DÍA
VEINTICINCO
Devoción
de San Francisco a María
La
devoción a la Madre de Dios es algo consubstancial a la santidad, no es posible
amar al Hijo sin amar a la Madre, y más cuando esa Madre divina lo es también
de los hombres. Por eso todos los santos han amado a María. Mas ¡Cuantos grados
hay todavía en esa escala de amor! San Francisco llegó, sin duda alguna, a ser
predilecto de María, amado de ella, singularmente amado por él. San
Buenaventura afirma que “el celo y la devoción de San Francisco por María son
inexplicables.” ¡Tan sublimes fueron! De ahí que la Orden Franciscana haya
nacido en un santuario mariano, en el regazo de María, que ella sea su patrona,
que la Orden haya sido la gran celadora del privilegio de la Inmaculada, que
los santos franciscanos se distingan por su amor a María… ama tu de veras a
esta cariñosa Madre e invócala frecuentemente.
Máxima:
Cuando digo: Ave María, ríen los cielos, se alegran los ángeles, goza el mundo,
tiembla el infierno y huyen los demonios.
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