miércoles, 7 de octubre de 2020

MES DE OCTUBRE A SANTA TERESA - DÍA SIETE

 


DÍA SÉPTIMO

DE LA OBEDIENCIA DE SANTA TERESA

Fue Santa Teresa muy aventajada en esta virtud, como se puede ver por los ejemplos tan heroicos que nos ha dejado en el transcurso de su vida monástica. Solfa decir muchas veces, que el no tener obediencia era no ser monja, pareciéndola que todas las demás virtudes, respecto de la obediencia, son como accidentes comparados con la substancia; porque la obediencia al religioso le constituye en ser de religioso, y faltando ésta, aunque otras muchas virtudes tengan, le falta todo. Una vez dijo la Santa, que si todos los Ángeles del Cielo se juntasen y la dijesen una cosa y sus prelados y confesores otra, aunque supiese que eran ángeles efectivamente, no haría sino lo que sus superiores la mandasen; porque esto, decía ella, es lo más seguro, y siguiendo esto no me puedo engañar, pero lo otro si puede ser ilusión mía. La mejor apología de esta virtud son las siguientes frases que con frecuencia repetía la Santa: «Oh virtud del obedecer, que todo lo puedes! En ti está la seguridad de no errar en el camino del Cielo, la quietud que tan preciada es en las almas que desean contentar a Dios, y la cesación de nuestros bulliciosos movimientos, amigos de hacer su voluntad». Obedezcamos nosotros también ciegamente, como lo hacía Teresa, a todos los que sobre nosotros tengan alguna autoridad, sin reparar en sus cualidades o condiciones, sino pensando en que Dios es quien les ha dado esa autoridad y que, obedeciéndoles, obedecemos a Dios, que es quien nos ha de juzgar.

 

OBSEQUIO

Rezar un Padrenuestro para pedir ti Nuestro Señor, por intercesión de Santa Teresa, que nos conceda la virtud de la obediencia.

 

MÁXIMA

A tu superior o confesor descubre todas tus tentaciones, imperfecciones y repugnancias, para que te dé consejo y remedio para vencerlas.

 

ORACIÓN

Gloriosa Virgen Santa Teresa de Jesús: por la virtud de la tan ciega obediencia en que siempre os ejercitasteis, cumpliendo con uno de los tres votos monásticos, suplícoos, Santa mía, me alcancéis del Señor viva siempre obediente a sus divinos mandamientos y ti los de su Iglesia Santa, a fin de que pueda asegurar mi salvación. Amén.


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