martes, 17 de noviembre de 2020

MES DE ÁNIMAS - DÍA DIECISIETE

 


DÍA DIEZ Y SIETE

MEDITACIÓN

Modo de socorrer a las almas del Purgatorio por vía de justicia

Se socorre a las almas del Purgatorio por vía de justicia, cuando se redime su pena con limosnas o se descuenta con ayunos. La limosna es un precio que se exhibe para compensar los derechos de la Divina Justicia, da una satisfacción equivalente a la pena, libra de los lazos del pecado, y admite a la participación de la Divina gracia y de la vida eterna. Es como un agua que cae sobre el Purgatorio, y que mitiga y extingue las llamas de aquel activo fuego, y entre las obras de caridad que pueden ejercitar los vivos en favor de los difuntos, es una de las más poderosas para granjearles la gloria. No considera tanto el Señor la cantidad de la limosna, sino el afecto con que se hace. Seamos, por tanto, ricos o pobres, procuremos todos dar según nuestro estado lo más que podamos de limosna para bien del Purgatorio; que cuanto fuere mayor el mérito de hacerla, tanto más copiosa será la redención de aquellas almas benditas. Las oblaciones piadosas de aceite, cera, o de cualquiera otro género que se hagan a la Iglesia en sufragio de los difuntos, les producen refrigerio y la salvación; pero son contadas entre las limosnas que sirven al culto de la religión y al alivio de los fieles. Otra clase de limosnas son igualmente todas las obras de caridad temporales o espirituales para con el prójimo, y todas las veces que se ejercitan con la intención de socorrer a las almas del Purgatorio, se recoge un doble fruto; el de socorrer a un mismo tiempo a los necesitados de esta vida y a los mucho más necesitados de la otra. ¡Oh qué rica mies está preparada a nuestra caridad! imploremos el auxilio divino para que a la abundancia do esta, corresponda el número y el empeño de los devotos operarios. Se descuenta finalmente la pena debida a la Divina Justicia, con los ayunos, y bajo el nombre de ayuno se comprenden, todas las especies, no sólo da penalidades voluntarias, sino también de las tribulaciones necesarias de la vida, siendo todas obras satisfactorias por los pecados, ¿quién hay que no pueda de alguna manera mortificarse a sí mismo, ya en las potencias del alma, ya en los sentidos del cuerpo? ¿quién es aquel que no padezca muchos males en el curso de la vida, ya sean generales o particulares? ¿Por qué, en beneficio de aquellas almas no traficamos con estas aflicciones? Cada padecimiento nuestro es para ellas un verdadero alivio, como si ellas mismas lo sufriesen, cuando los ofrezcamos a Dios en descuento de sus penas. Nada perdemos de mérito obrando así: antes bien, le acrecentamos, porque a la paciencia de sobrellevar los males, añadimos la caridad de ayudar a otros. Tomemos, pues, el uso do tolerar y de ofrecer todos nuestros trabajos en sufragio de las almas del Purgatorio, que así agradaremos mejor a Dios, mereceremos más para nosotros, y las socorreremos mucho más.

 

ORACIÓN

Nosotros os ofrecemos, ¡oh Señor! todas las penas de nuestra vida; y cuanto suframos en el cuerpo, cuanto toleremos en el alma, todo os lo ofrecemos en sufragio de las almas santas del Purgatorio. Vos nos habéis colmado de aquellos bienes que pasaron a nuestras manos de las de nuestros difuntos, los cuales nada conservaron para sí, sino que todo nos legaron. Mas ahora ellos. ¡oh cuán necesitados se encuentran de nuestros socorros! Movidos por tanto a compasión de sus penas, ponemos nosotros en las manos de los pobres por medio da la limosna, una parte de sus bienes. Dignaos, ¡oh gran Dios! de aceptarlos por su cuenta, para que satisfechas finalmente las partidas de su deuda, puedan ser admitidas a la suspirada posesión de la herencia celestial. Amén.

 


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