domingo, 1 de noviembre de 2020

MES DE ÁNIMAS - DÍA UNO


EL MES DE NOVIEMBRE EN SUFRAGIO DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

 

POR FRANCISCO VITALI, SECRETARIO QUE FUE DEL EXMO. SR. CARDENAL

PRINCIPE ALBANI. ABREGLADO A LA ULTIMA

EDICION ITALIANA, QUE SALIO A LUZ COBREOIDA

Y AUMENTADA POR EL MISMO AUTOR

 

ZACATECAS

Imprenta de Villagrana: Calle de la

Compañía Número 22.

Año de 1885

 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

 

Postrados en la presencia de Dios con el mayor fervor de espíritu, supliquémosle que nos asista en el ejercicio de esta devoción.

 

Disponed, ¡oh Señor! y con la abundancia de vuestra gracia, confortad nuestros ánimos, para que, con sentimientos de fe, de caridad y de compasión, penetrando en la penosa cárcel del Purgatorio podamos procurar a los fieles difuntos la mayor abundancia de sufragios que redunde en favor suyo, gloria vuestra, y provecho de nuestras almas.

 

 

CORONA DE LOS DIFUNTOS

 

L/: Dios mío, ven en mi auxilio.

R/: Señor, date prisa en socorrerme.

 

L/: Dadles Señor, el descanso eterno.

R/: Y brille para ellos la luz perpetua.

 

L/: Descansen en paz

R/: Amén.

 

 

 

PRIMER MISTERIO

Consideremos en este primer misterio, el vivísimo deseo con el cual las almas del Purgatorio, estaban esperando el feliz momento de ser consoladas en aquella dolorosa cárcel, con la vista del Redentor después de su muerte, y pensemos que las almas que al presente se encuentran entre aquellas atrocísimas llamas, están esperando con igual deseo de nuestra piedad, un a abundante copia de sufragios, que puedan hacerlas felices para siempre. Pidamos por tanto al Señor y a la Santísima Virgen, que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones, que puedan satisfacer plenamente sus deseos.

 

Se reza un Padre nuestro y diez Aves Marías, y luego:

 

L/: Dadles Señor, el descanso eterno.

R/: Y brille para ellos la luz perpetua.

 

L/: Descansen en paz

R/: Amén.

 

 

SEGUNDO MISTERIO

Consideremos en este segundo misterio la dulce sorpresa, que experimentaron las almas del Purgatorio, cuando al aparecerse en medio de ellas el Redentor, vieron extinguirse el fuego que las abrasaba, y cesar todas las penas que por tanto tiempo las habían atormentado, y pensemos, que, con nuestros propios sufragios, podemos también nosotros apagar aquellas llamas tan ardientes, y poner fin a aquellas penas que tan cruelmente las atormentan. Pidamos por tanto al Señor y a la Santísima Virgen, que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones, que produzcan el mismo efecto.

Un Padre nuestro, diez Ave Marías y un Réquiem.

 

 

TERCER MISTERIO

Consideremos en este tercer misterio, el sumo consuelo que sintieron las almas del Purgatorio cuando vieron disiparse por el Redentor las tinieblas de aquella profunda prisión, y resplandecer cada una de ellas con tanta luz, que no quedó mancha alguna en ellas de sus antiguas culpas, y pensemos que con nuestros sufragios podemos también nosotros disipar aquellas tinieblas, y purificar aquellos espíritus hasta borrar toda mancha, y satisfacer la deuda de sus pasados defectos. Pidamos por tanto al Señor y a la Santísima Virgen que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones, que puedan hacerlas perfectamente dignas de los ojos de Dios.

Un Padre nuestro, diez Ave Marías y un Réquiem.

 

 

CUARTO MISTERIO

Consideremos en este cuarto misterio el inmenso regocijo de que fueron poseídas las almas del Purgatorio, cuando fueron libertadas por el divino Redentor, de aquel abismo de dolores, y llevadas gloriosamente al reino bienaventurado, y pensemos que también nosotros podernos librarlas de aquella horrenda prisión, y hacerlas felices para siempre en la. gloria celestial; roguemos por tanto al Señor y a la Santísima Virgen que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones que puedan abrir las puertas del Purgatorio, é inti o lucirlas en el suspiradísimo gozo del Paraíso.

Un Padre nuestro, diez Ave Marías y un Réquiem.

 

 

ORACIÓN

¡Oh Jesús, oh María, esperanza, salud, y felicidad de todos los fieles! desde el profundo abismo de sus miserias a vosotros se vuelven las benditas almas del Purgatorio, é imploran el beneficio de vuestra sangre, ¡oh Jesús! y el fruto de vuestros dolores, ¡oh María! Esta sangre, estos dolores que fueron de tanta eficacia la primera vez en el Calvario, que libraron a todo el mundo de toda iniquidad, libren de sus penas a las almas del Purgatorio, y por los méritos de sangre tan preciosa y de dolores tan acerbos, sean conducidas salvas al cielo aquellas prisioneras infelices (y en particular el alma de N) por las cuales os pedimos con todo el fervor de nuestro espíritu.

 

 

Se rezan las Letanías Lauretanas. Y luego:

 

ORACIÓN

¡Oh Dios! que concedéis el perdón de los pecados, y queréis la salvación de los hombres, imploramos vuestra clemencia, para que por la intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, y por la de todos los santos, hagáis que lleguen a participar de la eterna bienaventuranza todos nuestros hermanos, parientes y bienhechores difuntos, que han pasado de esta vida a la otra. Por nuestro Señor Jesucristo vuestro hijo. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

MEDITACIÓN

EXISTENCIA DEL PURGATORIO

La muerte es cierta. Está ya dado el gran decreto en virtud del cual todos los hombres han de morir. Cualquiera otra desgracia podrá evitarse, pero la muerte jamás, no hay estado que libre de ella, ni edad, ni condición, ni sexo, ni ninguna otra defensa humana. Desde el primero hasta el último de los hombres, tienen que ver su ocaso, y ya muchos llegaron a él, otros los siguen, y todos, como el agua que se desliza, caeremos finalmente en el sepulcro sin remedio, y entre tanto ¿qué es lo que hacemos nosotros ¡oh cristianos! preparémonos al inevitable fin que nos espera; ¡oh cuán amarga no será la muerte si no nos disponemos con tiempo a recibirla! Con la muerte se sale de este mundo y se va a la otra vida, ¿y qué cosa hay en la otra vida? La fe nos enseña que hay un Paraíso. Un Infierno, un Purgatorio. Las almas perfectas, no reas de culpa, no deudoras de pena, libres de los lazos del cuerpo, al punto vuelan a gozarse en el Paraíso. Las almas manchadas con culpa grave, son arrastradas por el peso de sus iniquidades al Infierno para recibir el merecido castigo de la Divina Justicia. ¡Oh que diversidad entre las unas y las otras! Aquellas eternamente bienaventuradas con Dios; estas condenadas para siempre con los demonios. ¿Cuál de estas dos suertes queremos nosotros? en nuestra mano está la elección: si queremos el Paraíso con los justos, vivamos como viven los justos; si nos horroriza el Infierno, huyamos del pecado que conduce al Infierno. Pero si el alma sorprendida de la muerte se hallase no en pecado mortal, ni en la más perfecta justicia, sino en un estado medio, por decirlo así, y por lo cual ni pudiera ser condenada al Infierno por no ser digna de tanta pena, ni ser introducida luego al Paraíso por no ser digna aún de tanta gloria, ¿a dónde irá? He aquí la necesidad de establecer un lugar intermedio entre el cielo y el Infierno; lugar no de término sino de tránsito, donde las almas de los fieles difuntos, como el oro se purifica de la escoria, se purifican también ellas y se perfeccionan para la gloria. Ahora bien, en este lugar cae la mayor parte de las almas que se salvan, y pocas se libran de él, porque son pocas las que no quedan contaminadas del polvo mundano, ¿deseamos nosotros evitarle? Purifiquémonos perfectamente en esta vida, supuesto que quien sale purificado de ella vuela directamente al cielo.

 

ORACIÓN

¡Oh cielo, cielo, tú nos atraes poderosamente con tus premios! ¡infierno, infierno, tú nos espantas horriblemente con tus castigos! ¡Purgatorio, Purgatorio tú nos llenas de compasión y de piedad por tus penas! Oíd, oh gran Dios, nuestras súplicas: cerrad para todos los fieles las puertas del horroroso abismo: abrid para ellos los de la gloria bienaventurada, y librad, ¡oh Señor! de sus peras a cuantas almas se encuentran en el Purgatorio, y llamadlas a gozar con vos de la inmarcesible corona de la eterna felicidad.

 

 

JACULATORIA

Eterno Padre, por la preciosísima sangre de Jesús, misericordia.

Padre Nuestro, Ave María y Réquiem. Añadiremos un Padre nuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.

 

 

SALMO 129

Desde lo hondo a ti grito, Señor;

Señor, escucha mi voz;

estén tus oídos atentos

a la voz de mi súplica.

 

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,

¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón,

y así infundes respeto.

 

Mi alma espera en el Señor,

espera en su palabra;

6mi alma aguarda al Señor,

más que el centinela la aurora.

 

Aguarde Israel al Señor,

como el centinela la aurora;

porque del Señor viene la misericordia,

la redención copiosa;

y él redimirá a Israel

de todos sus delitos.

 

L/: Señor, dales eterno descanso.

R/: Y luzca para ellas la luz perpetua.

 

L/: De la puerta del infierno.

R/: Líbralas, ¡oh Señor!

 

L/: Descansen en paz.

R/: Así sea.

 

L/: Señor, oye mi oración.

R/: Y mi clamor llegue a ti.

 

 

ORACIÓN: ¡Oh Dios criador y Redentor del mundo! dígnate conceder el perdón de todos sus pecados a tus siervo6 y siervas, ti fin de que esta gracia que siempre fué el objeto de sus deseos la consigan por nuestras súplicas. Que vives y reina, por los siglos de los siglos, Amén.

 

L/: Señor, dales eterno descanso.

R/: Y luzca para ellas la luz perpetua.

 

L/: Descansen en paz.

R/: Así sea.


 

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