SETENA
DEL ESPÍRITU SANTO
Por
el Rvdo. P. Fray Basilio Patricio, religioso Presbítero y Ex Prior General del
Sagrado Orden de la Caridad, Provincia de San Hipólito Mártir, en esta Nueva España
PROEMIO
Motiva
a escribir esta setena, el alentar a los fieles a la devoción del Espíritu
Santo, especialmente en los siete viernes de Pascua, en que piadosos concurren
a implorar sus divinos dones. Estos son siete, que, se repartirán en los días
referidos. El tiempo es muy a propósito para practicarla, porque habiéndose
restituido en el de cuaresma al estado de gracia, para perseverancia en esta,
ayudan mucho los dones del Espíritu Santo, el Señor quiera a todos comunicárselos,
encendiéndolos en el fuego de su divino amor.
MODO
DE PRACTICAR LA SETENA
Por
la señal…
Y
luego se reza lo siguiente:
ACTO
DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, criador y Redentor mío, en quien creo,
a quien amo y adoro, por ser vos quien sois, me pesa de haberos ofendido,
propongo con vuestra divina gracia, enmendar mi vida, y apartarme de todas las
ocasiones de ofenderos, y espero en vuestra misericordia infinita, que me habéis
de perdonar. Amén.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Dios
eterno, que con los dones del Espíritu Santo comunicas a los fieles unas
soberanas perfecciones, con que se dispone a seguir lo que es y ti más agradable,
concédenos, que ilustrados con sus divinos dones, asista en nuestras almas la
verdadera sabiduría, contra ignorancia, el entendimiento contra ceguedades, el
consejo para refrenar las violencias, la fortaleza, para quitar los temores, la
ciencia, para evitar todos los males, la piedad, para ablandar nuestra dureza,
y el temor santo, para sujetar la soberbia, para que sí, adornados, sigamos en
todas las divinas inspiraciones, que nos excitan al cumplimiento de vuestra
santa ley, y nos encendamos en el fuego del divino amor. Amén.
Luego
se rezan siete Padres nuestros, Aves Marías y Glorias, y al final se dice la
oración del día:
DÍA
PRIMERO
ORACIÓN
Dios
inmenso, amoroso Padre de las almas, humildemente rendidos ofrecemos a vuestra
Majestad soberana estos siete padres nuestros y aves Marías, en reverencia de
aquellos siete dones, con que el Espíritu Santo adorna las almas de los fieles,
y os suplicamos que nuestros pechos sean digna morada de sus favores, y en
especial nos comunique el don soberano del temor, para que con él, consigamos multiplicados
bienes, enmendemos culpas pasadas, nos enseñemos a obrar bien, con perseverancia,
procuremos usar la misericordia, nuestros ruegos sean oídos, la salud se nos
confirme, para emplearla en vuestro santo servicio, y por fin consiga el santo
temo, la eterna gloria, donde esperamos alabaros por los méritos de Nuestro
Señor Jesucristo. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Espíritu Santísimo, consuelo de las almas! Oh amor divino, y suavidad del Padre y del Hijo, que, bajando sobre los apóstoles, derramaste en ellos tus dones. Ven sobre mi corazón, y llénale de tu amor y gracia, ven oh padre de los pobres, y envíanos desde el cielo el rayo de tu luz. Ven dador de las lumbres, y lumbre de los corazones. Ven, dulce esposo, refrigerio del alma, ven, fortaleza de los flacos y remedio de los caídos. Ven, descanso de los trabajos, ven, alivio de los que lloran, ven maestro de los humildes, ven dulcísimo amor, y abrasa mi corazón con el fuego de caridad, para que cuanto soy y valgo, me emplee en tu servicio, y te ame con todo mi corazón, con toda mi alma , con todo mi entendimiento, con toda mi voluntad, con todos mis sentidos, con todas mis fuerzas y potencias, para que ni haga, ni quiera, piense cosa, que no sea para gloria tuya, del Padre y del Hijo, con quien reinas por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA
SEGUNDO
ORACIÓN
Omnipotente
y Misericordioso Dios, que nunca dejas de favorecer a los hombres con repetidos
auxilios, concédenos a los que celebramos el beneficio de la venida del
Espíritu Santo, que seamos llenos de sus ilustraciones, y especialmente el
benigno don de la piedad, para que con el seamos movidos por el mismo Divino
Espíritu, no solo a tributaros el debido afecto filial que os debemos, sino
que, también seamos elevados a ejercitarlo en vos con nosotros, y con nuestros
prójimos, y apartando la mucha solicitud de las cosas temporales, teniendo miseración
de nuestras almas, en el acertado gobierno de las conciencias, procurando el
mayor bien y consuelo de nuestros prójimos, para que así, gobernados,
merezcamos en todas nuestras acciones, agradar a vuestra Divina Majestad. Amén.
DÍA
TERCERO
ORACIÓN
Oh
Dios amantísimo de las Almas, que, en el día de Pentecostés, ilustrasteis los
pechos de los apóstoles con verdadera ciencia y doctrina, conceded al efecto
piadoso de nuestra súplica, que, nuestros corazones sean ilustrados con el don
de la ciencia del Divino Espíritu, para que con ella consigamos el claro
conocimiento de tus divinas perfecciones, el desengaño de nuestras miserias, y
la conmiseración de las de nuestros hermanos, y juntamente se aclaren nuestros ánimos,
para discernir las cosas que deben creer, que con esta luz anhelaremos a
conseguir aquel verdadero conocimiento de la divina esencia, como es en sí, en
que consiste la bienaventuranza, que mereció para vosotros nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
DÍA
CUARTO
ORACIÓN
Soberano
Dios, criador de todas las cosas, en quien esta toda la bondad, firmeza y
rectitud, conociendo la poca subsistencia de las humanas fuerzas, rendidos te suplicamos,
que para la perseverancia en el bien obrar, nos concedáis benigno, el sagrado
don de la fortaleza, con que el Divino Espíritu se dignó de confortar los
ánimos y fé de los apóstoles, para que adornados de su virtud, se aliente
nuestro ánimo a reprimir los deseos terrenos, y a no temblar de las adversidades
mundanas, y diabólicas acechanzas, antes si, nos movamos por el Espíritu Divino
a esperar que nuestras obras buenas tendrán aquel fin que deseamos, que es
agradaros en todo y por todo ahora, y en toda la eternidad. Amén.
DÍA
QUINTO
ORACIÓN
Dios
omnipotente, y Señor de todas las criaturas, luz soberana de los
bienaventurados, Rendidos ante tu divina presencia, os suplicamos nos concedáis
el sagrado don de consejo, que es aquella caridad comunicada por el Espíritu
Santo, para resolver las más obscuras dificultades, y emprender los caminos arduos
de la virtud, para que guiados de tanto resplandor, todas nuestras acciones
vengan de nuestra mano gobernadas, y especialmente, como efecto de tan eminente
don, se apague en nosotros el apetito desordenado de las cosas terrenas,
aprendiendo solo a buscar las cosas del cielo, que satisfacen, que de esta
suerte instruidos, perseveremos en la guarda de los santos mandamientos, hasta
alabaros eternamente en la gloria. Amén.
DÍA
SEXTO
ORACIÓN
Oh
Dios infinitamente bueno, lumbre sagrada de los corazones. Vida eterna de las
almas. Infunde en nosotros el don de entendimiento, para las mejoras de nuestra
vida, y para que por él, nos enseñe el Divino Espíritu a conoceros en las
criaturas, como obra maravillosa de vuestras manos, y a saber agradecer los
infinitos beneficios que cada instante recibimos de vuestra misericordia,
quedando impresa en nosotros la verdadera luz del entendimiento, que nos guíe y
eleve a contemplar las verdades divinas, a que no podemos llegar por la virtud
natural limitada, solo sí, ayudados de tan celestial favor, podremos esperar
ser conducidos a meditar lo admirable de tu soberanía, en los alcázares de la
gloria. Amén.
DÍA
SÉPTIMO Y ÚLTIMO
ORACIÓN
Señor del cielo y tierra, en cuya dignación tienen nuestros pobres méritos algún valor para que os agraden y sean aceptables. Humildemente rendidos ante vuestro divino acatamiento, os suplicamos en este último día, nos concedáis propicio el don de la sabiduría, con el cual el Espíritu Santo nos comunica la noticia de las cosas celestiales y divinas, para que solo busquemos las felicidades verdaderas de la patria, negándonos a las de la tierra. Y por fin, amantísimo Dios, os pedimos que las cortas oraciones y ruegos, que en los días antecedentes, y en este hemos ejercitado, sean llevados a vuestra presencia, por mano de los siete Príncipes asistentes al trono divino, para que nuestras súplicas tengan el efecto que deseamos en esta Setena, y en especial, el que vuestra Majestad asista a su Iglesia Católica, comunique paz a los príncipes cristianos, destruya todas las herejías, y a todos los presentes nos asista con sus auxilios, para que evitando los vicios, nos determinemos a conservar la gracia, para ir después de la muerte a gozaros por toda una eternidad, en la gloria. Amén.
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