a santa Rosa de Lima a apartarse de la vida del mundo
por amor tuyo y a consagrarse sólo a ti, en la austeridad y en la penitencia, concédenos,
por su intercesión, que sepamos seguir, en este mundo, el camino que conduce a
la verdadera vida, para que lleguemos a gozar del torrente de tus delicias allá
en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
DÍA
SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
Las
penitencias de Santa Rosa son de las raras, que se leen de los Santos. Sus diciplinas
eran tres ramales de hierro, con ellas derramaba la sangre, hasta regar la
tierra. Se ceñía con una cadena, que daba tres vueltas a su virginal cuerpo; la
tenía tan apretada, que le cortó la piel y la carne, hasta unirse con los
nervios. Casi diez años llevo en sus sienes una corona de noventa y nueve Espinas;
su túnica era de cerdas, entretejida de alfileres; su cama de tres troncos nudosos
y su almohada una piedra.
ORACIÓN
¡Oh
Santa Rosa, Azucena entre espinas, que teniendo una vida tan santa, tan pura,
tan inocente, hicisteis Santa mía, penitencias tan pasmosas! Que confusión es
la mía, que siendo tan grande pecador, así aborrezco las penitencias, y ame las
delicias. Alcanzadme un espíritu penitente, para que, aborreciendo los gustos
del mundo y de la carne, sepa mortificar mis desordenadas pasiones y abrazar
con verdadero amor a la Cruz de mi Señor Jesucristo. Amén.
DÍA
TERCERO
CONSIDERACIÓN
La
comida y bebida de Santa Rosa era tan parca, que parecía la flor del campo, que
más se sustenta del rocío del cielo, que de los socorros de la tierra. Sus ayunos
fueron admirables. Desde septiembre hasta la Pascua de Resurrección, ayunaba a
pan y agua, sin gustar cosa alguna hasta ponerse el Sol. Y aun ello lo
cercenaba de manera, que en la Cuaresma se abstenía de pan, y solo comía unas
pocas pepitas de membrillo, o cidras, su bebida los viernes era hiel con un pan
pequeño, y de un pequeño vaso de agua paso cuarenta días.
ORACIÓN
¡Oh
Santa penitente, que por el ayuno os hicisteis semejante a los Ángeles del
Cielo! Alcanzadme esta gracia para mortificar mis apetitos desordenados de las batallas
de las comidas de la tierra, para que, mortificando mi corazón, busque los
manjares del cielo, la dulzura de la virtud, y goce siempre mi alma de los
consuelos del Espíritu Santo, en quien tenga mis verdaderas delicias.
DÍA
CUARTO
CONSIDERACIÓN
No
parecía Santa Rosa criatura de la tierra, sino Serafín del cielo, según estaba
transformada en Dios. Cada día tenía doce horas de oración, y diez para el
trabajo. El jueves santo, al poner a Cristo Sacramentado en el monumento, se ponía
de rodillas a orar, sin moverse hasta quitarse. Ocasión hubo, que estuvo en
oración continua dos noches y un día.
ORACIÓN
A
vos humildemente os suplico, amada Santa Rosa, que siendo la oración mental el
camino Real del Cielo, medicina preservativa del pecado, familiaridad con Dios
y dulces coloquios con Jesús, me alcancéis gracia de una oración fervorosa, y
que ocupe en Dios las potencias de mi alma, el entendimiento para conocerle, la
voluntad para amarle y la memoria para tenerle siempre presente. Amén.
DÍA
QUINTO
CONSIDERACIÓN
Era
tan encendido el amor que Santa Rosa tenía a Dios, que dice la Iglesia en su Oficio,
que su corazón ardía con el fuego de los Serafines, y siendo el amor de los
Serafines el más intenso, cual sería el fuego del Espíritu Santo, que abrazaba el
corazón de Santa Rosa. No le cabía en la esfera de su alma la llama del Divino
Amor, y así fue vista, que por la boca, ojos y rostro le saltaban centellas y
resplandores. Sus voces eran: ¿de qué me sirve el corazón, si no está desecho
en cenizas del fuego del Divino Amor?
ORACIÓN
Oh
Seráfica y Celestial Esposa de Jesús, que tan abrasada estuviste del fuego del
Espíritu Santo, tened misericordia de mí, que tengo un corazón tibio, tan
flaco, y apegado a las cosas terrena. Alcanzadme una centella del Divino Amor,
para que, purificando mi corazón de mis muchas miserias, le ofrezca a mi Dios
muy puro, sin que quede en mi otro amor que el de Dios sobre todas las cosas, y
el de las criaturas puramente por Dios. Amén.
DÍA
SEXTO
CONSIDERACIÓN
El
amor grande, que tubo la Virgen Madre a Santa Rosa, y el que Santa Rosa tuvo a
la Virgen Madre, se conoció ya desde la infancia de la Santa, pues habiendo
dado Jesús a nuestra Santa el nombre de Rosa, la Virgen le quiso dar también el
suyo, queriendo que se llamara Rosa de Santa María. La cordial devoción que la
Santa tenía a la Virgen Madre, le mereció que María Santísima todas las mañanas
despertara a Rosa, dormida, diciéndole con meliflua voz: “Rosa, hija mía, levántate
a la oración, que ya es hora” y abriendo los ojos, la primera vista era ver cara
a cara a María Santísima.
ORACIÓN
A
vos, Celestial Rosa de Santa María, humildemente os suplico, que me alcancéis
una verdadera devoción a la Virgen Madre, porque la devoción de María, es una
Señal de predestinados, y logre en esta vida mucha gracia, y que persevere en
ella hasta que consiga en compañía vuestra, ver en el cielo eternamente a la
cara a Dios y la de la dulce Virgen María. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
CONSIDERACIÓN
Amó
tanto Santa Rosa la virginal pureza, que a los cinco años de su vida hizo voto de
castidad. Jamás se le ofreció en su entendimiento pensamiento impuro; por conservar
su virginal pureza padeció mucho; pues por no condescender al dictamen de su
Madre, que la quería casar, sufrió de ella pesados golpes, y con una vara de membrillo
la deslomaba. Huía de los hombres como de los áspides. Y para estar más apartada
de las ocasiones en la Ciudad de Lima se hizo una soledad, labrando en su
huerto una celdita, que solo tenía cinco pies de largo y cuatro de ancho, y allí
se conservaba como cándida Paloma.
ORACIÓN
Rosa
celestial, Virgen pura y casta Azucena, que por ser tan pura merecisteis ser Esposa
del Corazón de Jesús, por vuestra intercesión suplico, que sepa pelear legítimamente
contra las tentaciones del mundo, demonio, y de la carne, para conseguir la
corona de la gloria y la compañía de los Ángeles del Cielo. Amén.
DÍA
OCTAVO
CONSIDERACIÓN
El amor que tenía Santa Rosa a Cristo Sacramentado, es inefable. Cuando se confesaba para recibirle (aun siendo tan pura) derramaba copiosas lágrimas, y se prevenía con rigurosas penitencias. Al tiempo de comulgar muchas veces se vieron sensibles centellas que despedía su rostro. Después de haber comulgado se le notaba, que de su boca salían como llamas de un horno encendido. Cuando iba a la Iglesia a recibir al Santísimo Sacramento, atenuada de sus grandes penitencias, en muchas ocasiones apenas podía dar paso; y después de haber comulgado volvía a su casa con tal aliento, que parecía la mujer más robusta.
ORACIÓN
¡Oh
Santa mía! Serafín abrasado en el amor de Cristo Sacramentado, que tan
admirables efectos recibisteis en vuestra alma, de la frecuencia de este
Augusto Sacramento. Alcanzadme fervor, y una santa disposición para recibir este
Pan de Ángeles, y logre en la mucha gracia, preservación de las culpas,
fortaleza para resistir las tentaciones y una íntima unión con Jesús, dulce Esposo
de nuestras almas. Amén.
DÍA
NOVENO
CONSIDERACIÓN
Como la Santa se llamaba Rosa, nunca le faltaron espinas de penitencias, persecuciones y enfermedades; pero la mayor Cruz fue la interior. Por espacio de quince años cada día la acometía una desolación de espíritu con tales congojas, que quedaba con color de difunta, sudores de muerte, poniéndola en los últimos desmayos de la vida y esta cruz exterior e interior la abrazaba con la mayor resignación y amor de Dios.
ORACIÓN
Pues tanto ejemplo nos habéis dado, gloriosa Rosa, en llevar la Cruz del Señor en todos los trabajos y tribulaciones, alcanzadnos gracia y fortaleza, para llevar la cruz de nuestro estado, para que tomemos todas las adversidades y penas como venidas de la mano de Dios, y que todo nuestro gusto y consuelo sea el cumplimiento de la divina voluntad. Y por este camino siguiendo los pasos de Cristo nuestro Señor, logremos el premio en la eterna gloria. Amén.
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