jueves, 22 de octubre de 2020

MES DE OCTUBRE A SANTA TERESA - DÍA VEINTIDÓS


DÍA VIGÉSIMO SEGUNDO

DE LA GRAN VENERACIÓN QUE TUVO SANTA TERESA A LA SAGRADA EUCARISTÍA

Como mujer amorosa y agradecida, Santa Teresa de Jesús no podía por menos que profesar una gran devoción al augusto Sacramento llamado por antonomasia el del amor. Muy singular fue la veneración en que tuvo la Santa el adorabilísimo Cuerpo de Jesucristo; tanto que no dejaba pasar día sin recibirlo, hasta que el Señor, para poner a prueba su amor, se dignó enviarle una enfermedad que le privó de recibirle, pues diariamente tenía vómitos por la mañana y por la noche que le impidieron durante algún tiempo el acercarse a la Sagrada Mesa. Mucho afligióse la Santa Madre con esta enfermedad, por la dicha de que le privaba, y así rogaba incesantemente a Su Majestad que, si era su voluntad, le quitase por lo menos el vómito de la mañana, a fin de que pudiera recibir cotidianamente el Santísimo Sacramento. Satisfecho el Señor del amor que con esto su sierva le demostraba, oyó sus súplicas; pero el vómito de la noche le duró toda la vida, como prueba evidente del milagro. Sus comuniones eran tan fervorosas, que en ellas derramaba abundantísimas lágrimas; fervor que Dios recompensaba otorgándola dones y gracias sobrenaturales que la hacían gozar anticipadamente de las dulzuras celestiales. Después de comulgar, ofrecía al Señor su sacratísimo Cuerpo por la salvación de las almas, las necesidades de la Iglesia, las de su Orden y las suyas propias, y dábale gracias durante largo tiempo por la gran merced que la había dispensado. Tan grande fue el amor y devoción de Teresa a Jesús Sacramentado, que por algunos autores es llamada «la Doctora Eucarística», y por el Padre Faber «la Maestra de la acción de gracias después de la Comunión». La devoción de la Santa hacia el augusto Sacramento no quedó limitada al tiempo de su vida mortal, sino que, por el contrario, la conservó y aumentó hallándose en la vida eterna, como se deduce de las siguientes palabras que dijo a una religiosa de su Orden, al aparecérsele algún tiempo después de su muerte: «Nosotros los que estamos en el Cielo, y vosotros los que estáis en la tierra, deberíamos ser una misma cosa en la pureza y en el amor: nosotros gozando, y vosotros padeciendo; y lo mismo que nosotros hacemos en el Cielo con la Divina Esencia, debéis vosotros hacer en la tierra con el Santísimo Sacramento.

 

OBSEQUIO

Para agradar Jesús de Teresa y a Teresa de Jesús, repitamos hoy michas veces: «Viva Jesús Sacramentado: viva, y de todos sea amado».

 

MÁXIMA

El día que comulgare, la oración de la mañana sea ver que, siendo tan miserable, ha de recibir í Dios, y la de la noche de que le ha recibido.

 

ORACIÓN

Gloriosa Virgen Santa Teresa de Jesús: por aquella devoción ardentísima que profesasteis al adorable Sacramento del Altar, y por las gracias tan sobrenaturales que en pago recibisteis del Señor, os suplico me alcancéis de Su Divina Majestad os imite en vuestro amor la Sagrada Eucaristía, para que así pueda merecer, Santa mía, las gracias que están vinculadas en tan alto Sacramento. Amén.

 


 

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