DÍA
TREINTA Y UNO
Lo
que el mundo debe a San Francisco
Los
más insignes bienhechores de la humanidad han sido, sin ninguna duda, los
Santos. Al desprenderse de si mismos y entregarse a Dios, entregaronse también
de lleno, totalmente a sus prójimos, en aras de una abdicación y abnegación sin
límites y de un desinterés heróico. Su vida fue entonces pródiga en obras de
caridad, evangelizando las almas, pacificando los pueblos, llevando el buen
olor de Cristo, y con el la civilización, la paz y la caridad por doquier.
Entre ellos San Francisco ocupa uno de los primeros lugares. Un impío,
tristemente célebre, llegó a afirmar que después del cristianismo, la revolución
más grande y más benéfica que presenció la tierra, fue la promovida por San
Francisco. Expresión de ella es la Venerable Orden Tercera, esa legión de almas
franciscanas que viven en el mundo ideal de los claustros. Da gracias a San
Francisco por estos favores e inscríbete, si ya no lo estás, en su venerable
Orden Tercera, para poder llamarte hijo suyo.
Máxima: Os digo en verdad, que el Señor ha elegido a los frailes menores para provecho y salvación del mundo.
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