DÍA
VEINTIOCHO
MEDITACIÓN
Gratitud
de las almas del Purgatorio para con sus bienhechores
La
Sagrada Escritura refiere que el Sumo Sacerdote Onías, y el gran Profeta
Jeremías habiendo muerto, no olvidaron por esto a sus hermanos que aún quedaban
en la tierra, sino que el primero fué visto con las manos extendidas
suplicar
fervorosamente al Dios de Israel por su pueblo, y del segundo dice el Sagrado Texto,
que rogaba mucho por su patria. El interés que manifestaron estos insignes
campeones de la antigua alianza en el seno do Abrahán, no es sino una imagen de
la solicitud y del empeño que siente la iglesia Purgante por la iglesia
militante, a favor de la cual desde aquel lugar de seguridad y de pena, dirige
incesantemente al trono del Eterno las más ardientes súplicas. Se puede decir
que este sea el oficio de las benditas almas del Purgatorio, rogar siempre,
siempre rogar por nosotros. Y nosotros, ¿no rogaremos también por ellas? No
solamente los vínculos de la religión y de la caridad en que consiste la
comunión de los santos, sino mucho más los sentimientos de gratitud y de
reconocimiento impelen a aquellas almas á recompensar los sufragios de los hombres
con una variada multiplicación de socorros. En el Purgatorio no hay tanta
diversidad de afectos, ni tanta distracción de pensamientos, como en el mundo.
Uno sólo es allí el pensamiento, esto es, Dios; uno sólo el afecto hacia Dios;
y cuanto concurre a este pensamiento y cuanto más prontamente satisface este
afecto, atrae todos los sentimientos de aquellas fervorosísimas almas. Por lo
cual, si los sufragios de los hombres les aceleran la posesión de Dios, se
sienten de tal modo movidas de ternura para con sus bienhechores, que se
olvidan casi de sí mismas por su bien, y procuran obtener de todas maneras en
cambio para ellos, las más copiosas bendiciones del cielo: ¡Oh verdaderamente
dichoso el que pueda empeñar su gratitud a beneficio suyo! Librarnos de las
desgracias, aumentarnos los bienes, prolongarnos los días de la vida, estas son
las principales bendiciones de la tierra que obtienen para nosotros las almas
del Purgatorio. No podemos vernos exentos de totos los males; pero dé muchos
somos preservados merced al auxilio divino, y merced al favor de aquellas almas
benditas. Nosotros les damos a ellas uno, y nos devuelven ciento, unas veces
visiblemente, y otras sin que lo percibamos, ya en la prosperidad de. las
cosechas e intereses, ya en el beneficio de la concordia doméstica y de la
pública reputación. He aquí, por qué el hombre devoto del Purgatorio nadará en
la abundancia y en la paz, y gozará, dice David, de larga vida, y le conservará
el Señor enteramente sano, y le vivificará en medio de la mortandad de los
pueblos, y le hará dichoso no sólo en sí mismo, sino aun en su descendencia.
Ved, pues, el verdadero medio de ser felices en la tierra haciendo copiosos sufragios
por las almas del Purgatorio, por cuyo medio no dejaremos de alcanzar las gracias
que principalmente necesitamos.
ORACIÓN
¡Oh
de cuántas gracias necesitamos! ¡oh Señor! a todos se extiende nuestra
necesidad, porque nada tenemos de nosotros, y la más grave miseria es que poco
conocemos nuestro estado, poco o nada os pedimos, y esto mismo que pedimos, no
sabemos o no nos reducimos a quererlo como se debe. Mas he aquí que interponemos
los más eficaces intercesores para con vuestra Divina Majestad, interponemos las
almas santas del Purgatorio que tan empeñadas están por nosotros, y os son tan
aceptas. Desde lo profundo de su cárcel os representan nuestra indigencia, é
imploran de vos las gracias necesarias para remediarla. Por tanto, en
consideración a ellas, usad con nosotros de vuestra generosa misericordia; que no
dejaremos de recompensarles con abundante copia de sufragios que lleguen
siempre al Purgatorio en su beneficio. Amén.
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