DÍA
CINCO
Firme
esperanza de San Francisco
La
esperanza cristiana, hermana de la fé, es sostén del alma justa en la lucha de
la vida. Por la esperanza de un bien terreno trabaja el labrador, se afana el
mercader, estudia el joven, lucha el soldado… ¡Cuánto mayor afán debe desplegar
en el trabajo de su santificación el alma que sabe muy bien, por la fé, que
Dios Nuestro Señor ha de premiar sus esfuerzos y sacrificios momentáneos con
eterna e intima gloria!... San Francisco, dotado de ciega esperanza en la
bondad divina, se entregó por completo en brazos de la pobreza, fundó sus tres
órdenes, acometió las más arduas empresas de santificación propia y ajena.
Imitémosle, confiemos en Dios, y contemos que el nunca nos faltará si de veras
contamos con él.
Máxima:
Poned en el Señor toda vuestra esperanza, el será vuestra guía y os auxiliará
siempre.
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