domingo, 15 de noviembre de 2020

NOVENA A SANTA ISABEL DE HUNGRÍA

 


PIADOSA NOVENA EN HONOR DE SANTA ISABEL DE HUNGRÍA

 

PATRONA DE LA VENERABLE ORDEN TERCERA DE NUESTRO PADRE SAN FRANCISCO DE ASÍS

 

Librería de Ch. Bouret

México, 1906

 

Hecha la señal de la Santa Cruz y un fervoroso acto de contrición, se dirá lo siguiente:

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Gloriosa y excelsa Santa Isabel, reina de Hungría, que en el trono en el que os había colocado el Señor, hicisteis brillar todas las virtudes del cristianismo, y en el espacio de vuestra corta vida de veinticuatro años, os elevasteis al mas alto grado de la perfección, siendo un modelo de sencillez, de humildad, de pureza y ardiente caridad y sublime abnegación en los grandes trabajos con que el Señor se dignó probaros, dignaos ser la celestial amiga de nuestras almas y ayudarnos a que estas se hagan dignas de la misericordia del Señor. Volved hacia nosotros desde lo alto de los cielos, una de esas miradas que sobre la tierra curaban las más crueles enfermedades de los hombres, a cuya curación, con tanta caridad os consagrasteis, ya cuando estabais sobre el espléndido trono de Hungría, ya cuando triste y abandonada de todo, pasabais vuestra santa vida en la pobreza y la soledad. Haced que nosotros, que vivimos en un siglo sombrío, frío e indiferente, nos iluminemos con vuestra santa luz, reanimemos nuestra caridad en el hogar de vuestro amor, y alcancemos por vuestra poderosa intercesión, la paz del alma y lo que os pedimos por medio de esta santa novena, si ha de ser para bien de nuestras almas, y mayor honra y gloria de Dios. ¡Bendita seáis, excelsa reina, gloriosa Isabel, por tantas preciosas lágrimas como en vida os hicieron derramar vuestras penas, por vuestra paciencia, por vuestra caridad y vuestra angelical sencillez que llenaron vuestra triste y agitada vida! Bendita seáis por siempre, y dignaos bendecir a vuestra vez a los que humildemente hoy venimos a implorar vuestra poderosa intercesión, para que nos alcance la misericordia de Dios. Amén.

Se rezan tres Padres nuestros, tres Aves Marías y Glorias en honor de la gloriosa santa, después se hace la petición, y luego la oración del día:

 

DÍA PRIMERO

ORACIÓN

Gloriosa Santa Isabel, reina de Hungría, a quien desde niña destinó el Señor al Trono, siendo separada de vuestros padres, los reyes de Hungría desde la edad de cuatro años para ser educada en las cortes de Turingia, y esposa de Luis, príncipe heredero, en cuya corte crecisteis en virtudes, teniendo que sufrir las burlas de las princesas, hermanas de vuestro futuro esposo y de los cortesanos, que condenaban vuestro humilde y modesto modo de vivir como digno de majestad real, haced que nosotros, que honramos como debemos vuestra virtuosa juventud, y nos afligimos del desprecio y persecuciones con que os trataron en aquella corte orgullosa, imitando los santos sentimientos que mostrasteis en vuestros primeros años, suframos con igual paciencia las contrariedades de la vida. Os suplicamos por vuestra bienaventurada infancia, que destruyáis en nosotros el espíritu del orgullo, y que por vuestra heróica paciencia nos obtengáis el perdón de nuestras impaciencias y de todas nuestras culpas. Amén.

 

GOZOS

Reina Isabel, que en el trono

Tuviste caridad tanta,

R/: Ampara a los que te invocan,

Escucha nuestras plegarias.

 

Una corona real

Fue a tu frente preparada,

Mas en corona de espinas,

Presto la viste trocada

Del rey de Turingia a esposa

Por tu padre destinada,

A la edad de cuatro años

Fuiste con él, desposada.

 

La corte del rey Sajón,

De tu humildad se burlaba,

Porque vestir no querías

Modesta, esplendidas galas,

Robarte el amor intentan

Del rey Luis sus hermanas,

Dios sobre el trono te eleva,

Y su esposa el rey te llama.

 

Reina excelente y esposa,

Humilde, prudente y casta,

Ejemplo eras de la corte

Modelo de la Alemania,

Tres hijas, te dio el Señor,

Que en la virtud educabas.

Bendiciones derramando

En tu excelsa augusta raza.

 

Cuando a lidiar por la cruz,

Fue tu esposo a Tierra Santa,

Al despedirse de ti

Tu corazón se desgarra,

Allí por su Dios murió

Dejándote abandonada

Al odio de su familia,

Que tu virtud detestaba.

 

Lanzada de tu palacio

A mendigar obligada,

Un asilo con tus hijas

Te da la orden franciscana,

Allí tu propio alimento

Con tus regias manos ganas,

Volver rehusando a la corte

Do el rey tu padre te llama.

 

Al devolverte la dote

El que tu trono ocupaba,

Entre los pobres de Cristo

Tu caridad la derrama,

Dios premió tanta virtud

Y resignación tan santa,

Alzándote a mejor trono

En su celestial morada.

 

Reina Isabel, que en el trono

Tuviste caridad tanta,

R/: Ampara a los que te invocan,

Escucha nuestras plegarias

 

 

PRECES

Santa Isabel, madre nuestra R/: Ruega por nosotros

Consagrada al servicio de Dios desde la infancia

Fiel esposa de Jesucristo

Devotísima de la Virgen María

Émula y digna hija de nuestro Padre San Francisco

Adornada de todos los dones celestiales

Animada de fuerza y de constancia

Madre nutricia de los pobres y huérfanos

Consuelo de los afligidos

Servidora de los pobres y de los enfermos

Cruelmente perseguida por los parientes y vasallos

Siempre constante en las adversidades

Ilustre por virtudes y milagros

Favorable a todos los que te invocan

Madre ejemplar de la Orden de penitencia

 

L/: Ruega por nosotros, santa Isabel

R/: Para que nos hagamos dignos de las promesas de Jesucristo.

 

ORACIÓN: Os suplicamos humildemente, oh Dios de misericordia, nos concedáis por intercesión de Santa Isabel, la gracia de despreciar como ella los bienes perecederos de la tierra, y alcanzar los de la dichosa eternidad. Así sea.

 

DÍA SEGUNDO

ORACIÓN

Gloriosa Santa Isabel, reina de Hungría, a quien vuestras virtudes hicieron que el rey Luis os elevase al trono y os conservase su amor a pesar de las maquinaciones de los enemigos de vuestra virtud, y siendo ya reina, un modelo de modestia cristiana, de sencillez, haced que nosotros, imitando vuestro ejemplo, renunciemos a las vanidades y superfluidades mundanas. Inspiradnos esa santa sencillez, ese candor de los primeros tiempos, que debe volver un día sobre la tierra, si es cierto que los siglos no son en la vida del mundo, sino cual los años en la de los hombres, entonces volverá tras de un tan largo y sombrío invierno la dulce primavera de la fé, a rejuvenecer el mundo y nuestros corazones. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

ORACIÓN

Gloriosa Santa Isabel, reina de Hungría, que en medio del esplendor del trono, hacías vida penitente, llevando bajo las regias galas y vestiduras propias de vuestro estado, un áspero cilicio, curando con vuestras propias manos las asquerosas miserias de los pobres en los hospitales, inspirados del espíritu de caridad, sobre todo en un siglo como el nuestro, en que se ajan todas las flores sin que se hayan madurado los frutos, en que la sencillez y la caridad están muertas en los corazones y en la vida privada, tanto como en la vida social y pública, apenas puede comprenderse tanta sencillez, tanta abnegación en vuestra corta vida, que fue una celestial infancia y una perpetua obediencia a la ley del Señor. Amén.

 

 

DÍA CUARTO

ORACIÓN

Gloriosa Santa Isabel, reina de Hungría, que de todas las almas que la Iglesia ah coronado con su gloria, ninguna ofrece hasta tal punto el tipo de la esposa, ninguna ha realizado en tan alto grado, la idea que puede formarse de un matrimonio verdaderamente cristiano, ninguna ha ennoblecido así y santificado un amor humano, colocándolo tan alto, en un corazón todo inundado del amor de Dios, siendo madre amorosa que criabais vuestros hijos a vuestros pechos y los educabais en la virtud, dadnos gracia para que os imitemos en el interior de nuestras casas, en las que hagamos reinar la religión cristiana, que poniendo a todas nuestras acciones el sello de su inmortalidad, nos dará la felicidad en el mundo y después en la bienaventuranza. Amén.

 

 

DÍA QUINTO

ORACIÓN

Gloriosa santa Isabel, reina de Hungría, cuya alma inocente y pura se desgarró con el más cruel dolor, cuando vuestro esposo tomó la cruz y marchó a Tierra Santa, llevado del más ardiente fervor, a conquistar el sepulcro de Cristo, quedando expuesta a la enemistad de los parientes de vuestro esposo, que murió en su gloriosa expedición, alcanzadnos del Señor la gracia de que cual Vos, conservemos intacta su confianza en él. Viuda a los veinte años, esposa, amante y tan amada, os visteis condenada a la terrible prueba de la soledad el corazón, haced que cual Vos, en nuestros trabajos, coloquemos nuestro pensamiento en el cielo y busquemos el consuelo de nuestras miserias en Dios, que el Padre de los que sufren y padecen. Amén.

 

 

DÍA SEXTO

ORACIÓN

Gloriosa Santa Isabel, Reina de Hungría, que os visteis expuesta a los más crueles e indignos tratamientos por parte del príncipe Enrique, que había sucedido en el trono a vuestro esposo, siendo arrojada de vuestro palacio y privada de todos vuestros bienes, viéndoos casi expuesta a mendigar, sufriéndolo todo con la más santa y sublime resignación, hasta el ver que también que os mandaban vuestras tiernas hijas, para hacerlas participantes de vuestra desgracia. ¡Con cuanta compasión os acompañamos en vuestra miseria y en vuestros padecimientos, indignándonos con una justa colera contra aquellos hombres ingratos e implacables, que Vos con tanta caridad perdonabais! ¡Ojalá que nuestra buena voluntad pueda seros agradable, y que cuando llegue aquel terrible día, en que compareceremos solos y abandonados del mundo entero delante de Dios, os dignéis salir a nuestro encuentro y acogernos en los eternos tabernáculos! Amén.

 

 

DÍA SÉPTIMO

ORACIÓN

Gloriosa Santa Isabel, reina de Hungría, a quien en medio de tantas tribulaciones, el misericordiosísimo Jesús, os consoló en vuestra miseria y en vuestro abandono, y la dulcísima y clementísima Virgen María vino a instruiros y fortificaros, siendo el Señor vuestro esposo, cuando eras viuda, solitaria, y mostrándoseos María por Madre, porque es a la vez Madre de los dolores y de las misericordias, y porque os habían despojado de todos los bienes de la tierra, os abrió en el mundo los imperecederos tesoros del cielo, alcánzanos del Señor la gracia de que, imitando vuestra santa paciencia en las desgracias y vuestra abnegación en las tribulaciones, merezcamos sus consuelos en esta visa y después la eterna bienaventuranza. Amén.

 

 

DÍA OCTAVO

ORACIÓN

Gloriosa Santa Isabel, reina de Hungría, compadecido Dios de tantos trabajos y de la heróica constancia y fortaleza con que los padecías, hizo que el rey Enrique os devolviese vuestra dote y vuestros bienes, los que solo aceptasteis para distribuir con los pobres de Cristo. Os consagrasteis a la Orden Tercera de San Francisco, y al entrar en ella con vuestras hijas, ofrecisteis a Dios, el nuevo Esposo de vuestra alma, un recuerdo de vuestra vida conyugal. Era el vestido de boda que llevasteis el día de vuestro matrimonio con vuestro querido esposo. Pocos años debían pasarse sin que vuestro nombre, joven viuda, que humilde ofrecíais vuestras ultimas galas en la Orden naciente del Serafín de Asís, llenase el mundo de su gloria y la mano del Vicario de Dios, lo escribiese en el cielo. A Vos invocamos vuestros devotos desde la tierra, esperando deis alivio a nuestros males, y nos alcancéis del Señor después, la eterna bienaventuranza. Amén.

 

 

DÍA NOVENO

ORACIÓN

Gloriosa Santa Isabel, reina de Hungría, compadecido Dios, quiso que fueses a encontrar en su divino seno la inmortal recompensa de las pruebas terrible por las que había pasado vuestra corta vida de veinticuatro años, pero antes de llamaros a si, para daros parte en su gloria, le plugo al Todopoderoso rodearos en vida de una aureola de celestial majestad, y revestiros, a los ojos de los hombre que os habían perseguido y calumniado, de un poder emanado del suyo, y de depositar entre las manos de una débil mujer, que había sabido de tal modo, domar la naturaleza degenerada, la fuerza sobrenatural de vencer y extirpar todas las miserias, consecuencias del pecado. No solo curabais los males con vuestras manos, sino con portentosos milagros, que, a pesar de vuestra modestia, os adquieren gran celebridad. Una celestial alegría brillaba en toda vuestra vida, ninguna tribulación, ninguna prueba bastaba a turbar la paz y la dulzura de vuestra alma. Llorabais sin cesar, pero estos lloros no alteraban en nada la belleza de vuestro semblante y la hermosura de vuestras facciones. Así como en otro tiempo, las lágrimas de angustia, que un amor humano, o crueles persecuciones habían arrancado de vuestros ojos, así estas lágrimas de alegría sobrenatural, que dejabas caer en el cáliz de vuestra vida, eran recogidas gota a gota por vuestro Esposo celestial, y se convertían en las perlas de la corona eterna que os estaba reservada en el cielo. Miradnos compasiva desde él, cual mirasteis a tantos afligidos y necesitados imploraron vuestro favor cuando os hallabais en el mundo. Hacednos participantes de vuestra caridad, ahora que miráis cara a cara en el cielo al Sol de la eterna caridad, Nuestro Señor Jesucristo, de quien esperamos nos consigáis protección en el mundo, una buena muerte y la eterna bienaventuranza. Amén.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...