martes, 20 de octubre de 2020

MES DE OCTUBRE A SANTA TERESA - DÍA VEINTE

 


DÍA VIGÉSIMO

TIERNÍSIMA DEVOCIÓN DE SANTA TERESA A LA SACRATÍSIMA VIRGEN MARÍA

Desde sus primeros años tuvo Santa Teresa un gran amor a la Purísima Madre de Dios. Cuando murió su madre, como ella dice, afligida fuese a postrar ante una imagen de Nuestra Señora, y con muchas lágrimas suplicóla fuese su Madre de allí en adelante, lo que le valió mucho. Así fue efectivamente; pues la Santísima Virgen, no sólo la libró de las malas semillas que en la infancia suelen brotar espontáneamente en el corazón humano, para producir más tarde frutos horribles de vicios y malas inclinaciones, sino que sembró en su tierno corazón, como en fértil tierra, la buena semilla de la fe y demás virtudes cristianas que produjeron a su tiempo

opimos y sazonados frutos de santidad. Teresa, agradecida a la protección dispensada por tan buena Madre, cuando tuvo edad competente correspondió a ella vistiendo el hábito de la Orden del Monte Carmelo, que es la Orden predilecta de María, emprendiendo la gloriosa Reforma de la misma, que tan célebre la ha hecho en todo el mundo católico. Entre las muchas distinciones con que fue honrada por la Santísima Virgen, merece citarse la que recibió un día de la Asunción, cuando estaba orando en la Iglesia de Santo Tomás de Ávila. Se le apareció la Señora acompañada del glorioso Patriarca San José, y vio que la vestían una capa blanquísima y que la ponían al cuello un collar de oro finísimo, con una cruz de piedras preciosas, en señal de que estaba ya purificada de toda culpa y como recompensa a la gran devoción y amor que profesaba a San José, que tan grato le era. La Virgen Santísima le agregó que, tanto ella como su Santo Esposo, velarían por ella y no la abandonarían mientras viviese; y que, por último, en la hora de su muerte la asistirían y consolarían hasta llevarla al Cielo a gozar del premio que la tenían allí reservada. Esta merced, y otras muchas que podían referirse, son evidentes pruebas del gran amor que profesó Santa Teresa a la Sacratísima Virgen, y de lo muy agradables que le fueron la Señora los obsequios tributados por su dilectísima sierva.

 

OBSEQUIO

Recemos hoy tres Salves a la Santísima Virgen pidiéndole su protección.

 

MÁXIMA

Agrada mucho a Dios cualquier obsequio que se haga para honrar a su Madre María Santísima.

 

ORACIÓN

Gloriosa Virgen Santa Teresa de Jesús: por aquel tierno amor y ferviente devoción que desde vuestros primeros años hasta la muerte profesasteis a la Sacratísima Madre de Dios, os suplico me alcancéis del Señor que yo la ame también con toda mi alma y con todas mis fuerzas, a fin de que merezca su protección todos los días de mi vida, y especialmente en la hora de mi muerte. Amén.

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