martes, 25 de agosto de 2020

TRIDUO A SANTA CLARA DE MONTEFALCO

 


TRIDUO EN HONOR A SANTA CLARA DE MONTEFALCO, VIRGEN DE LA ORDEN DE LOS ERMITAÑOS DE SAN AGUSTÍN

 

Te rogamos, Señor, que inspires con tu gracia nuestras acciones y las acompañes con tu ayuda, para que todas nuestras obras tengan siempre en ti su principio y por ti lleguen a buen término. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.


PRIMER DÍA

ORACIÓN

Gloriosísima  Clara, ejemplo vivo de paciente fortaleza, yo te felicito con el más sincero corazón por esa admirable victoria que has obtenido sobre el Enemigo común, cuando a la edad de seis años entraste al Monasterio con júbilo y alegría indecible, como si fueras una religiosa, siendo la más disciplinada y hábil;  con buen ánimo y deseo abrazaste y realizaste con exactitud todos los ejercicios aún más arduos y fatigosos de la religión; donde Lucifer al verse derrotado buscó tentarte varias veces, incluso apareciéndose en la forma de tu hermana la Beata Juana y amenazándote de muerte con desprecios; queriendo apartarte con tal engaño del camino emprendido de la observancia religiosa, pero tú que habías sido ilustrada con el discernimiento celestial, descubriste el fraude del enemigo, despreciaste las espantosas amenazas, y te mantuviste constante en las santas resoluciones triunfando gloriosa sobre el malvado monstruo del Infierno; por lo cual mereciste una victoria tan hermosa como recompensa, que el Señor se te apareció, consolándote por completo y animándote a llevar la Cruz de buena gana y con corazón generoso, por tan señalado favor te ruego, a ti mi gloriosa Abogada, que me vuelvas a impetrar del Señor Nazareno una vigilante prudencia para prever y discernir la fraudes, y las trampas del infernal León hambriento, que deambula incesantemente procurando masacrar las almas desconfiadas e incautas, tirando de ellas con sus lisonjeros y fraudulentos consejos para que dejen de seguir al querido Esposo y Señor. Amén.

Cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y cinco Glorias y luego la siguiente:

 

 

ORACIÓN

¡Oh gran protectora Santa Clara bendita, vuelve tus ojos benignos hacia mí! Por favor, mira mis miserias, no dejes de escucharme, mientras te suplico con toda la confianza de mi corazón, por lo tanto, te ruego por esa caridad ardiente, que al vivir mostraste hacia tus prójimos, aliviándolos de miserias espirituales y temporales, y por ese amor ardiente, que tuviste a Jesús Crucificado, para implorarme con tu compasión por piedad a la Divina Misericordia el perdón de mis pecados que detesto con corazón arrepentido, y con esto te suplico la liberación de N. para bendecir y alabar por toda la eternidad junto contigo a nuestro Dios misericordioso. Amén.

 

 

SEGUNDO DÍA

ORACIÓN

Gloriosa Santa Clara, tu Oración fue continua incluso en esos breves momentos, que le concediste a tu debilitado Cuerpo un poco de descanso, que francamente podrías decir con el sagrado Esposo: Ego dormio, et cor meum vigilat. De cuya Oración recibiste tan grandes luces de los Divinos Misterios, que aclaraste a los letrados los pasajes más ocultos de las Sagradas Escrituras, y llegaste a confundir a los herejes más obstinados haciéndolos arrepentirse, y a confesar, que, si la Predicación Evangélica cesaba, yo habría sabido cómo enseñar al mundo entero la Santa Fe Católica. Oh Gloriosísima Beata Clara, tan favorecida por Dios, obtenme, te suplico, un rayo de esta luz, que me revela las vanidades de las cosas presentes, para que en mis acciones me regule según los dictados de la Fe Católica. Amén.

Cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y cinco Glorias; y luego la oración como el primer día.

 

 

TERCER DÍA

ORACIÓN

Admiro, mi gloriosa Santa Clara, el favor que recibiste de Jesús, contemplando la herida del Costado Sacrosanto, se te apareció con la Cruz al hombro con palabras dulces y claras diciéndote: “He buscado un lugar estable, para plantar mi Cruz, y he encontrado tu Corazón para hacer esto, por lo tanto, debes morir en esta Cruz, si quieres ser mi Hija y heredera”. ¡Cómo te felicito, oh santa mía, por tan hermosa felicidad de tener un tesoro tan precioso en ti! Por eso al estar siempre fija en la meditación de la Pasión de Cristo, era imposible que quisieras, ni siquiera por un momento, extender tu pensamiento lejos de ella. ¡Oh! Te suplico, mi gloriosa Protectora, por este mismo favor singular que se te ha concedido: te ruego que me obtengas del Señor la gracia de no tener que olvidarme nunca de esa Pasión tan amarga que Jesús sufrió por mí y que quede tan grabada en mi corazón para que todo lo que hago y sufro sea en retribución por lo que mi amado Jesús sufrió por mí. Amén.

Cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y cinco Glorias; y luego la oración como el primer día.

 

OREMOS POR EL PAPA

Oh Dios que eres el Pastor y Rector de todos los fieles de tu Iglesia, y que has elegido a N., tu siervo, como Pastor para gobernar tu Iglesia, concédenos misericordioso, que él nos sirva de ejemplo y de palabra, para que siguiendo tus mandatos seamos una sola vida unidos con él como rebaño que tú le has encomendado para que juntos alcancemos la vida eterna.

 

Dios nuestro refugio y nuestra fuerza, escucha las oraciones de tu Iglesia, tú que eres el autor de todo lo bueno, y concédenos que todo lo que pedimos de corazón con fe nos sea concedido eficazmente. Por Cristo nuestro Señor.

 

Dios, que en este maravilloso Sacramento memorial de tu Pasión nos dejaste tu cuerpo y tu sangre, concédenos a cuantos veneramos estos sagrados misterios que podamos sentir siempre dentro de nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

 

Tomado del libro “Esercizio di Divozione in onore della Beata Chiara vergine di Montefalco, dell´Ordine Eremitano di Sant´Agostino”, Impreso en Stamperia Campitelli, Foligno, Italia, año 1817

 

Colaboración de Carlos Villaman

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