DÍA
VIGÉSIMO SÉPTIMO
TRANSVERBERACIÓN
DEL CORAZÓN DE SANTA TERESA
Tan
grande fué el amor que la Reformadora del Carmelo tuvo a Dios Nuestro Señor, que
el de ninguna criatura puede ser mayor, según hemos visto al tratar
particularmente de esta virtud de la Santa. Ahora bien: Dios, que nunca deja
sin recompensa el amor de sus hijos, no había de dejar í Teresa sin ella, y
así fué, pues la colmó de gracias y mercedes, entre las cuales sobresale muy
particularmente la que la Iglesia conoce con el nombre de Transverberaci6n de
su santo corazón. La Santa, en el libro de su vida, nos lo refiere de esta
manera: «Quiso el Señor viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel al
lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino como la visión pasada
que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así; no era grande,
sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido, que parecía de los
ángeles muy subidos, que parece todos se abrazan: deben ser los que llaman
serafines, que los nombres no me lo dicen, más bien veo que en el Cielo hay
tanta diferencia de unos ángeles a otros, y de otros, que no la sabría
decir. Veiale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me
parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas
veces,
y me llegaba las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y
me dejaba toda abrasada en amor de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía
dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este
grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con
menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja el cuerpo
de participar algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa
entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé gustar a quien
pensare que miento». Tal es la Transverberación del Corazón de Santa Teresa de
Jesús: un prodigio sin igual, en el que se descubre bien claramente el amor de
Cristo a su sierva Teresa y el que ésta tuvo su Celestial Esposo.
OBSEQUIO
Recemos
tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris en honor de la
Transverberación del Corazón de Santa Teresa.
MÁXIMA
Use
siempre el hacer muchos actos de amor, porque encienden y enternecen el alma.
Haga actos también de todas las demás virtudes.
ORACIÓN
Gloriosa
Virgen Santa Teresa de Jesús, que por el grande amor que profesasteis a Dios
merecisteis fuese transverberado vuestro purísimo corazón por el dardo de fuego
de un abrasado serafín: yo os suplico, Santa amadísima mía, pidáis al Señor
transverbere también el mío con el dardo del amor de Dios, para que así pueda
luego, como Vos, gozar en el Cielo de las inefables dulzuras que Él tiene reservadas
para los que le aman y le sirven. Amén.
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