DÍA
DIECIOCHO
Prudencia
de San Francisco
Hay
una virtud que acompaña a los demás, como ángel tutelar para dirigirlas,
encausarlas y regularlas. Sin ella, las demás virtudes corrían el riesgo de no
serlo, por exceso o por defecto. Con ella, las otras suben de valor. Esa virtud
es la prudencia, la “ciencia de las cosas que deben hacerse o evitarse”, según
la definió San Agustín. San Francisco fue varón prudentísimo. “Todo para
todos”, sabía ser pobre sin ser avaro, ser austero siendo dulce, mandar
humanamente, reprender sin acritud, perdonar con alegría… Compasivo con los
pecadores, fácil en la indulgencia, discreto en el mandar, blando, amable,
cariñoso con sus hijos, era el prototipo de la virtud prudente… Sea yo prudente
en mis juicios, palabras y acciones.
Máxima:
La prudencia es la guía de las virtudes.
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