DÍA
CATORCE
Obediencia
de San Francisco
Gran
sacrificio es renunciar por Dios a las riquezas por la pobreza, mayor aun el
renunciar a los placeres por la castidad, mucho mayor renunciar a la propia
voluntad por la obediencia. Y este sacrificio hízolo también de manera total,
absoluta y perfecta San Francisco. San Buenaventura, amaestrado en la escuela
del seráfico fundador, decía: “toda perfección en la religión consiste en la
renuncia de la voluntad propia”. A ella renunció el humildísimo Serafín,
entregándose como un niño a la obediencia, renunciando al Generalato, pidiendo
un Superior que le mandase, dispuesto a obedecer a un “novicio de una hora de
hábito” … “La obediencia, alma mía, es el único camino que lleva a toda virtud”
decía el Beato Gil, discípulo de San Francisco…
Máxima:
El súbdito debe considerar y ver al superior, no como al hombre, sino a Dios,
por cuyo amor obedece.
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