NOVENA
EFICAZ DE LAS TRES AVES MARÍAS
Con
licencia de la Autoridad Eclesiástica
Tipografía
Sánchez y de Guise
1919
Guatemala
de la Asunción
I.
¡Oh
María! Virgen Poderosa, Virgo Potens, Vos, a quien nada es
imposible… por este mismo poder que os ha concedido el Padre Todopoderoso, os
suplico me asistáis en la necesidad en que me encuentro. Puesto que podéis
socorrerme, no me abandonéis Vos que sois Abogada de las causas más desesperadas.
Creo en la gloria de Dios, vuestro honor y el bien de mi alma están interesados
en la concesión de este favor. Pues, si como lo supongo, está conforme con la
amabilísima y santísima voluntad de Dios, os pido ¡Oh omnipotente Intercesora! Omnipotentia
supplex, roguéis por mí a vuestro Hijo, que no puede negaros nada. Os
lo pido de nuevo, por el Poder sin límites que el Padre Celestial os ha
comunicado, y en cuyo honor os digo con Santa Matilde, a quien habéis revelado
la practica saludable de las tres Aves Marías:
Ave
María…
II.
Virgen
divina, que sois llamada Trono de la Sabiduría, Sedes sapientiae,
porque la Sabiduría increada, el Verbo de Dios ha residido en Vos… Vos a quien
este Hijo adorable ha comunicado toda su ciencia, según podía participarla a la
criatura más perfecta… sabéis cuan grande es mi miseria y cuanto necesito
vuestra asistencia. Confiado en vuestra divina Sabiduría, me abandono del todo
en vuestras manos, a fin de que lo dispongáis todo con fortaleza y suavidad
para la mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Dignaos, pues, ayudarme con los
medios que sabéis son más eficaces para alcanzar este fin. ¡Oh María, Madre de
la Sabiduría divina! Dignaos, os ruego, alcanzarme el precioso favor que
solicito, os lo pido por esta inestimable sabiduría incomparable con la cual el
Verbo, Hijo vuestro, os ha iluminado y en cuyo honor os digo, en unión con San
Antonio de Padua y San Leonardo de Puerto Mauricio, los más celosos
predicadores de las tres Aves Marías.
Ave
María…
III.
¡Oh
buena y tierna Madre, Madre verdadera de misericordia! Mater misericordiae,
que, en estos últimos tiempos, os habéis llamado Vos misma “Madre toda
misericordiosa”, os suplico uséis para conmigo vuestra bondad compasiva. Cuanto
más grande es mi miseria, tanto más debe moveros a compasión. Lo sé, no merezco
de ninguna manera el precioso favor que solicito, yo que tantas veces os he
contristado, ofendiendo a vuestro Divino Hijo. Pero si he sido culpado, muy
culpado, me arrepiento sin sinceramente de haber herido el tierno corazón de
Jesús y el vuestro. Por otra parte, ¿no sois, según lo habéis revelado a una de
vuestra sierva Santa Brígida, “la Madre de los pecadores arrepentidos”?
Perdonadme pues mis ingratitudes pasadas, y tomando en consideración solo
vuestra bondad misericordiosa, así como la gloria que de ello resultará para Dios
y para Vos misma, alcanzadme de la misericordia divina la gracia que imploro
mediante vuestra intercesión. ¡Oh Vos, a quien nadie ha implorado en vano! ¡Oh
Clemente! ¡Oh misericordiosa! ¡Oh dulce Virgen María! O Clemens, o pia, o
dulcis Virgo Mariae, dignaos, dignaos socorrerme, os lo pido, con
aquella misericordiosa bondad de que os ha llenado el Espíritu Santo para con
nosotros, y en cuyo honor os repito con San Alfonso de Ligorio, el apóstol de
vuestra misericordia y el doctor de vuestras tres Aves Marías.
Ave
María…
Nota:
Además aconsejamos añadir una o tres veces: “María, mi buena Madre,
preservadme o preservadnos de todo pecado mortal.” Si se hace la novena en favor de otras
personas, se dirá: “… preservadle, o preservadles, de todo pecado mortal.”
Visto
y aprobado con 50 días de indulgencia para cada día de la novena.
✠ Alfridus-Julius,
Episc. Bles.
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