viernes, 2 de octubre de 2020

MES DE OCTUBRE A SANTA TERESA - DÍA DOS

 


DÍA SEGUNDO

DEL MODO QUE SE DEBE ORAR

Observa San Agustín que, para obtener las gracias que necesitamos, no basta rogar con la boca, sino con el corazón. Este Santo Doctor, a propósito de las palabras de David: «clamé al Señor con mi voz», hace observar que muchas personas claman, no con la voz interior del alma, sino tan sólo con la del cuerpo. Clamad con vuestros pensamientos, con vuestro corazón, añade, que entonces Dios escucha; lo cual está conforme, dice San Alfonso Ligorio, con el lenguaje del Apóstol. Las oraciones vocales se rezan frecuentemente con distracciones, con la voz corporal y no con la del corazón, especialmente cuando son muchas, y, sobre todo, cuando las rezan personas que no hacen oración mental; así es, continúa el mismo Santo, que Dios las escucha poco y rara vez las atiende. Veámoste muchos rezar el Rosario, el Oficio de la Virgen y otras prácticas exteriores, y, no obstante, viven en pecado; más, cuando uno se da a la oración mental con constancia, es imposible continuar en pecado. Un gran siervo de Dios decía: «oración mental y pecado, no pueden andar juntos». «Prueba, en efecto, la experiencia, dice el mismo San Alfonso, que los que se consagran a la oración, difícilmente caen en desgracia de Dios; y si por desdicha sucumben, con tal que no dejen la oración, pronto vuelven en sí y a Dios.» Por relajada que esté un alma, si persevera en la oración, dice Santa Teresa, el Señor acabará por conducirla a puerto de salvación. Emprendamos, pues, de una vez el camino de la oración, especialmente la mental, si aún no la hemos emprendido, que él nos ha de conducir al Cielo, como asegura la Santa de nuestro corazón.

 

OBSEQUIO

Tener un rato de oración mental, recordando lo que Nuestro Señor sufrió en el huerto de las olivas, que era el asunto de meditación que más enterneció a la Santa.

 

MÁXIMA

En todas las pláticas y conversaciones mezcle siempre algunas cosas espirituales, y con esto se evitarán palabras ociosas y murmuraciones.

 

ORACIÓN

Gloriosa Virgen Santa Teresa de Jesús: por aquella admirable y continua contemplación en que ejercitasteis vuestra alma todo el tiempo de vuestra vida, os suplico, Santa amadísima, infundáis en la mía el amor a tan necesario indispensable virtud, para que, meditando en mi maldad y en lo que debo a Dios, derrame lágrimas de sincera contrición que me purifique de mis pecados. Amén


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