domingo, 15 de noviembre de 2020

MES DE ÁNIMAS - DÍA DOCE

 


DÍA DUODÉCIMO

MEDITACIÓN

Santidad de las almas del Purgatorio

¿Por qué deméritos son condenadas las almas a las atroces penas del Purgatorio? Si el mundo los considerase, los llamarla bagatelas, juegos, fragilidades de fácil perdón o de ningún reato. Pero no así Dios, que conoce su malicia intrínseca y los castiga a medida de su verdadera gravedad. ¡Oh cuan diversos son los juicios de los hombres de los de Dios! Nosotros juzgamos según nuestros caprichos y movidos de las pasiones que nos dominan. Dios juzga con su inalterable justicia, que no está sujeta, ni a prevención ni a error. No nos dejemos, pues, engañar, de las falsas ilusiones del mundo. Los deméritos de aquellas almas, comúnmente se cree que consisten en pecados llamados veniales, las cuales son culpas ligeras en comparación de las mortales, pero que se pueden llamar gravísimas, comparadas con la ofensa hecha a Dios, bondad infinita. Pues si las culpas veniales son castigadas con tanto rigor en el Purgatorio, ¿por qué hacemos de ellas ten poco caso hasta bebérnoslas como, se bebe el agua, y tener por escrupulosa a quien procura evitarlas? Abramos, ¡oh cristianos! los ojos del

espíritu sobre un objeto de tanta importancia, y propongámonos a huir cuanto sea posible, de todo defecto, aunque ligero, y no reprobemos en adelante, sino antes bien, imitemos la cautela y solicitud de aquellos piadosos fieles, que por amor de Dios huyen del peligro de toda culpa como de la vista y de la mordedura de una venenosa serpiente. Hay teólogos de profunda doctrina que sostienen que el reato de culpa no se remite sino en la presente vida, por medio de la detestación sincera del pecado, y por la infusión de la gracia santificante. Por consiguiente, no detiene mancha alguna de culpa a las esposas de Dios, en las espiaderas llamas del Purgatorio, sino solamente el reato de pena debida a sus culpas, la cual, puede quedar aún, y queda frecuentemente de hecho, para descontarse en la otra vida. Por eso dice la divina Escritura, que no saldrán de aquella cárcel atormentadora, hasta que hayan dado a la divina justicia la satisfacción más cumplida. ¿Nosotros cuántas deudas tenemos, según el testimonio de nuestra conciencia, por las culpas cometidas? ¿Y en dónde pensamos pagarlas, en esta o en la otra vida? Consideremos cuánto más rigurosa sea la satisfacción de la otra vida que la

de ésta, y por lo mismo propongamos darla lo más pronto posible.

 

ORACIÓN

¡Ah, sí! bien conocemos ¡oh Señor! que la satisfacción que se exige en la vida futura, es más rigurosa que en la presente, y mejor que nosotros lo experimentan las almas de los difuntos, en memoria de las atrocísimas penas del Purgatorio. Por defectos que a nuestros ojos no aparecen cerno tales, o en pena de culpas ya borradas y remitidas, suele vuestra justicia usar con ellas de tanto rigor, que supera cuanto puede comprender la mente humana. ¡Ah Señor! Basta, diga finalmente vuestra soberana piedad, y la misericordia rezarse los derechos de la justicia ultrajada por los pecados y las deudas de aquellas infelices que penan; pues la misericordia debe prevalecer al rigor, y a la justicia vuestra infinita bondad. Amén. 

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