TRIDUO
EN HONOR A SANTA CLARA DE MONTEFALCO, VIRGEN DE LA ORDEN DE LOS ERMITAÑOS DE
SAN AGUSTÍN
Te rogamos, Señor, que inspires con tu gracia nuestras acciones y las acompañes con tu ayuda, para que todas nuestras obras tengan siempre en ti su principio y por ti lleguen a buen término. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
PRIMER
DÍA
ORACIÓN
Gloriosísima Clara, ejemplo vivo de paciente fortaleza, yo
te felicito con el más sincero corazón por esa admirable victoria que has
obtenido sobre el Enemigo común, cuando a la edad de seis años entraste al
Monasterio con júbilo y alegría indecible, como si fueras una religiosa, siendo
la más disciplinada y hábil; con buen
ánimo y deseo abrazaste y realizaste con exactitud todos los ejercicios aún más
arduos y fatigosos de la religión; donde Lucifer al verse derrotado buscó
tentarte varias veces, incluso apareciéndose en la forma de tu hermana la Beata
Juana y amenazándote de muerte con desprecios; queriendo apartarte con tal
engaño del camino emprendido de la observancia religiosa, pero tú que habías
sido ilustrada con el discernimiento celestial, descubriste el fraude del
enemigo, despreciaste las espantosas amenazas, y te mantuviste constante en las
santas resoluciones triunfando gloriosa sobre el malvado monstruo del Infierno;
por lo cual mereciste una victoria tan hermosa como recompensa, que el Señor se
te apareció, consolándote por completo y animándote a llevar la Cruz de buena
gana y con corazón generoso, por tan señalado favor te ruego, a ti mi gloriosa
Abogada, que me vuelvas a impetrar del Señor Nazareno una vigilante prudencia
para prever y discernir la fraudes, y las trampas del infernal León hambriento,
que deambula incesantemente procurando masacrar las almas desconfiadas e
incautas, tirando de ellas con sus lisonjeros y fraudulentos consejos para que
dejen de seguir al querido Esposo y Señor. Amén.
Cinco
Padrenuestros, cinco Avemarías y cinco Glorias y luego la siguiente:
ORACIÓN
¡Oh
gran protectora Santa Clara bendita, vuelve tus ojos benignos hacia mí! Por
favor, mira mis miserias, no dejes de escucharme, mientras te suplico con toda
la confianza de mi corazón, por lo tanto, te ruego por esa caridad ardiente,
que al vivir mostraste hacia tus prójimos, aliviándolos de miserias
espirituales y temporales, y por ese amor ardiente, que tuviste a Jesús
Crucificado, para implorarme con tu compasión por piedad a la Divina
Misericordia el perdón de mis pecados que detesto con corazón arrepentido, y
con esto te suplico la liberación de N. para bendecir y alabar por toda la
eternidad junto contigo a nuestro Dios misericordioso. Amén.
SEGUNDO
DÍA
ORACIÓN
Gloriosa
Santa Clara, tu Oración fue continua incluso en esos breves momentos, que le
concediste a tu debilitado Cuerpo un poco de descanso, que francamente podrías
decir con el sagrado Esposo: Ego dormio, et cor meum vigilat. De cuya Oración
recibiste tan grandes luces de los Divinos Misterios, que aclaraste a los
letrados los pasajes más ocultos de las Sagradas Escrituras, y llegaste a
confundir a los herejes más obstinados haciéndolos arrepentirse, y a confesar, que,
si la Predicación Evangélica cesaba, yo habría sabido cómo enseñar al mundo
entero la Santa Fe Católica. Oh Gloriosísima Beata Clara, tan favorecida por
Dios, obtenme, te suplico, un rayo de esta luz, que me revela las vanidades de
las cosas presentes, para que en mis acciones me regule según los dictados de la
Fe Católica. Amén.
Cinco
Padrenuestros, cinco Avemarías y cinco Glorias; y luego la oración como el
primer día.
TERCER
DÍA
ORACIÓN
Admiro,
mi gloriosa Santa Clara, el favor que recibiste de Jesús, contemplando la
herida del Costado Sacrosanto, se te apareció con la Cruz al hombro con
palabras dulces y claras diciéndote: “He buscado un lugar estable, para plantar
mi Cruz, y he encontrado tu Corazón para hacer esto, por lo tanto, debes morir
en esta Cruz, si quieres ser mi Hija y heredera”. ¡Cómo te felicito, oh santa
mía, por tan hermosa felicidad de tener un tesoro tan precioso en ti! Por eso
al estar siempre fija en la meditación de la Pasión de Cristo, era imposible
que quisieras, ni siquiera por un momento, extender tu pensamiento lejos de
ella. ¡Oh! Te suplico, mi gloriosa Protectora, por este mismo favor singular
que se te ha concedido: te ruego que me obtengas del Señor la gracia de no
tener que olvidarme nunca de esa Pasión tan amarga que Jesús sufrió por mí y
que quede tan grabada en mi corazón para que todo lo que hago y sufro sea en
retribución por lo que mi amado Jesús sufrió por mí. Amén.
Cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y cinco Glorias; y luego la oración como el primer día.
OREMOS
POR EL PAPA
Oh
Dios que eres el Pastor y Rector de todos los fieles de tu Iglesia, y que has
elegido a N., tu siervo, como Pastor para gobernar tu Iglesia, concédenos
misericordioso, que él nos sirva de ejemplo y de palabra, para que siguiendo
tus mandatos seamos una sola vida unidos con él como rebaño que tú le has
encomendado para que juntos alcancemos la vida eterna.
Dios
nuestro refugio y nuestra fuerza, escucha las oraciones de tu Iglesia, tú que
eres el autor de todo lo bueno, y concédenos que todo lo que pedimos de corazón
con fe nos sea concedido eficazmente. Por Cristo nuestro Señor.
Dios,
que en este maravilloso Sacramento memorial de tu Pasión nos dejaste tu cuerpo
y tu sangre, concédenos a cuantos veneramos estos sagrados misterios que
podamos sentir siempre dentro de nosotros el fruto de tu redención. Tú que
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Tomado
del libro “Esercizio di Divozione in onore della Beata Chiara vergine di
Montefalco, dell´Ordine Eremitano di Sant´Agostino”, Impreso en Stamperia
Campitelli, Foligno, Italia, año 1817
Colaboración de Carlos Villaman
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