domingo, 15 de noviembre de 2020

VISITA DOMICILIARIA AL SEÑOR DE LAS MISERICORDIAS

 


VISITA DOMICILIARIA DEL SEÑOR DE LAS MISERICORDIAS

 

Con Licencia de la Autoridad Eclesiástica

Guatemala, 1930

 

 

REGLAMENTO O FUNDACIÓN DE LA VISITA DOMICILIARIA DEL SEÑOR DE LAS MISERICORDIAS

 

Art. 1º. – En cada coro habrá dos personas que serán una Celador y un Tesorero, cuidarán el orden del mismo, atendiendo a todo lo que ocurra. Visitarán, de vez en cuando, las familias para animarlas en su vida cristiana.

 

Art. 2º. – Con el fin de no molestar a las familias al ir a recoger las limosnas de las alcancías, se destinará el día 1º. de cada mes para la Visita en el domicilio del celador y el día último en el del tesorero.

 

Art. 3º. – Recogidas las limosnas, se anotarán con el fin de entregarlas al tesorero general o en la forma que juzgue más conveniente el Padre director.

 

Art. 4º. – El día que toque recibir la Visita de Jesús de las Misericordias, procurará comulgar, al menos, uno de los de la casa.

 

Art. 5º. – Se buscará el momento más a propósito, para que todos reunidos, puedan hacer la consagración de la familia.

 

Art. 6º. – Al terminar la Visita, se reunirá otra vez toda la familia para despedirse, con devoción y cariño, del Señor de las Misericordias.

 

 

 

ORACIONES DE LA VISITA

 

PARA RECIBIR LA IMAGEN

Ha llegado para nosotros ¡Oh dulce y amante Señor de la Misericordias! el momento feliz, la hora tan deseada de veros en nuestra casa. Ya tenemos la suerte de contaros entre nosotros. nuestro corazón salta de regocijo al recibir vuestra visita. ¡Oh Rey de los Cielos! ¡Oh Padre de las Misericordias! ¡Oh Esperanza nuestra! ¿Cómo piadoso Señor, hemos alcanzado tanto favor? ¡Ah! Nuestra mucha miseria es mucha, pero tu misericordia es infinita. ¿Quién, Jesús mío, os ha movido a conceder esta gracia, esta dicha a familia tan pobre y miserable como la nuestra? ¡Ah, no lo comprendemos! Es tu amor y gran Misericordia, el deseo que tenéis de bendecirnos y de caldear nuestro pecho con ese fuego purísimo de amor, que brota de esa divina llaga de tu santísimo costado. Venís con los brazos de tu Misericordia, abiertos, para recibir en ellos a tus ingratos hijos. Venís para endulzar nuestros pesares, enjugar nuestras lágrimas y consolarnos en nuestras hondas tristezas. Venís para estar con nosotros y hacernos grata y honrosa compañía en nuestras aflicciones. ¿Cómo agradecértelo, Señor de las Misericordias? ¿Cómo manifestarte nuestra gratitud? Esta familia, que con amor te venera, llena de filial cariño, te aclama desde este momento, Rey y Señor de esta casa, Tú serás el amo a quien todos rendiremos veneración y en quien depositaremos nuestro corazón, en señal de amor y gratitud eterna ¡Oh Jesús de las Misericordias! oíd benigno nuestras preces y aliviad nuestras penas, enviadnos tus divinos consuelos. Así sea.

 

 

En seguida se rezará el rosario de las Santas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, o de la Misericordia.

 

Besando la Cruz del Rosario, y pasando las tres primeras cuentas, en la primera se dirá:

 

- ¡Oh Jesús Redentor Divino! Sed misericordioso con nosotros y con el mundo entero. Amén.

 

En la segunda:

 

- Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, tened piedad de nosotros y del mundo entero. Amén.

 

En la tercera:

 

- ¡Perdón! ¡Misericordia! Jesús mío, durante los presentes peligros, cubridnos con vuestra preciosa sangre. Amén.

 

Padre Eterno, tened misericordia de nosotros, os lo suplicamos por la Sangre de Jesucristo, vuestro Hijo único ¡Tened misericordia de nosotros! Amén.

 

 

Pasando a las cuentas grandes:

 

-Padre Eterno, yo os ofrezco las Llagas de nuestro Señor Jesucristo

R/: Para curarlas de nuestras almas.

 

Pasando a las diez pequeñas:

 

- Jesús mío, perdón y misericordia

R/: Por los méritos de vuestras sagradas Llagas.

 

 

Al terminar el Rosario, se dice tres veces:

 

- Padre Eterno, yo os ofrezco las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, para curarlas de nuestras almas.

 

Enseguida se rezará, de todo corazón, el Acordaos del Señor de las Misericordias:

 

- Acordaos ¡Oh dulcísimo y amante Jesús de las Misericordias! que jamás se ah oído decir, que ninguno de los que han implorado vuestra protección y socorro, hayan salido desamparados. Con el corazón lleno de amo y de esperanza, venimos también nosotros, pobres e ingratos pecadores, a quejarnos, a depositar en tu corazón dulcísimo, todas nuestras aflicciones, que Tú sabes, oprimen nuestro corazón. No desoigas, tierno y amorosísimo Señor de las Misericordias, nuestra humilde petición, y como Padre de amor y de bondad, te rogamos inclinar tu Divino Rostro hacia nosotros, y al contemplarlo, nuestro corazón llore arrepentido, pues nuestro pecado ha sido cruel enemigo que en ese madero te clavó. ¡Señor, Señor! tu misericordia imploramos. Ten piedad de nosotros. Así sea.

 

 

 

PARA DESPEDIR LA IMAGEN

 

El día de la despedida del Señor de las Misericordias, rezaran cinco Padres nuestros, Aves Marías y Gloria Patri, en honor de las cinco llagas de Nuestro Señor Jesucristo.

Se dice la siguiente:

 

¡Omnipotente y Soberano Señor de las Misericordias! ved y contempla a esta familia humildemente postrada ante tu Divina Imagen, pues ha sonado la triste hora, de decirte nuestro adiós. Te vas de nuestro hogar, Dulcísimo Jesús, dejándolo bendito por haber habitado en él, aunque unas horas. Te vas, pero en nuestros corazones, llenos de amor y gratitud, quedará impresa tu Divina Imagen, recordándonos a cada instante, la dicha, la felicidad y la abundancia de tus Misericordias. Te vas Señor, y en el secreto de dulce corazón, llevas escritas todas nuestras quejas y peticiones que tu sabes, bondadosísimo Señor, son las que nos afligen, las que amargan nuestros días. ¡Señor de las Misericordias! esperamos que al volver de nuevo a esta tu casa, en donde tanto te amamos y en donde procuraremos, mediante tu Divina Gracia, enmendar los defectos que hoy encuentras, y así nuestros corazones, como las puertas de este hogar se abrirán de par en par, llenas de amor y de alegría, esperando tu amorosa visita. Que vemos, dulcísimo Jesús, que has acogido nuestras súplicas y que nuestras penas han sido remediadas. También te pedimos por las necesidades de la Santa Iglesia y los miembros que la componen, la conversión de los pecadores y perseverancia de los justos. No olvides, Señor de las Misericordias, a las pobrecitas almas que gimen en la cárcel del Purgatorio. Hazles ligero el tiempo de su pena y llévalos al seno de tu gloria, a que gocen de su amado esposo, y así, Señor, todos reunidos, algún día te alabemos y bendigamos eternamente en el cielo. Amén.

 

 

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA

¡Oh amorosa y dulce Medianera! Nosotros, vuestros hijos, nos condolemos de tus quebrantos y de aquellas tres horas penosísimas que pasaste al pie de la Cruz, viendo agonizar al Hijo de tu amor. ¡Oh angustiadísima Señora” por el precioso mérito de esa Divina y Preciosa Sangre de tu amadísimo Hijo y Redentor nuestro, haz que nuestras almas no se pierdan. Si nuestros corazones son fríos e indiferentes, enciéndeles, arrojando en ellos siquiera, una chispita de aquel amor divino con que Tú recibías a tu Jesús. Concédenos morir en paz y con los auxilios divinos, para que así, lleguemos a tu presencia divina a saludarte como lo hizo el Ángel.

Se rezan tres Aves Marías.

 

-Piadoso Señor Jesús, dadles el descanso eterno (tres veces)

 


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