EL
MES DE NOVIEMBRE EN SUFRAGIO DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO
POR
FRANCISCO VITALI, SECRETARIO QUE FUE DEL EXMO. SR. CARDENAL
PRINCIPE
ALBANI. ABREGLADO A LA ULTIMA
EDICION
ITALIANA, QUE SALIO A LUZ COBREOIDA
Y
AUMENTADA POR EL MISMO AUTOR
ZACATECAS
Imprenta
de Villagrana: Calle de la
Compañía
Número 22.
Año
de 1885
En
el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.
Postrados
en la presencia de Dios con el mayor fervor de espíritu, supliquémosle que nos
asista en el ejercicio de esta devoción.
Disponed,
¡oh Señor! y con la abundancia de vuestra gracia, confortad nuestros ánimos, para
que, con sentimientos de fe, de caridad y de compasión, penetrando en la penosa
cárcel del Purgatorio podamos procurar a los fieles difuntos la mayor
abundancia de sufragios que redunde en favor suyo, gloria vuestra, y provecho de
nuestras almas.
CORONA
DE LOS DIFUNTOS
L/:
Dios mío, ven en mi auxilio.
R/:
Señor, date prisa en socorrerme.
L/:
Dadles Señor, el descanso eterno.
R/:
Y brille para ellos la luz perpetua.
L/:
Descansen en paz
R/:
Amén.
PRIMER
MISTERIO
Consideremos
en este primer misterio, el vivísimo deseo con el cual las almas del
Purgatorio, estaban esperando el feliz momento de ser consoladas en aquella
dolorosa cárcel, con la vista del Redentor después de su muerte, y pensemos que
las almas que al presente se encuentran entre aquellas atrocísimas llamas,
están esperando con igual deseo de nuestra piedad, un a abundante copia de
sufragios, que puedan hacerlas felices para siempre. Pidamos por tanto al Señor
y a la Santísima Virgen, que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones, que
puedan satisfacer plenamente sus deseos.
Se
reza un Padre nuestro y diez Aves Marías, y luego:
L/:
Dadles Señor, el descanso eterno.
R/:
Y brille para ellos la luz perpetua.
L/:
Descansen en paz
R/:
Amén.
SEGUNDO
MISTERIO
Consideremos
en este segundo misterio la dulce sorpresa, que experimentaron las almas del
Purgatorio, cuando al aparecerse en medio de ellas el Redentor, vieron
extinguirse el fuego que las abrasaba, y cesar todas las penas que por tanto
tiempo las habían atormentado, y pensemos, que, con nuestros propios sufragios,
podemos también nosotros apagar aquellas llamas tan ardientes, y poner fin a
aquellas penas que tan cruelmente las atormentan. Pidamos por tanto al Señor y
a la Santísima Virgen, que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones, que
produzcan el mismo efecto.
Un
Padre nuestro, diez Ave Marías y un Réquiem.
TERCER
MISTERIO
Consideremos
en este tercer misterio, el sumo consuelo que sintieron las almas del
Purgatorio cuando vieron disiparse por el Redentor las tinieblas de aquella
profunda prisión, y resplandecer cada una de ellas con tanta luz, que no quedó
mancha alguna en ellas de sus antiguas culpas, y pensemos que con nuestros sufragios
podemos también nosotros disipar aquellas tinieblas, y purificar aquellos
espíritus hasta borrar toda mancha, y satisfacer la deuda de sus pasados
defectos. Pidamos por tanto al Señor y a la Santísima Virgen que concedan tanta
eficacia a nuestras oraciones, que puedan hacerlas perfectamente dignas de los
ojos de Dios.
Un
Padre nuestro, diez Ave Marías y un Réquiem.
CUARTO
MISTERIO
Consideremos
en este cuarto misterio el inmenso regocijo de que fueron poseídas las almas del
Purgatorio, cuando fueron libertadas por el divino Redentor, de aquel abismo de
dolores, y llevadas gloriosamente al reino bienaventurado, y pensemos que
también nosotros podernos librarlas de aquella horrenda prisión, y hacerlas
felices para siempre en la. gloria celestial; roguemos por tanto al Señor y a
la Santísima Virgen que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones que puedan
abrir las puertas del Purgatorio, é inti o lucirlas en el suspiradísimo gozo
del Paraíso.
Un
Padre nuestro, diez Ave Marías y un Réquiem.
ORACIÓN
¡Oh
Jesús, oh María, esperanza, salud, y felicidad de todos los fieles! desde el
profundo abismo de sus miserias a vosotros se vuelven las benditas almas del
Purgatorio, é imploran el beneficio de vuestra sangre, ¡oh Jesús! y el fruto de
vuestros dolores, ¡oh María! Esta sangre, estos dolores que fueron de tanta
eficacia la primera vez en el Calvario, que libraron a todo el mundo de toda
iniquidad, libren de sus penas a las almas del Purgatorio, y por los méritos de
sangre tan preciosa y de dolores tan acerbos, sean conducidas salvas al cielo
aquellas prisioneras infelices (y en particular el alma de
N) por las cuales os pedimos con todo el fervor de nuestro espíritu.
Se
rezan las Letanías Lauretanas. Y luego:
ORACIÓN
¡Oh
Dios! que concedéis el perdón de los pecados, y queréis la salvación de los
hombres, imploramos vuestra clemencia, para que por la intercesión de la
bienaventurada siempre Virgen María, y por la de todos los santos, hagáis que
lleguen a participar de la eterna bienaventuranza todos nuestros hermanos, parientes
y bienhechores difuntos, que han pasado de esta vida a la otra. Por nuestro
Señor Jesucristo vuestro hijo. Amén.
DÍA
PRIMERO
MEDITACIÓN
EXISTENCIA
DEL PURGATORIO
La
muerte es cierta. Está ya dado el gran decreto en virtud del cual todos los
hombres han de morir. Cualquiera otra desgracia podrá evitarse, pero la muerte
jamás, no hay estado que libre de ella, ni edad, ni condición, ni sexo, ni
ninguna otra defensa humana. Desde el primero hasta el último de los hombres, tienen
que ver su ocaso, y ya muchos llegaron a él, otros los siguen, y todos, como el
agua que se desliza, caeremos finalmente en el sepulcro sin remedio, y entre
tanto ¿qué es lo que hacemos nosotros ¡oh cristianos! preparémonos al
inevitable fin que nos espera; ¡oh cuán amarga no será la muerte si no nos
disponemos con tiempo a recibirla! Con la muerte se sale de este mundo y se va
a la otra vida, ¿y qué cosa hay en la otra vida? La fe nos enseña que hay un
Paraíso. Un Infierno, un Purgatorio. Las almas perfectas, no reas de culpa, no
deudoras de pena, libres de los lazos del cuerpo, al punto vuelan a gozarse en
el Paraíso. Las almas manchadas con culpa grave, son arrastradas por el peso de
sus iniquidades al Infierno para recibir el merecido castigo de la Divina
Justicia. ¡Oh que diversidad entre las unas y las otras! Aquellas eternamente bienaventuradas
con Dios; estas condenadas para siempre con los demonios. ¿Cuál de estas dos
suertes queremos nosotros? en nuestra mano está la elección: si queremos el
Paraíso con los justos, vivamos como viven los justos; si nos horroriza el
Infierno, huyamos del pecado que conduce al Infierno. Pero si el alma
sorprendida de la muerte se hallase no en pecado mortal, ni en la más perfecta justicia,
sino en un estado medio, por decirlo así, y por lo cual ni pudiera ser
condenada al Infierno por no ser digna de tanta pena, ni ser introducida luego
al Paraíso por no ser digna aún de tanta gloria, ¿a dónde irá? He aquí la
necesidad de establecer un lugar intermedio entre el cielo y el Infierno; lugar
no de término sino de tránsito, donde las almas de los fieles difuntos, como el
oro se purifica de la escoria, se purifican también ellas y se perfeccionan
para la gloria. Ahora bien, en este lugar cae la mayor parte de las almas que se
salvan, y pocas se libran de él, porque son pocas las que no quedan
contaminadas del polvo mundano, ¿deseamos nosotros evitarle? Purifiquémonos
perfectamente en esta vida, supuesto que quien sale purificado de ella vuela directamente
al cielo.
ORACIÓN
¡Oh
cielo, cielo, tú nos atraes poderosamente con tus premios! ¡infierno, infierno,
tú nos espantas horriblemente con tus castigos! ¡Purgatorio, Purgatorio tú nos
llenas de compasión y de piedad por tus penas! Oíd, oh gran Dios, nuestras
súplicas: cerrad para todos los fieles las puertas del horroroso abismo: abrid para
ellos los de la gloria bienaventurada, y librad, ¡oh Señor! de sus peras a
cuantas almas se encuentran en el Purgatorio, y llamadlas a gozar con vos de la
inmarcesible corona de la eterna felicidad.
JACULATORIA
Eterno
Padre, por la preciosísima sangre de Jesús, misericordia.
Padre
Nuestro, Ave María y Réquiem. Añadiremos un Padre nuestro y Ave María por los
propagadores de esta devoción.
SALMO
129
Desde
lo hondo a ti grito, Señor;
Señor,
escucha mi voz;
estén
tus oídos atentos
a
la voz de mi súplica.
Si
llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién
podrá resistir?
Pero
de ti procede el perdón,
y
así infundes respeto.
Mi
alma espera en el Señor,
espera
en su palabra;
6mi
alma aguarda al Señor,
más
que el centinela la aurora.
Aguarde
Israel al Señor,
como
el centinela la aurora;
porque
del Señor viene la misericordia,
la
redención copiosa;
y
él redimirá a Israel
de
todos sus delitos.
L/: Señor, dales eterno descanso.
R/: Y luzca para ellas la luz perpetua.
L/:
De la puerta del infierno.
R/:
Líbralas, ¡oh Señor!
R/: Así sea.
L/:
Señor, oye mi oración.
R/:
Y mi clamor llegue a ti.
ORACIÓN: ¡Oh
Dios criador y Redentor del mundo! dígnate conceder el perdón de todos sus
pecados a tus siervo6 y siervas, ti fin de que esta gracia que siempre
fué el objeto de sus deseos la consigan por nuestras súplicas. Que vives y
reina, por los siglos de los siglos, Amén.
L/:
Señor, dales eterno descanso.
R/:
Y luzca para ellas la luz perpetua.
L/:
Descansen en paz.
R/:
Así sea.
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