DÍA
VEINTINUEVE
Gloria
celestial de San Francisco
Fiel
es el Señor a sus promesas. Y si al que
por el lo ha dejado todo le promete el cien doblado y la vida eterna, ¿Qué no
le dará al que se abraza y desposa con la pobreza, se estrecha con la cruz y
sigue tan de cerca que llega como a confundirse con Él?... Si Dios promete
exaltación sin límites al que se humilla, ¿Qué exaltación gloriosa será la del
humilde Francisco, humilde por antonomasia? Desde la silla que soberbiamente
perdió Luzbel, humildemente conquistada por San Francisco, nos dice estas
palabras suyas: “¡Oh, para siempre benditos hijos! Oíd a vuestro Padre: grandes
cosas hemos prometido, pero mayores nos son prometidas, observemos aquellas,
suspiremos por estas” … Piensa tú en la gloria que corresponde al sacrificio de
servir a Dios…
Máxima:
Tan grande es el bien que espero que en las penas me deleito.
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