DÍA
DÉCIMO SEXTO
CELO
QUE POR LOS INTERESES DE DIOS TUVO SANTA TERESA
Amaba
tanto Santa Teresa de Jesús todo lo que podía servir para dar mayor gloria a Dios
y hacer bien por las almas, que pareciéndola poco lo que ella, por estos
santos fines, hacia desde el claustro por medio de su continuada oración, pedía
constantemente al Señor la inspirase alguna obra que ella pudiera practicar
para su mayor gloria. Correspondiendo Jesús al amor que su Esposa con esto la
manifestaba, oyó sus ruegos; y así, un día, después de comulgar, cuando
estaba haciendo su acostumbrada petición, se dignó Nuestro Señor inspirarle una
obra de gran gloria para El cómo de inmenso bien para las almas: la Reforma de
la Orden carmelitana, que, algo mitigada y rebajada con el transcurso de
los tiempos, deseaba Dios que volviese al primitivo fervor que la imprimieron sus
gloriosos fundadores los santos profetas Elías y Eliseo. Jesucristo, al
inspirarle la idea, dióla también las fuerzas suficientes para vencer tantas contrariedades
como se habían de presentar en su ejecución; y ya con este divino auxilio vemos
a Teresa, llena de celo por la gloria de su Amado, emprender animosa la
reforma, venciendo dificultades, ganando pleitos, buscando recursos y haciendo
fundaciones de monasterios tanto de hombres como de mujeres. Mucho trabajo
padeció Teresa para llevar a cabo la divina misión; caminaba de día y de
noche por ásperos senderos y escabrosas montañas, ya con el frío y la
lluvia como con
el
calor abrasador, y muchas veces cargaba ella misma sobre sus hombros las
piedras que habían de servir para las obras de sus monasterios, pues todo su
afán era que Nuestro Señor tuviese una casa más en que fuese adorado. Ayudada
en no poco de su compañero en la Reforma el glorioso San Juan de
la
Cruz, pudo ver coronados sus esfuerzos con la fundación de diez y seis
conventos de religiosas y otros tantos de religiosos. Empezó nuestra
Santa por el de San José de Ávila, y siguió consecutivamente con los de
Medina del Campo, Malag6n, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de
Tormes, Segovia, Veas, Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Xara, Palencia,
Soria y Burgos, más de los de Madrid y Granada que mando fundar
porque el mal estado de su salud la impidió hacerlo por sí misma, como hizo con
los demás. El celo de Santa Teresa fue singularísimo; en todas ocasiones di6
pruebas inequívocas de ello, pues todos sus pensamientos, palabras y obras
se dirigían siempre a la gloria de su amado Esposo y al bien de las
almas, especialmente de aquellas que tenía a su cuidado, dándolas máximas y
consejos saludables sobre la vida religiosa y regla que profesaban, y,
sobre todo, ejemplos dignos de imitar en las muchas virtudes que en grado heroico
practicó.
OBSEQUIO
Hagamos
en este día cualquier obra de celo en favor de algún alma y a mayor gloria de Dios.
MÁXIMA
Despegue
el corazón de todas las cosas, y busque y hallará a Dios.
ORACIÓN
Gloriosa
Virgen Santa Teresa de Jesús: por aquel celo tan grande que tuvisteis siempre por
los intereses divinos, del que disteis gran prueba con la Reforma de la Orden
Carmelitana y fundación de tantos monasterios, os suplico me alcancéis
del Señor este santo celo por los intereses de su gloria, para que pueda algún
día ser recompensado por Dios como Vos lo fuisteis. Amén.
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